JARRONES CHINOS Y BOTECITOS DE CERÁMICA
Un buen día Felipe González tuvo la ocurrencia de idear el término: ‘jarrones chinos’. Usó esas palabras para referirse a los expresidentes de gobierno. Calificó a los exmandatarios del país como unos objetos valiosos, pero inútiles y de difícil ubicación. Lo cierto es que jamás se refirió a los otros, a los cuadros intermedios, o a los de más abajo, que también trabajaron en pos de la buena marcha de las cosas. ¡Qué le vamos a hacer! La vida, amigos, es así: honor y gloria a los próceres de la patria y olvido para los sin nombre. Los veteranos que no gozamos del honor de estar clasificados como piezas de la dinastía Ming lo tenemos crudo. Debemos conformarnos con ser arcilla de la tierra. No iremos más allá de ser catalogados como ‘botecitos de cerámica pintada’; eso sí, ideales para recoger bolígrafos y clips en la mesa de cualquier despacho de un aprendiz de político a la antigua usanza. Los ‘cerámica pintada’ -quizás como reconocimiento a los servicios prestados- cosechamos sonrisitas, apretones de manos, buenas palabras pero, con frecuencia, devenimos molestos. Somos incómodos porque, algunas veces, ante las disyuntivas del momento, diagnosticamos no siempre al gusto de los nuevos gestores.
Que queda muy claro: me agrada un ayuntamiento como el de Barcelona en manos de las izquierdas. Me parece perfecto que la señora Ada Colau sea la alcaldesa de la ciudad y que los vecinos la vitoreen ocupando la plaza con poquitas banderas y mucha sal social… Ahora bien, soy de los que piensan que, para no desorientar al personal, cada cosa tiene su liturgia y tiempo de cocción. Cuando un partido se muestra ansioso para demostrar que existe, o que está ubicado a la izquierda, no es de extrañar que se precipite, que no pondere debidamente sus movimientos ni la consecuencia de los mismos. Los socialistas barceloneses votaron con prisas y a favor del viento a Ada Colau. Lo considero una precipitación. No me gustan los cheques en blanco sin discutir, negociar y pactar; al PSC nunca le han ido bien. Aún recuerdo con indignación como, tras apalabrar y votar la investidura de Mas en el Parlament, CiU se desdijo de todos los compromisos adquiridos. Alguien puede aducir que eso es propio de la ‘vieja política’ y que ahora no se trata de repartir ningún pastel. ¡Nada de eso! Previa a cualquier votación importante unos acuerdos mínimos programáticos dan coherencia al sentido del voto. No ha sido así, lo lamento, y más tras unas declaraciones, poco amistosas, dirigidas a los socialistas tan sólo dos días antes de la toma de posesión. El PSC ha votado, que yo sepa, a Ada Colau gratis. Si ha sido a cambio de algo que se sepa y se publique.
Los ‘cerámica pintada’ sabemos, por experiencia, que conviene hacerse respetar, que a veces conviene bracear contracorriente para mantener intacta la dignidad. Sí, una dignidad que algunos ‘jarrones chinos’ supieron defender y que a los ‘botecitos de cerámica’ nos gustaría conservar.
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