El blog d'en Joan Ferran

1.12.14

SE ACABAN LOS CONSENSUALISMOS VACIOS....



UNA LECCIÓN URUGUAYA

En la alborada de este colosal triunfo de la izquierda uruguaya, se hace necesario analizar algunas de sus causas y sus desafíos de cara al próximo quinquenio. Esta fuerza política transgresora que en sus jóvenes cuarenta años ha logrado conducir los destinos de la nación por tercera vez, sigue emergiendo con su impronta en el seno de una sociedad que supo reconocer en sus logros la necesidad de su continuidad. Muchas acciones concretas o políticas innovadoras y transgresoras podríamos apuntar como elementos objetivos que hicieron germinar esta tercera etapa del Frente Amplio hacia el camino de la sociedad del bienestar y la solidaridad, pero seguramente alguien las enumerará mejor que nosotros, si más de un escriba no lo hizo aún. Sin embargo lo que subyace en este triunfo es el rechazo al imposible reclamo de neutralidad o de distanciada perspectiva académica que desde una excelente campaña de marketing político y “Por la positiva” se intentó instalar, demostrando que cuando retorna lo político como lenguaje de la reivindicación democrática se acaban los consensualismos vacíos y los llamados a la reconciliación fundados en el olvido histórico.
El Doctor Tabaré Vazquez se comprometió a ahondar el proceso de cambio. Marcó con fuerza la irrevocable diferencia de las fuerzas en pugna, declaró su inquebrantable voluntad de mantener la mística de un derrotero hacia cambios más profundos. Y el pueblo lo acompañó. Ese espíritu jacobino de estar por delante de lo que la sociedad imagina que se puede hacer le ha permitido continuar definiendo el horizonte de nuestros conflictos y responsabilidades por un largo tiempo más. Pero este desafío que le confiere una vez más la historia no estará exento de peligros y amenazas. Se debe iniciar un camino de reflexión profunda sobre lo hecho hasta hoy. El derrotero histórico debe permitirle al Frente Amplio reflexionar sobre las elocuentes evidencias de sus fallas, pero no en las que se tropezó con resistencias efectivas, sino cuando logró imponerse sin fisuras. Las diferencias entre los sectores políticos que integran su fuerza no puede seguir primando sobre el programa de gobierno ni sobre el partido. Es imposible llevar este barco a un nuevo puerto triunfante si la lucha entre los sectores sigue siendo tan fratricida. Es inconcebible que la lógica amigo-enemigo siga emergiendo algunas veces, con más fuerzas entre los propios sectores que con los demás partidos. La defensa de los derechos de los trabajadores no puede impedir la imperiosa necesidad de reformular prácticas y estilos anquilosados en una burocracia estatal que en busca de mantener privilegios legitima una administración pública en terapia intensiva y con daño cerebral que continúa infectando al conjunto de la sociedad y a los potenciales inversores. Sin embargo existen signos alentadores que permiten vislumbrar la continuidad del proyecto exitoso. La imagen internacional alcanzada por el prestigio de ese “filósofo de barrio” que es el presidente Mújica, la talla de estadista ya demostrada por quien desde marzo conducirá de nuevo los destinos de la nación, la posibilidad de mantener y reforzar los lazos regionales de la patria grande con una trova de mandatarios con una visión muy similar en toda Latinoamérica (solo queda por definirse la situación de Argentina que con seguridad será timoneada por Daniel Scioli quien tiene innegables lazos afectivos con Uruguay y este proyecto) nos hablan a las claras de que hay un cómo y un con quién. El tremendo renacer a la militancia de las juventudes que avasalladas por un intento de criminalizarlas encontró en la lucha y en la defensa de un modelo la necesidad de la militancia y el sacrificio para continuar en el camino de las realizaciones. La irrupción de un sector político con un líder carismático y joven que desplegó una propuesta innovadora y fue encumbrado a la Vicepresidencia de la Nación despuntando el horizonte de una renovación necesaria para épocas futuras; son todos signos de que se puede. “Solo por amor a los desesperados conservamos aún la esperanza”, escribió Walter Benjamin siguiendo la senda de Walser y Kafka. Este tiempo presente nos exige, como en otras épocas de la historia, ser guardianes de tradiciones en peligro, pacientes escribas de mensajes lanzados en una botella al mar del futuro, constructores de utopías revolucionarias que más allá de las mutaciones de la historia, mantienen su vigencia. Custodios de las ideas y las palabras y no de las imágenes
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