El blog d'en Joan Ferran

25.4.20




¿Y A LA PORTUGUESA?


 A José Saramago le gustaba hablar de trans-iberismo. Solía decir que en esas dos palabras había la promesa de algo más que un enunciado. Recientemente el alcalde de Oporto, Rui Moreira, hablaba en un foro celebrado en su ciudad de un posible Iberolux. Parece como si ambas personalidades quisieran recuperar para nuestro tiempo –actualizadas obviamente- las coordenadas del viejo iberismo. Sí, de aquella doctrina que proponía formas imaginarias de integración entre Portugal y España, basándose en elementos geográficos, culturales e históricos. El ideal iberista surge vinculado al liberalismo que batallaba contra el absolutismo. Más tarde, libertarios, federalistas, poumistas y otras hierbas, seguirían discursando con referencias ibéricas. No estaría de más dirigir de nuevo nuestra mirada hacia Portugal, sus políticos y su gente. Hay cosas de las que aprender y actitudes a imitar. Ha transcurrido más de un mes de la aparición en tierras lusas del COVID-19 y el número de infectados y fallecidos porcentualmente es sensiblemente menor que en otras latitudes del sur de Europa. Cuentan los expertos que la menor incidencia del virus se ha logrado por una gran concienciación y disciplina de la población respecto al confinamiento. Y sería del todo lógico pensar que esa autodisciplina se ha sustentado también en el papel jugado por una oposición política constructiva y solidaria con el gobierno establecido. No ha habido en la política portuguesa fisuras destacables, ni incitaciones a la duda respecto a las medidas adoptadas. Tampoco cuestionamiento de los procedimientos aconsejados por los expertos. En España la oposición ‘is different’. Aquí el nacionalismo rancio, contradictorio e incompetente de Torra y los suyos, ha jugado des del primer momento a predicar su quimera, en detrimento de la unidad de acción en el ámbito sanitario. En nuestro país el ultrapatriotismo verbal de unos y otros les ha servido de coartada para torpedear todo lo que ha intentado hacer el ejecutivo. Diciendo esto no pretendo eximirlo de sus errores, pero tampoco condenarlos a priori. Si los Feijó, los Almeida y las Arrimadas han sido excepción, los Casado, las Ayuso y los Abascal, han sido la norma. Vuelvo de nuevo la mirada hacia Portugal con sana envidia, aplaudiendo a ese líder de la oposición, Rui Rio, que ha escrito una carta a sus seguidores diciéndoles que no es momento de atacar al gobierno de Antonio Costa, que eso no es patriótico. Me pregunto también qué pensaría hoy Saramago ante la mirada displicente de algunos países de la Europa del Norte…