Joan Ferran:
"Los independentistas están quebrando la convivencia en Cataluña"
El ex diputado autonómico del PSC Joan Ferran presenta el 9 de marzo en el Ateneu Popular Cerdà su último libro, 'Esperando a Noé. Entre el diluvio y la independencia'. El autor compara la situación política de la Cataluña del bienio negro republicano con la actual a partir de una serie de textos publicados hace ochenta años en el diario El Diluvio. El ex dirigente socialista concluye que la sociedad catalana se encuentra en un bucle en el que los temas identitarios y territoriales se repiten.
Sergio Fidalgo
¿Por qué un independentista debería ir a una librería y comprar su libro?
Es una obra respetuosa con sus creencias, y me parece bien que las tenga porque respeto cualquier ideología que se exprese por métodos cívicos y democráticos, pero deberían pensar que hay una parte considerable de ciudadanos de Cataluña que han vivido estos cuarenta meses como los vivo yo, pero que no han tenido la oportunidad de expresarse como yo la he tenido, o mediante un libro o con intervenciones en los medios de comunicación. Sería una manera que se pusieran en la piel de los que no queremos la independencia, de los que estamos hartos de esta situación, que no lo vemos y estamos preocupando por cómo va a acabar Cataluña. Gente que merece el mismo respeto que los independentistas pero que no tienen acceso a una televisión pública ni a la mayoría de medios privados del país, porque son ciudadanos de a pie.
¿Y un no independentista?
Porque se han de armar de argumentos para romper las falacias, los mitos, esta interpretación de la historia hecha en base a una ideología nacionalista. Hay que empezar a contar de verdad lo que fue el 1714, y no lo que se ha relatado en los actos del Tricentenario. O que la Guerra Civil fue una contienda entre constitucionalistas y los que no lo eran, no un combate entre España contra Cataluña como pretende Jaume Sobrequés. No puede ser que en un país se prime a los que piensan de determinada forma en detrimento de los otros, no se puede insultar por la calle a nadie, no puede pasar lo que ha pasado en el carnaval de Solsona... Esto es lo que hay que decir, que hay que vivir en paz y que todo el mundo puede pensar lo que quiera pero nadie tiene derecho a imponer a nadie nada.
¿Cuál es el mensaje del libro?
Partiendo de la excusa de que el protagonista, que es el que publica sus reflexiones en el libro, encuentra un pliego de viejos ejemplares del periódico El Diluvio de la época de la Segunda República...
¿El Diluvio?
Era un diario de gran tirada, competía con La Vanguardia, era progresista y republicano, salvando las distancias sería como El Periódico de nuestros días. A partir de este descubrimiento hace un paralelismo entre los problemas que la sociedad catalana y española discutía en 1932, 1933 y 1934, y el seguimiento del llamado procés de los años 2012, 2013 y 2014.
Dos épocas muy diferentes...
No tanto si nos atenemos a las cuestiones en discusión. Casualidades de la vida, los temas son redundantes. Hace ochenta años se debatía lo mismo que ahora. Sobre el Once de septiembre, el encaje de Cataluña en España, la autonomía o los hechos de Octubre de 1934 en los que se produjo la Declaración Unilateral de Independencia. Recordemos que en este año se produjo la proclamación del Estado Catalán dentro de la República Federal Española y el encarcelamiento del presidente Companys, y en 2014 lo que se ha producido es una desobediencia manifiesta del orden constitucional. En espacios distintos hay situaciones similares porque las temáticas son redundantes.
Y El Diluvio sirve de referencia...
Exacto, esos recortes muestran cómo en aquellos tiempos la prensa discutía cosas muy similares a las de ahora y catalogaba a sus gobernantes de una manera muy parecida.
Conociendo su capacidad para sacar punta a las cosas, seguro que hay algo más que una simple comparación entre épocas.
El libro tiene una segunda intención muy clara, que es mostrar que se ha llegado a una situación en la que el autor se preocupa muchísimo porque en Cataluña se está avanzando hacia una posible ruptura de la cohesión social, de que la sociedad se parta en dos, los que estarían por un proceso independentista y los que no lo están. Y le preocupa porque Cataluña siempre ha sido un ejemplo de conllevancia, como decía Ortega, entre unos y otros. Con esta gente, refiriéndome a los que defienden la secesión, se está produciendo una quiebra de la convivencia.
¿Qué otras cuestiones se tratan?
Otro tema que se toca es cómo las nuevas élites catalanas que han mandado durante muchos años, como Convergència i Unió, se han envuelto en la bandera del independentismo para perpetuarse en el poder político, social y económico. Quieren capitanear la secesión porque quieren seguir mandando. Y uno de los problemas que denuncia el libro es cómo a través de las estructuras de la Generalidad, de sus medios de comunicación, de las subvenciones a los medios privados se ha generado un cierto adoctrinamiento respecto a la ideología independentista y los planteamientos nacionalistas.
Entonces la prensa catalana no quedará en muy buen lugar…
El libro critica con fiereza a la televisión pública catalana y a la legión de escribas y tertulianos que han abrazado la nueva fe, la fe del nacionalismo independentista. Sin olvidarse de aquellas personas que se han desplazado de unas posiciones políticas iniciales de una forma súbita.
Eso suena a un mensaje para el conseller Mascarell.
Entiendo que la gente pueda evolucionar políticamente, pero eso lleva un tiempo. Lo que no se entiende es la conversión inmediata de un credo al otro en espacio de dos o tres días como ocurrió con el caso citado. O como se vio venir con el señor Ernest Maragall, o como ha sucedido con algunos ex consejeros de la época del tripartito, que toda la vida habían sido socialistas y federalistas y que paulatinamente, a distintas velocidades, han ido abrazando el credo independentista-soberanista.
¿Montserrat Tura, por ejemplo?
Montse Tura es una de ellas, que ha radicalizado sus posiciones, Marina Geli... Otros están en una situación más difusa pero no exenta de algún ribete extraño, como Quim Nadal, que quizás no se ha manifestado de una forma tan clara, pero sí que ha adoptado una posición distante de lo que acordó el PSC.
La izquierda en Cataluña parece desdibujada…
Es que otro de los elementos que el libro plantea de fondo es cómo la izquierda en general, en la que incluyo no solo al Partido Socialista, sino a gente que en estos momentos está en Izquierda Unida o Iniciativa o en algún que otro movimiento, se ha dejado por el camino sus planteamientos de política social para abrazar conceptualmente postulados del nacionalismo.
La bandera lo ha tapado todo.
Ese vacío de no plantear como ejes de su actividad política los elementos sociales han sido ocupados por otros de tipo identitario, nacionalista, territorial. Han desplazado su discurso hacia uno que no tiene nada que ver con la esencia de la izquierda de forma tradicional. Los principales damnificados de esta cuestión son, evidentemente, el PSC, que abandonó el eje sobre el que yo creo que debería haber gravitado su política, el eje de defensa de los trabajadores, los más desfavorecidos y las clases medias urbanas preocupadas por el Estado del bienestar. En Cataluña hay una discusión sobre la lógica territorial e identitaria y no sobre los temas sociales.
El libro compara la situación de los años 30 con la actual.
¿La talla de los protagonistas políticos es la misma?
No. La situación política y social en tiempos de la Segunda República era mucho más tensa, pero que los temas sean los mismos indica que llevamos ochenta años dándole vueltas a un bucle. Los herederos de la Lliga Regionalista del señor Cambó hoy son los Pujol y los Mas, que son los que defienden los intereses de lo que podemos llamar la derecha social. Lo que pasa es que hay un descenso de la calidad política. Con todo el peso que lleva Jordi Pujol encima el nivel de sus equipos iniciales en la Generalidad es superior a los del señor Artur Mas. Los personajes de la Transición que vivieron la clandestinidad entraron con un bagaje en la política superior al actual. Con una capacidad de pacto, de maniobra, de entendimiento. No son lo mismo el señor Roca Junyent, Solé Tura, Herrero de Miñón, Ramón Tamames que el señor Artur Mas, Oriol Junqueras y la mayoría de los dirigentes actuales.
¿Y comparando con la Segunda República?
Hay personajes de talla intelectual muy importante, como Azaña, nada que ver con Mariano Rajoy o Artur Mas...
¿Y Companys?
Companys fue un dirigente político muy mitificado en estos momentos porque murió como murió, pero me remito a los dietarios de Amadeu Hurtado para comprender su talla política.
¿Y Junqueras? ¿Qué habría sido en la Segunda República?
No lo sé. Obviamente Junqueras en aquellos años, si hubiera sido un dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya, habría tenido que acentuar más su vertiente social. Porque ERC intentó tontear más de una vez con la CNT y los sindicatos y con la lucha obrera. Entonces los sindicatos tenían una capacidad de organización impresionante, y miles y miles de afiliados activos. Y marcaban la política mucho más que ahora.
¿Qué le gustaría que se llevara un diluvio?
Que la derecha no gobernara, que los ciudadanos de buena fe que se han creído que la independencia es un 'curalotodo' se dieran cuenta de que ninguna independencia lo es, y menos en una sociedad tan interdependiente como la actual a nivel mundial. Que se dieran cuenta de que es una falacia que la independencia será la solución mágica a la crisis, que se van a superar los problemas sociales, que no va a haber listas de espera, que va a haber una Ley de Dependencia que abarcará a todo el mundo que lo necesite. Que vieran que les han estado engañando durante cuarenta meses. Y que realmente se pusieran las pilas para defender una sociedad mejor, para defender lo que nos queda de Estado de bienestar y recuperar lo que nos han quitado e intentar construir un mundo más justo, con los derechos de los ciudadanos imperando por doquier. Pero no solo aquí, a nivel global. Que un señor de Bangladesh que está haciendo una camisa que nosotros compramos aquí a dos euros tenga derechos sindicales y laborales. Y que el que más tenga, pague más. Que el diluvio se llevara el paro... Pero insisto que en Cataluña me gustaría que la gente abriera los ojos y descubriera el engaño. Y lo que me fastidia es que las personas de buena fe hayan sido manipuladas durante tanto tiempo y que se hayan utilizado 'estructuras de Estado', como son la televisión y la radio pública.
Dice que no quiere que gobierne "la derecha". Póngale nombre.
Convergència, el Partido Popular, Unió Democràtica... UDC tiene algún sector socialcristiano con sensibilidad social, y CDC también, aunque en el fondo defienden los intereses de la derecha. Esquerra Republicana es simplemente un movimiento que no se sabe bien dónde se ubica, pero que en estos momentos su hoja de ruta es absolutamente la independencia y nada más. Además con la falacia de independencia sin aclarar para qué y para quién. Y dentro del PSC hay social-liberales, pero hay muchos más socialistas de verdad y de corazón. Como en ICV y EUiA. Y en Podemos hay la indefinición. Ciudadanos me confunde, en ocasiones suscribo muchos de sus planteamientos y otras veces en temas característicos de la izquierda o tienen contradicciones, o no los quieren abordar, o prefieren estar en esta situación porque son un movimiento en ascenso, igual que Podemos.
Si todavía fuera diputado en el Parlamento autonómico catalán, y hubiera estado en la comisión que investiga a los Pujol, ¿qué pregunta le habría hecho a Jordi Pujol?
Le hubiera hecho una pregunta condicionada: "Con usted he discrepado a lo largo de muchos años, siempre he pensado que ha sido un político hábil. ¿Cómo puede ser que una persona tan inteligente no haya sabido darse cuenta que, después de tener un buen número de consejeros, por no hablar de su familia, complicados en asuntos judiciales, no se le haya subido la mosca tras la oreja y ahora ponga cara de sorpresa?".
¿Y a Jordi Pujol Ferrusola?
Le habría dicho que "usted puede ser un buen agente comercial pero el producto que nos está vendiendo, aparte de falso, está adulterado".
¿Y a Marta Ferrusola?
“Usted es un compendio de los peores tics que ha tenido una Cataluña pacata, patriarcal y xenófoba. Usted se metió con los emigrantes, con los homosexuales y con los que no comparten su 'fe' nacionalista. En el fondo es intolerante”.
<< Home