TV3 Y LA NUBE
No es ni la teva ni la meva. Y, amigo Sanchís, parafraseando a Agustín García Calvo, no es “ni tuya siquiera”. La televisión pública catalana sobrevive cautiva en brazos de la Nube. Sí, de una Nube sin rostros, tóxica -informativamente hablando, claro- en la que partidas políticas de distinto signo compiten para que precipite la lluvia donde mejor les convenga. TV3 aparentemente no es de nadie, pero se la nutre desde el poder porque alienta ese denominador común que caracteriza la Nube: el secesionismo. Ya saben, retransmite los mensajes, las hazañas cotidianas, los desafíos y proezas de los verdaderos catalanes (sic) que no se dejan doblegar por una legalidad que no consideran suya. Mientras tanto, para optimizar resultados, los partisanos de unos y otros guerrean para hacerse con el control total de la Nube, no fuera el caso que algunos abandonaran el barco antes de llegar a Ítaca. En su combate por el poder hacen caso omiso de las recomendaciones de unos padres y madres de la patria que siguen discutiendo, inútilmente, acerca de la objetividad y la pluralidad informativa. En la Nube, trilateral desde donde se rige Tv3, se obvian las consideraciones de sus señorías acerca de la idoneidad de Vicens Sanchís y se mofan de las recomendaciones de los ilustres…
Prepárense para la saturación que precederá al 1-O. La Nube no afloja al respecto. Presenciarán manifestaciones ‘inolvidables’, oirán retórica y poesía patriótica por un tubo y, también, alguna que otra salida de tono supremacista al estilo de la Moliner. Prepárense porque lo más duro está por llegar, y no es que uno tenga vocación de censor -Dios nos libre de ese pecado- sino que en el fondo me duele que se pague la fiesta con el dinero del contribuyente.
Insisto, TV3 vive cautiva en manos de la Nube. En otro tiempo alguien llamó a este fenómeno supra estructural ‘el Soviet’, pero eran otros tiempos. Tiempos en los que el conseller Tresserres teorizaba sobre el papel de los medios de comunicación públicos en la construcción del camino hacia la autodeterminación y el estado propio. De aquellos polvos…
Algunos sindicatos de periodistas lamentan el ordeno y mando en la radio y televisión pública explicando que las formas jerárquicas acostumbran a ocultar contenidos oscuros. Sabemos que la amalgama gubernamental, con su muleta de radicales, ostenta el control político en TV3 y que lo va a utilizar de nuevo de forma sesgada y partidista. Sabemos que en el ente hay talento y buenos profesionales, pero también una espiral de silencio y autocensura. Sabemos que la radio y televisión públicas no son de y para todos, si no que siguen emitiendo cautivos de la Nube. Somos conscientes de que, en la Nube, se mueve más gente que Brauli Duart y que hay tanto tejemaneje político como en el Parlamento de Catalunya. Las rencillas entre los socios de coalición para conseguir el control de la información están a la orden del día. Sabemos que los gestores de la Nube se pasan por el Arco de Triunfo las recomendaciones de Parlament y las soflamas de los señores diputados. Sabemos…
Se equivocan los procesistas, con Brauli Duart a la cabeza, cuando nos venden que los medios de comunicación públicos se deben a la mayoría social (supuesta) que da apoyo al gobierno de Catalunya. Craso error. Ignoran que las mayorías sociales son volátiles y variables y que el pluralismo y la objetividad son valores en sí mismos más allá de la coyuntura.
TV3 sobrevive y vegeta cautiva en manos de esa Nube anónima que, desde hace años, nadie sabe concretamente que cara tiene, pero todos sabemos lo que quiere. La ciudadanía tiene derecho a una información veraz y plural. En Cataluña, lamentablemente, no se da esa circunstancia, la Nube lo impide.
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