Políticos y Síndrome de Sísifo
Los manuales de historia son pródigos en narrar eventos dilatados en el tiempo, de larga duración. ¿Quién no ha oído en alguna ocasión hablar de la ‘Guerra de los Cien Años’? Sí, aquella contienda bélica que, entre 1337 y 1433, enfrentó a distintas monarquías europeas con la nobleza para, una vez finalizado el conflicto, empezar a entrever los nuevos estados modernos. ¿Quién no ha oído hablar alguna vez también de la ‘Guerra de los Treinta Años’? Una guerra que se libró entre 1618 y 1648, principalmente sobre suelo alemán, y en la que intervinieron las grandes potencias de la época hasta concluir con la Paz de Westfalia y la de Los Pirineos.
Pues bien, parece ser que los catalanes no vamos a ser menos a la hora de dilatar nuestras vicisitudes históricas. Nuestro ‘procés’, y su colofón plebiscitario, lleva camino de convertirse en un culebrón de larga duración y sin final a la vista.
Dicen que Midas, el rey de Frigia, convertía en oro todo cuanto tocaba. El presidente Artur Mas, y sus aliados refunfuñones, juegan a convertir en plebiscitario cualquier evento. Sí, sí, no exagero. Las próximas elecciones municipales no son -según las tesis de Junqueras y Mas- unos comicios para elegir alcaldes y concejales. No, para nuestros ilustres soberanistas y su infantería esas elecciones son un paso más camino de la cima (la independencia). A partir de ahí poco importan los programas electorales, los candidatos o los proyectos de ciudad. Lo único realmente importante es conseguir que el trampolín este bien engrasado y sea lo suficientemente flexible para saltar hacia la desconexión de España. Espectacular lo que algunos pueden llegar a maquinar para justificar su deriva o para perpetuarse en el poder.
Ya ven, el denominado ‘procés’, y su anexo plebiscitario, llevan camino de convertirse en sempiternos, en un volver a empezar. Y es que, en este país, se da la circunstancia de que más de un político comienza a padecer el síndrome de Sísifo.
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