El blog d'en Joan Ferran

15.12.11

¿ OPOSICIÓN O "COMPROMISO HISTORICO" ?




Fue por allá los años setenta que Enrico Berlinguer, Secretario General del Partido Comunista Italiano, teorizo e impulso una propuesta política que tomo el nombre de “Compromesso Storico Italiano”. Aquella oferta política tenía, como objetivo central, conseguir la colaboración de las fuerzas políticas mayoritarias del parlamento italiano con la misión de fortalecer las instituciones democráticas. El peligro de las tentaciones totalitarias y el terrorismo, de derechas e izquierdas, estaban presentes en la vida cotidiana y en el imaginario colectivo del país transalpino. La idea del “compromiso histórico” aparece, por primera vez, en la revista “Rinascita” en artículos firmados por un Berlinguer traumatizado por el golpe de estado de Pinochet, en Chile, y la muerte de Salvador Allende. El dirigente comunista italiano llamaba a la puerta de los sectores más democráticos y progresistas de la Democracia Cristiana italiana. El principal objetivo de Berlinguer era avanzar hacia la constitución de una alianza tripartita, de amplias mayorías, integrada por comunistas, democristianos y socialistas. Enrico Berlinguer planteo su proyecto en uno de los mejores y más gloriosos momentos políticos del PCI; lo hizo tras contemplar como las urnas contenían más de un 34% de votos comunistas.
En España el PCE introdujo, a su manera, la moda italiana del “compromiso histórico” tratándolo como una variable de una estrategia de “concentración democrática”. La aventura española se saldó con un descalabro electoral del PCE, en 1982, que beneficio al Partido Socialista. La propuesta de los comunistas españoles de finales los setenta estaba concebida para intentar aislar a determinados sectores oligárquicos en unos momentos de crisis y ofensiva del capital sobre la clase trabajadora…
Quiero pensar que hoy, tras más de tres décadas, los que recuperan el viejo concepto de “compromiso histórico” para lanzarlo como una oferta, o como un objeto de debate, están planteando otra cosa. Sospecho que desean acercarse cariñosamente a los nuevos gestores del gobierno de la Generalitat. Y, aunque el nombre no hace la cosa, quizás convenga –puesto que estamos en pleno aquelarre congresual- señalar algunas inquietudes al respecto:
1ª Participar, compartir, justificar determinadas acciones de los gobiernos conservadores puede convertirse en una dificultad a la hora de iniciar el camino para emerger como alternativa política. La ciudadanía ha depositado en nuestros más directos adversarios la responsabilidad de gobernar y…es su turno. A nosotros, mientras tanto, nos corresponde establecer nuevas alianzas sociales y cívicas de matriz progresista.
2ª Aceptar pactos y compromisos de gobernabilidad supone desarrollar políticas sujetas a una correlación de fuerzas que no nos es favorable. Cuando se es minoritario la lógica imperante es la del mayoritario y esta, en la coyuntura actual, es ajena e incluso antitética a nuestras propuestas y planteamientos ideológicos. La gestión desprovista de fondo nos ha llevado a la invisibilidad, a la pérdida de autonomía política. Es preferible no reincidir en los errores.
3ªPara constituirse como alternativa de gobierno es imprescindible ofertar un proyecto amplio, genuino, creíble, respetable y que dé garantías de solvencia. El seguidismo destruye la singularidad; sin singularidad, basada en valores y objetivos, es imposible dibujar una alternativa solvente.
El XII congreso del PSC ha de trazar los grandes ejes y la naturaleza de lo que ha de ser el modelo de oposición, el modus operandi, del grupo socialista en el Parlamet de Catalunya. He leído, ya en un par de ocasiones, propuestas políticas de relación con el ejecutivo, que lidera Artur Mas. En ellas se sugiere un confuso “compromiso histórico” apelando a las serias dificultades económicas y sociales que vive el país. ¡Atención! Sin radicalismos de ningún tipo y conscientes de la necesidad de una política de contención del gasto y de lucha contra el déficit. Creo que los socialistas no podemos legitimar, ni consensuar, determinadas medidas de ajuste que recaen, sobre todo, en clases medias y trabajadoras. Las administraciones gobernadas por CiU han optado por rebajar impuestos a los pudientes, suprimir prestaciones a los débiles y necesitados para exigir sacrificios a los de siempre. Compartir esas políticas sería, no solo sinónimo de renuncia a defender lo que nos es propio, sino también la negación de nuestra obligación como oposición socialista y de izquierdas.