SE ACABO LA BROMA
Sí señoras y señores, se acabó la broma. A lo largo de las últimas semanas hemos soportado estoicamente que grupos de desconsiderados alteraran la vida cotidiana de nuestros pueblos y ciudades. Carreteras cortadas, infraestructuras dañadas, trenes saboteados y amenazas a los disidentes del credo ‘oficial’. Uno quiere pensar que las autoridades competentes, y las incompetentes con mando en plaza, se resistían a intervenir para no alterar la convivencia con la vista puesta en la cita electoral del 10N. De acuerdo, la prudencia y la ponderación son buenos consejeros en tiempos de zozobra. Pero eso de las elecciones ya pasó y ahora toca reflexionar, rebobinar y devolver a la ciudadanía la tranquilidad. La condición sine qua non para que ello sea así es impedir que cuatro -o cuatro mil, da igual- energúmenos fastidien día tras día al mundo mundial. ¡Ojo! No abogo por limitar el derecho de manifestación, ni el de expresión o protesta. Nada de eso. Abogo por conseguir que la armonía vuelva a nuestras calles y todo fluya en paz. Mi receta es algo así como: ‘Protesten lo que quieran, pero no perjudiquen al vecino, al trabajador que se desplaza, al estudiante que quiere ir a clase y no zanganear…
Se acabó la broma quizás implique una mayor severidad de las fuerzas de seguridad en su cometido de hacer observar las normas. Perjudicar la economía del país y alterar el orden público no puede, ni debe, salir gratis a los revoltosos. Que nadie se lleve a engaño, de no ser así el camino al caos y a la selva quedaría libre y expedito. Manifiéstese quien lo desee, protesten cuando les plazca, muestren su enojo si lo creen conveniente pero sin fuego, violencia o destrucción de mobiliario urbano etc. Quien apueste por el caos que pague por ello ante la justicia.
En este país aun hay gente que no condena la violencia de los revoltosos e incluso siguen llamando a la bronca. Fatal, las autoridades deberían advertir, a quien corresponda, que el brazo de la ley va a ser utilizado sin reparos para garantizar la convivencia y la paz ciudadana. Puesto que se acabó la broma, y la cosa va en serio, no van a servir de nada los lamentos a toro pasado.
Miles de ciudadanos, hartos de tanto contratiempos y disturbios gratuitos, desean recuperar la paz. Se acabó la broma.
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