¿QUIEN PAGA LOS INTANGIBLES?
No hubo sorpresas de última hora más allá de las ocurrencias ‘last minut’ de Albert Rivera. Nunca el refranero popular fue tan sabio:”Entre todos la mataron y ella sola se murió”. Feneció la legislatura y con ella la posibilidad de desafiar una nueva etapa. Pero lo hecho, hecho está. Corresponde ahora recapacitar acerca de las consecuencias y los intangibles que acompañan este momento histórico.
Por encima de la ideología, religión o simpatías de cada cual hay cosas que conviene leer si no se quiere vivir excesivamente adocenado y perder la fe en el sistema democrático. Un servidor de ustedes recomienda los artículos de Zarzalejos, Rafael Jorba, Onega o Toni Puigverd. Paso de los trabajos de los, y las, escribas a sueldo por lo que tienen de previsibles. También sugiero repasar los blogs de Oriol Bartomeus y Bernat Dedeu; o seguir los twets, siempre selectos e inteligentes, del Club Cortum, Joan Coscubiela o Ignasi Guardans entre otros… Me dirán que estas recomendaciones se hallan ideológicamente muy alejadas entre sí. Evidente, pero quizás por ello conviene escudriñarlas con suma atención e intentar destilar un denominador común positivo; un hilo transversal que bien podría ser una exigencia de rigor y honestidad política e intelectual por encima de sectarismos y mentiras. Por ejemplo y sin ir más lejos, FernadoOnega en La Vanguardia y Oriol Bertomeus en su blog, nos advierten de los efectos colaterales a medio plazo de los bloqueos políticos, de la celebración de nuevas elecciones y de la verborrea populista al uso.
Ya se verá qué resultados electorales obtiene cada partido el diez de noviembre, también si la abstención crece o si la extrema derecha pierde fuelle… Tiempo al tiempo. Pero ¿Alguien se ha parado a pensar en esos ‘intangibles’ que no aparecen cuantificados en las encuestas y amenazan con apoderarse del ánimo del personal? Situaciones como las vividas estos últimos meses minan la confianza del ciudadano en el funcionamiento democrático, devalúan el liderazgo y la credibilidad de los políticos y fomentan el desanimo. Volveremos a las urnas y ejerceremos nuestros derechos democráticos pero nadie nos garantiza que un intangible, confeccionado a partir del hartazgo, nos conduzca al reino del escepticismo y la desafección. En ese reino anidan monstruos deseosos de regresar y la estupidez.
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