LAS VERDADES DE FELIPE Y DURAN
Cataluña es un país que vive estresado. Una ciudadanía que celebra tres elecciones autonómicas en cinco años puede llegar a columpiarse fácilmente entre el hartazgo y la crispación, entre la desidia y la intolerancia. Ojo pues.
Desde los albores del 2010, hasta el día de hoy, el gobierno de la Generalitat nos ha obsequiado con una política de recortes antisociales oculta bajo una hoja de ruta rellena de verbalismo independentista. Ustedes lo saben bien; todo ello ha sido financiado con herramientas institucionales entre las que la radio y televisión pública ha jugado un papel determinante. Tanta ignominia podría relativizarse si este país no estuviera en un tris de perder su espíritu de convivencia y cohesión social. Pero no es así. La atmósfera política catalana se ha enrarecido, la radicalización de posturas va en aumento. Hemos rebasado la línea del todo vale y la culpa es siempre de los demás. Llegados a este punto filipino son de agradecer las cartas -aviso para navegantes- dirigidas a catalanes y españoles. Las misivas firmadas por Felipe González y Duran Lleida, alertando a los ciudadanos acerca de la irresponsabilidad de algunos dirigentes políticos al prometer quimeras imposibles y paraísos inexistentes, son dignas de encomio. Duran y Felipe nos dicen, casi al unísono, que la independencia es negativa para todos, que la desaparición del catalanismo moderado es mala noticia, que la salida hay que buscarla mediante el dialogo y las reformas pactadas… Ambos coinciden también en determinar que tanto Artur Mas, como Mariano Rajoy, están inhabilitados para recuperar el necesario diálogo institucional.
Algunos (y algunas como Pilar Rahola) han jugado a descalificar a González afeándole algún pasaje de la carta para obviar, así, la profundidad del aviso y del mensaje. Otros han disparado contra Duran acusándole de submarino de no se sabe bien quien. Unos y otros no permiten que alguien les diga que el rey va desnudo, que el ‘procés’ lleva el germen del caos y la semilla de la frustración.
Las cartas-aviso de estos viejos rockeros de la política rezuman verdades…
Ya saben: ‘Quien dice verdades….’
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