El blog d'en Joan Ferran

24.7.15

EL PSC Y LA AMI







LOS OXÍMORONES DEL PSC 




Estoy dispuesto a que los amigos me cataloguen de esquemático, inoportuno, rígido y poco pragmático. Estoy preparado para pagar ese precio y recoger las propinas con las que me obsequiarán desde otros ámbitos menos amistosos. Me da igual. Un servidor de ustedes se ve ante la obligación intelectual, y moral, de afirmar que hay cosas en política que no se deben hacer, que hay líneas que no se pueden rebasar. Parece que el socialismo catalán esté empeñado en contradecir al clásico que escribió aquello de ‘política es pedagogía’. Sí, poca pedagogía hace el PSC cuando, obviando alguno de sus ejes programáticos e ideológicos, claudica y firma acuerdos y adhesiones que contradicen sus postulados. Dar vía libre a la pertenencia de un consistorio a la AMI, por ejemplo, es radicalmente contradictorio con el discurso actual del PSC. Los pragmático-posibilistas me dirán aquello tan sobado de ‘París bien vale una misa’; o que es más importante gestionar -aunque sea quincalla en un mar de siglas- que no mantener una posición testimonial. Discrepo profundamente. Hoy más que nunca la ciudadanía quiere autenticidad y participación, no teatro ni cambalache. Hace pocos días el socialismo catalán abandonaba ambigüedades y presentaba un programa electoral claro y conciso apostando por una reforma constitucional pactada. ¿Acaso ha periclitado ya ese planteamiento? 

 Lo que está actualmente en juego en Cataluña no es la firma de una proclama o manifiesto de frases ampulosas y grandilocuentes, sino algo que tiene que ver con su futuro colectivo. Si los ciudadanos confían el voto a un determinado partido y perciben que, un día tras otro, sus representantes están más preocupados por ‘pillar’ gestión que por defender principios mal vamos. El tacticismo sin principios ni ideología genera confusión. 

No quisiera que nadie viera en estas consideraciones un planteamiento dogmático e inflexible. Nada de eso. Reclamo, tan solo, líneas de actuación coherentes con un discurso asumido colectivamente. No me salgan con milongas ni con disertaciones acerca de lo que es importante y lo que es accesorio. Hoy, en el altar de la democracia, los ciudadanos han colocado como deidades la honestidad y la coherencia; cuando en política falla alguna de esas virtudes la confianza se viene abajo y los votos desaparecen.