PEDRO SANCHEZ Y EL RECURSO DEL MIEDO
Los del PSOE del siglo pasado están tan nerviosos como alarmados. Les inquieta la fuerza, la ilusión y la amplitud del movimiento que han generado las plataformas de apoyo a Pedro Sánchez. Saben que en ellas se aglutinan militantes del partido socialista, pero también jóvenes y votantes anónimos deseosos de cambios. No comprenden cómo sin escribas a sueldo, sin mecanismos institucionales ni apoyo de gigantes mediáticos, un candidato a la Secretaría General del socialismo español logra condensar a su favor tantas voluntades. Aun no entienden lo que sucede en el mundo exterior, en la calle. Siguen empeñados en despreciar el caudal de energía que diariamente se libera a favor de Sánchez a la espera de una nueva etapa. Hay quien sostiene -creencia que comparto- que en Europa y España estamos asistiendo al despertar de una nueva ciudadanía más activa y exigente. Una ciudadanía que quiere dar carpetazo al pasado e iniciar una nueva senda donde la coherencia y la palabra dada sean incuestionables.
Los nervios han aflorado entre los beneficiarios de la inercia y la poltrona. Tanto es así que algunos barones han optado por jugar la carta del discurso del miedo. Desde su tronío ignoran que hace ya muchos años, Sigmund Freud, diferenció el miedo real del miedo neurótico. El ilustre austriaco reveló que ese miedo neurótico no tiene ninguna relación con un peligro existente sino con el subconsciente. Los atizadores del espantajo del miedo auguran -si vence Sánchez las primarias- el caos, el apocalipsis político y una deriva irresponsable hacia la radicalidad. Juegan sin rubor con el desasosiego; blanden los mismos argumentos que la derecha reaccionaria utiliza cuando teme perder hegemonía. No les importan las consecuencias del discurso catastrofista con tal de ganar un puñado de adhesiones. Cuentan para ello con poderosos aliados en las altas esferas del poder económico y mediático… Pero seamos claros: Si por radicalidad entienden recomponer el binomio democracia-justicia social, plantear una redistribución del tiempo de trabajo y de la riqueza, la persecución del fraude fiscal o meditar acerca de una posible renta mínima vital etc.… Pues sí, la propuesta quizás sea radical, roja y arriesgada pero es coherente con determinadas ideas. Otra cosa es seguir la senda que traza la derecha. ¿Acaso es aventurerismo asumir los mensajes del feminismo, el ecologismo sensato o el federalismo? Quizás, lo que temen los detractores de Pedro Sánchez, sea que el reposicionamiento estratégico de la socialdemocracia del siglo XXI les deje fuera de juego por trasnochados, o por haber olvidado qué sectores sociales se supone deben representar.
Antonio Fraguas de Pablo, conocido como Forges, escribió una reflexión que viene al caso. Decía así: ‘La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias’. Si algunos de los que están en liza carecen de fe en ideas propias, o las que conservan están periclitadas, es evidente que conviene el cambio…Y sin miedo ni violencia discursiva o verbal.
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