COLAU Y EL SINDROME DE CECILIA
Mucho me temo que la alcaldesa Ada Colau padece el síndrome de Cecilia. Sí, ese que puede resumirse en aquella célebre canción que dice: “ser la novia en la boda, el niño en el bautizo, el muerto en el entierro con tal de dejar su sello…” Dicen que la alcaldesa en otro tiempo hizo sus pinitos como actriz y que de casta le viene al galgo. Cuentan maravillas de su capacidad de transformación. No en vano sus disfraces de Abeja Maya causaron furor en eventos electorales y mítines. Los de IC aun están enojados. Hábil comunicadora, Ada siempre ha intentado dejar su impronta incluso cuando han saltado a la palestra temas delicados y escabrosos como los de violación y acoso. Allá donde va intenta triunfar contándole al personal precisamente aquello que ansia oír. Poco importa si luego no puede, o no sabe, salir airosa de sus compromisos adquiridos. La alcaldesa de Barcelona es especialista en ambigüedad, cambio de criterio e improvisación. Ojeen hemeroteca si no me creen.
Esta semana se ha inaugurado - ¡ya era hora!- en la calle Borrell de Barcelona, un nuevo centro de la LGBT. Me alegro de ello y hago votos para que su actividad sea fructífera y positiva. Pero a la alcaldesa le pudo el síndrome de Cecilia y quiso ser de nuevo protagonista del evento practicando la prolalia. Ya saben ustedes, la prolalia era aquella variante de la retorica que, en tiempos de los antiguos griegos, consistía en adular al auditorio con el fin de que este fuera benevolente con el orador. Anunció, de nuevo, su bisexualidad. Ya lo había hecho en televisión con anterioridad. Oigan, a un servidor le trae sin cuidado la orientación sexual de la señora alcaldesa y si tuvo una novia italiana o no. Nada de ello es sinónimo de solvencia, ni supone una buena o mala gestión al frente del consistorio. Me parece poco elegante echar mano de esa circunstancia porque es redundante como método para agradar. En este país hemos avanzado mucho en derechos individuales y en educación cívica. Lo que ayer fueron actos comprometidos, incluso me atrevería a decir heroicos -recuerdo la salida del armario de Miquel Iceta- afortunadamente hoy son considerados normales. Otra cosa será que, a la vista de los últimos acontecimientos electorales, haya que permanecer alerta por si retornan los inquisidores de la España negra, intolerante y criminal. Pero eso es harina de otro costal. A la señora Colau habrá que recordarle que el síndrome de Cecilia se cura aparentando menos y resolviendo más.
<< Home