¿COMO VOLAR EL HERMITAGE?
Hay decisiones del equipo de gobierno de Ada Colau difíciles de comprender. El veto a la llegada del Hermitage es una de ellas. Antaño lo fueron el rechazo al Mobile, la oposición a la construcción de nuevos hoteles, la tibieza con la Agencia Europea del Medicamento o la frivolidad para con la industria del automóvil. Ahora le toca el turno al Hermitage. Cualquier persona mínimamente informada sabe que el Hermitage no es una fruslería, que estamos hablando de una de las pinacotecas más importantes del mundo, de uno de los museos con piezas de incalculable valor artístico y cultural. A veces llego a pensar que algunos de nuestros gestores públicos se dejan llevar por apriorismos ideológicos, hijos de un viejo maniqueísmo, poco prácticos. Y que otros, para no ver perturbada su área de confort político, ceden y tragan lo que les echen sin oponer resistencia argumental. Lo que a todas luces sería una opción de sentido común queda supeditada a un postureo de cartón piedra, o a un ‘laissez passer’ acomodaticio.
Con la que está cayendo se hace difícil admitir que una ciudad como Barcelona -que ve su actividad económica, turística y comercial castigada por la crisis del coronavirus-acepte desprenderse de una inversión en el terreno cultural que viene acompañada de cuantiosos puestos de trabajo directos e indirectos. Cuesta entender que nuestros astutos gestores municipales no perciban la posibilidad de articular una oferta cultural de éxito –con museo Picasso, Miro, MNAC, etc.- capaz de atraer turismo de nivel en lugar del de juerga y borrachera. Argumentan los contrarios a la llegada del Hermitage que cuatro informes, hechos por encargo de los ‘anti’, desaconsejan que el proyecto recale en el puerto barcelonés. Perfecto, pero también hay estudios y planteamientos en sentido inverso y, según tengo entendido, abiertos a estudiar alternativas a las pegas expuestas por el consistorio. Así lo certifican las múltiples propuestas de adaptación referentes a movilidad ofertadas a lo largo de más de cuatro años por los promotores. Pues bien, Ada Colau y compañía siguen empeñados en dificultar la instalación del Hermitage en Barcelona. También me consta que personas del ámbito socialista, vinculadas al cosmos cultural, no ven con buenos ojos la cerrazón del gobierno municipal. ¿Qué cara de póker se nos va a poner a los barceloneses si al final el proyecto aterriza en Madrid, o en otra ciudad española? Hay empecinamientos perjudiciales y éste lo es. Huele a postureo, a incapacidad de rectificar.
Quizás peque de ingenuo pero me gustaría que el Hermitage viniera a completar la oferta cultural de la ciudad, que nos mostrara obras y colecciones de interés. Me encantaría también que con él llegara una rama de la famosa colonia de gatos que moran en el Hermitage de San Petersburgo. Sí, los gatos de Kazán que llevan allí desde el siglo XVIII cuando la emperatriz de Rusia, Isabel I, ordenó su cría y custodia para combatir las ratas de palacio. Los felinos serian bien recibidos y mimados en Barcelona, en nuestra ciudad abundan todo tipo de ratas, conviene mantenerlas a raya y nada mejor para ello que los gatos de Kazán. Mejor estos animalitos de sangre caliente que no el gato chino dorado, ese que mueve el brazo en las tiendas de todo a cien…. o en un futuro outlet.
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