El blog d'en Joan Ferran

17.1.19

                                      
                                      MEMORIA HISTORICA O MEMORIA SELECTIVA 

No perderé el tiempo averiguando si la famosa cita ‘la historia la escriben los vencedores’ la debemos a Voltaire, Orwell o Winston Churchill. A esta altura de la película la paternidad de la frase me trae sin cuidado. Sin embargo, me inquieta mucho más todo ese tinglado didáctico/discursivo que se mueve alrededor de eso que llamamos recuperación de la Memoria Histórica y que, en más de una ocasión, ha levantado suspicacias. Pero, que quede claro, mis prevenciones al respecto se desvanecerán siempre que se aborden los temas con objetividad y honestidad intelectual, siempre que, al hurgar en el pasado, se busque con rigor aflorar la verdad sin apriorismos partidistas. Vivimos en un país en el que, desgraciadamente, algunos han optado por reescribir la historia y reinterpretarla para justificar su acción política en el presente. De eso los mandarines que ostentan el poder en algunas instituciones saben mucho. Juegan a fabricar mitos, mártires y herejes para, sobre ellos, edificar iglesias. Se cumplen estos días cien años del asesinato en Berlín de Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht, dirigentes espartaquistas que predicaban la revolución proletaria, abominaban de la guerra y denostaban el belicismo genético del nacionalismo. Ambos, muchos años antes de que Françoise Mitterrand pronunciara su famosa frase: Le nacionalisme c’est la guerre, nos advirtieron de los males inherentes al sistema. Pagaron con la vida la osadía de contar su verdad. Sí, han pasado cien años, pero algunas tesis luxemburgistas como la democracia de base, el pacifismo y el rechazo al nacionalismo siguen siendo incómodas, incluso para los que gustan predicar la recuperación de la memoria histórica como hobby. Y lo son también para aquellos falsos izquierdistas que han abandonado la razón en marcha para someterse al ‘run run’ emocional de las patrias. Mientras esos pasan de largo un servidor de ustedes, por ejemplo, le interesa recuperar la Rosa Luxemburg que negaba la primacía estratégica de la cuestión nacional, criticaba la ambigüedad intrínseca del concepto nación y denunciaba el peligro de enmascarar en él los intereses de la clase dominante. A los que practican la memoria selectiva no les conviene, por mucho centenario que valga, la recuperación de esa Rosa. Pero no sólo de marxismo vive la memoria histórica y su deriva perversa que podríamos denominar: memoria selectiva. El anarquismo, el movimiento libertario en general, es uno de los grandes olvidados por los mandarines y gestores de la memoria histórica. Me cuesta comprender tanto silencio ante lo que representó, por ejemplo, el protoecologismo libertario de hace más de cien años que pregonaba una planificación urbana más ecológica… Hoy que tan de moda está el feminismo y la defensa de los derechos de las féminas. ¿No creen ustedes que convendría hojear el discurso antiautoritario de los libertarios que reclamaban la libertad de la mujer contra la doctrina de la iglesia o las leyes de los estados? Anímense, lean lo que escribió al respecto el abuelo del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, en su obra “El Pueblo” y lo que publicó la Revista Blanca hace más de un siglo. Nuestro pasado fue tan revolucionario como fértil y vigoroso intelectual y políticamente hablando. Algunos juegan a rescatar del pasado sólo aquello que les permite justificar su presente. La memoria selectiva que se practica desde el Govern Torra y sus apéndices mediáticos es otra estafa, una más, a la ciudadanía. Hurta uno de sus derechos, esconde la verdad.