PARLAMENTO O CIÉNAGA
La cosa viene de lejos. En tiempos del pujolismo con mayoría absoluta, un diputado guasón calificó la cámara catalana como un Parlament de ‘fireta’. Intentó ilustrar que la política en aquel noble recinto iba de mentirijillas y poca cosa más. Poco tiempo después alguien, también medio en serio medio en broma, lo bautizó como el Parlament de la señorita Pepis para chanza de irreverentes e iconoclastas. Recuerden, la señorita en cuestión era - y sigue siendo- una línea de juguetes creada a finales de los años cincuenta que imitaba, o reproducía, la actividad de los adultos para solaz de niños y niñas. Dicen los viejos del lugar que en aquella época, en el oasis del Parque de la Ciudadela, se respiraba aroma de zoo y predominaba una especie de esgrima política infantil sin heridos. Dicen también que en aquellos tiempos los diputados catalanes de todo tipo y formación, presumían ante los medios de comunicación de sesiones parlamentarias exentas de pataleos, estridentes aplausos, vocerío y exabruptos. De broncas las había como es obvio, pero escaseaban.
Si, aquel ambiente de coleguillas se acabó, pero en lugar de dejar paso a un parlamentarismo serio, solvente y laborioso, se han abierto las puertas a la chabacanería, la mediocridad y la falta de oficio. El triste espectáculo ofrecido por el vicepresidente de la cámara, Josep Costa, pasará a la historia del parlamentarismo como el paradigma de lo que no se ha de hacer. Y es que, amigos, la vulneración sistemática del reglamento de la cámara que viene repitiéndose desde aquel aciago septiembre de 2017, devalúa la calidad parlamentaria y la condena a ser un reality show. Los contenidos, la forma y la estética del pasado han dado paso a la algarada y el insulto. Hoy en día, paradójicamente, el Parlament de Catalunya decide sobre lo que no puede decidir por no ser de su competencia, y el Govern se abstiene de ejecutar lo que sí puede. Tremendo. ¿Quieren ejemplos? Vicent Sanchis, el gerifalte de TV3 y CAT Radio, ha sido reprobado por la mayoría parlamentaria y sigue ahí. ¿Otra? Recientemente Torra ha sido emplazado mediante votación a convocar elecciones o someterse a una moción de confianza y, ni lo uno ni lo otro. ¿Más? Un Parlament que hace caso omiso a las recomendaciones de sus letrados, se coloca fuera de la ley y juega peligrosamente a la desobediencia nunca será respetado…
Se ha deteriorado tanto la situación, se han traspasado tantas líneas rojas, que los enemigos de la democracia se frotan las manos esperando pasar a la ofensiva. El parlamento de la señorita Pepis se fue, cierto; pero el actual, si no lo evitamos, corre el peligro de convertirse en una ciénaga.
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