ESPERPENTOS PUIGDEMONT Y CIA
Sí amigos, no es menester leer Luces de Bohemia ni repasar la obra de Valle-Inclán. Esperpentos los hay tanto en la creación literaria del ilustre dramaturgo como en la vida cotidiana. Y en la política catalana, desde que el procés habita en ella, abundan por doquier. Si por esperpento entendemos algo grotesco y absurdo que deforma la realidad, hasta convertirla en algo tragicómico motivo de chanzas y rechifla, bastará recurrir a Carles Puigdemont, y su Corte del Mejillón, para recopilar unos cuantos. El último pleno del parlamento catalán volvió a brindarnos un montón de ellos. También nos obsequió con el típico viaje a ninguna parte que prodiga el independentismo irredento.
Los secesionistas más conspicuos dicen que conviene internacionalizar el procés para que el mundo civilizado tome nota y se horrorice ante las ‘injusticias reiteradas’ que perpetra el estado español contra ‘la voluntad de un pueblo’. Perfecto, un servidor de ustedes se ofrece voluntario para difundir, urbi et orbe, la praxis y el vocabulario que se gastan los separatistas en general y el ex presidente en particular. Oyendo a Carles Puigdemont hablar de fuerzas de ocupación, represión estatal, colonialismo etcétera, a más de un demócrata europeo se le aparecerá en sueños el bigote de Nicolás Maduro. La promesa al pueblo catalán de una Insula Barataria, en forma de república errante con sede en Bruselas y pagina web, guarda similitud con el timo de la estampita años sesenta. La creación de instituciones paralelas, como el autollamado Consejo de la República, no pasará la prueba del algodón de la credibilidad en una capital donde al funcionariado se le exige unos mínimos de solvencia y eficacia. Se crea un órgano sin saber su función. Las líneas paralelas, por definición, son aquellas que nunca se encuentran. La ficción de unas instituciones en el ‘exilio’ son tan solo un nuevo intento de alimentar el relato victimista que justifica la presencia de Puigdemont y su corte en Waterloo.
Que se sepa, conviene que se sepa que este prófugo cara dura estira el procés como si fuera goma de mascar para que la comedia dure. Créanme, no hay paso al lado, aspira a volver. Su última huida hacia adelante contiene una trampa pueril: Ungir a Jordi Sánchez como candidato a la presidencia. Puigdemont sabe que eso no es factible, pero la bravuconada le permite prolongar el conflicto con el gobierno central..
Mientras tanto Cataluña vive con el reloj parado, con la economía ralentizada, la sociedad inquieta y la autonomía bloqueada. Puigdemont y sus secuaces ejercen de fabricantes de esperpentos. Empeñados en deformar la realidad han conseguido que lo catalán canse y aburra en casa mientras provoca hilaridad fuera.
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