El blog d'en Joan Ferran

29.1.23

MANIFESTACIONES.....

 






DE MONTJUIC A LA CIBELES 


 Hay concentraciones que las carga de veneno el diablo para escupirlo luego sobre los ingenuos. Ya saben, el Maligno está en todas partes, no conoce fronteras y no tarda en manifestarse. A veces se demora pero siempre acude. La ponzoña le llegó a Oriol Junqueras, bajo las cuatro columnas de Puig i Cadafalch, para deleite de sus competidores y espanto de correligionarios en puertas de elecciones. Hace unos años esa toxicidad salpicó también al presidente José Montilla en plena Gran Vía barcelonesa. Este fin de semana la Fuente de la Cibeles ha contemplado cómo la multitud se divertía maldiciendo la estampa de Pedro Sánchez, exigiendo su dimisión. En esos eventos multitudinarios el maniqueismo ideológico lleva a etiquetar a personas y partidos de un modo dicotómico. Unos son declarados buenos, otros son clasificados como malos o traidores sin que medie una pizca de bondad o sentido común. Esas circunstancias suelen darse cuando los convocantes sienten la necesidad de atrincherarse negando la legitimidad del adversario político. A los radicales les va eso. No obstante, no hay que ser demasiado avispado para detectar las similitudes y coincidencias que se dan, por ejemplo, entre las performances de algunos independentistas catalanes y las de la derecha española enfurismada. En unas y otras son agitadas al viento y enarboladas banderas cargadas de simbolismo; se cantan himnos y canciones patrióticas cuyo objetivo es activar sentimientos de pertenencia; se anatemiza al adversario llegando, incluso, hasta el insulto; se predica que la nación está en peligro o la lengua ninguneada. Para redondear las coincidencias, los organizadores de las manifestaciones nunca dan por buenas las cifras de asistentes que notifican las autoridades competentes. Donde unos ven mil otros cuentan diez mil. Pero más allá de estos apuntes, que pueden ser considerados como anecdóticos, concentraciones como las de plaza Colón, Palau Nacional, Cibeles o Sant Jaume suelen tener a medio plazo perniciosos efectos secundarios. Albert Rivera estigmatizó y perjudicó como alcaldable a Manuel Valls a partir del momento en que le forzó a acudir a la Plaza de Colón. En olor de multitudes, el entonces líder de Ciudadanos se vino arriba y creyó poder llegar a la Moncloa avanzando por la derecha. Erró el calculo y precipitó a su partido por la pendiente de la irrelevancia. Que lo de la plaza de Colón también fue gafe para el PP de Pablo Casado, Cayetana Álvarez de Toledo o García Egea es una evidencia. Allí se inicio la decadencia de una Inés Arrimadas sujeta a los caprichos políticos del macho alfa de su partido. Insisto, estas manifestaciones las carga el diablo, atrapan a amigos y enemigos. A los de VOX y Santiago Abascal les conmina, por coherencia, a presentar una moción de censura. A los de Núñez Feijóo les obliga a mojarse sin salir demasiado en la foto, no sea que el efecto Borja Sémper para pescar en el centro se diluya. A quien incluso opina que en las concentraciones de estas semanas se oculta el huevo de la serpiente del bolsonarismo hispano y del neo trumpismo independentista a lo Quim Torra y Laura Borras. Lo acontecido en Madrid alrededor de la Fuente de la Cibeles, y en Barcelona ante el Palau Nacional, son fenómenos de enfrentamiento político que se retroalimentan. Por cierto, puestos a pedir, sería deseable que nadie confundiera la libertad de expresión y manifestación con la retórica tautológica que gastan los extremistas de uno y otro bando. Bajo la columnas barcelonesas y junto a la fuente madrileña se aprecia el mismo modus operandi: veneno.

17.1.23

Gina Lollobrigida Salomone e la regina di Saba

ENCUESTAS Y ENCUESTAS

 




EN MAYO EL ROCÍN SE HACE CABALLO.




 Aquellos que consideran las elecciones municipales como unos comicios de segunda categoría se equivocan. A lo largo de la historia hemos podido comprobar como los resultados de ese tipo de elecciones ha condicionado significativamente tanto la política catalana como la española. Las celebradas el 12 de abril de 1931 abrieron las puertas a la Segunda República y las de la Transición permitieron la llegada de savia nueva a los consistorios. Las del 28 de mayo prometen ser reñidas. Las encuestas vaticinan un resultado fragmentado, ideal para dar vidilla a los operadores de apuestas y a analistas de tres al cuarto como un servidor. Quizás por ello ningún candidato está dispuesto a perder el tiempo ni la oportunidad de mostrarse como elixir cura todo de los males que aquejan a nuestras ciudades. La batalla por Barcelona y su región metropolitana ya se ha iniciado. Ada Colau, consciente de que no está en su mejor momento de popularidad ha movido ficha y, de la mano de Yolanda Díaz, ha marcado diferencias respecto temas como el aeropuerto y las infraestructuras. Segundo movimiento el de la alcaldesa, tras intentar polarizar las elecciones con un almuerzo de conveniencia con Xavier Trias. Ambos anhelan sacarse de encima el marcaje de Jaume Collboni. El candidato socialista molesta porque, más allá de su transversalidad, su discurso es capaz de compatibilizar la lucha por la sostenibilidad ambiental con la actividad económica. Collboni es un político que, a pesar de formar parte del gobierno de coalición, no ha bendecido el ‘urbanismo táctico’ que desdibuja el núcleo urbano más emblemático de Barcelona. Tampoco ha comulgado con el laissez faire de los Comunes respecto a temas como la seguridad o las okupaciones. Lo cierto es que el pecado mortal de algunos aspirantes a la alcaldía es no asimilar que la ciudad no sólo pertenece a los censados que votan en ella, es no comprender lo que significa ejercer la capitalidad. Ese ha sido y es, junto al postureo, el problema principal de Ada Colau y los suyos. Este pasado fin de semana La Vanguardia ha publicado una encuesta que da como vencedor a la alcaldía de Barcelona a Xavier Trias. También augura un empate técnico entre Colau y Collboni. La lectura de la misma ha disparado la hiperactividad de los aspirantes. El de Junts ha usado el twitter y las redes sociales para dar rienda suelta a un optimismo desenfrenado. El sempiterno Ernest Maragall, viéndose apeado del pódium de los vencedores, se ha prodigado ejerciendo funciones de portavoz de ERC opinando sobre el debate presupuestario. Ojo al dato antes de que llegue el drama: Algunos cuadros republicanos ya advirtieron a la dirección del partido que convenía cambiar de candidato, pero Junqueras prefirió estrujar el apellido Maragall hasta la última gota. Es pronto para dar por consolidados estos pronósticos tan contradictorios con otros sondeos aparecidos recientemente. Recuerdo que La Vanguardia ya erró el tiro cuando, pocos meses antes de las elecciones municipales de 2019, anunció que Ciudadanos se colocaba a solo dos puntos de Ada Colau. El sondeo publicado por el rotativo tampoco contempla variables como la irrupción de Daniel Sirera como candidato. Que nadie lo dude, el veterano político va a ser arropado sin fisuras por un PP dispuesto a resucitar en Barcelona y Cataluña. Y es probable que lo haga en detrimento de plataformas y colectivos de reciente constitución o en período de re fundación o crisis interna. Hay partido por jugar y tanto es prematuro lanzar las campanas al vuelo como especular sobre el día después. Ya lo dice el refrán: En mayo el rocín se hace caballo. ¿Quién seguirá de rocín?

6.1.23

LOS BANCOAS HAN DE APECHUGAR

 




¡MÁS CAJEROS! 


 No se si ustedes se acordarán de Carlos San Juan. Sí, aquel pensionista valenciano de setenta y ocho años que, harto de sentirse ninguneado por los bancos, usó la plataforma ‘change.org’ para impulsar una recogida de firmas. El objetivo era reclamar que las entidades financieras, lejos de clausurar oficinas y agencias, atendieran como es debido a las personas mayores víctimas de la llamada brecha digital. La campaña se saldó con un gran éxito. Bajo el slogan ‘No soy idiota, soy mayor’, el bueno de Carlos recogió miles de firmas y las muestras de apoyo le llegaron de todos los rincones de España. El tema trascendió tanto que el mundillo político no tuvo mas remedio que abordar el asunto al más alto nivel. Han transcurrido casi dos años de aquella iniciativa. Algunas instituciones, no todas, han movido ficha. El Ayuntamiento de Barcelona lo ha hecho. El primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, ha anunciado un conjunto de medidas para que, a finales del presente año, la ciudad cuente con un 11% más de cajeros automáticos. El Consistorio también asesorará a los mayores que lo precisen e intervendrá contra posibles casos de desatención bancaria. Un aplauso para esta iniciativa del municipio y una gran ovación para la chispa concienciadora que en su día provocó Carlos San Juan. Ni él ni nosotros somos idiotas. Sabemos cual es la esencia del negocio bancario; cierto, pero las entidades financieras han de interiorizar que hay miles de Carlos dispuestos a pelear por sus derechos.

HASTA LA EXTENUACIÓN

 




     SIN TREGUA Y EN CAMPAÑA 

       
 En este país vivimos en campaña electoral permanente. Los resultados de unas elecciones autonómicas, no importa cuales, pueden ser interpretados a gusto del consumidor. Todo sirve para vaticinar, sin rigor alguno, lo que va a acontecer en los otros ámbitos políticos. Con las elecciones municipales va a ocurrir lo mismo. Jugamos a establecer vasos comunicantes con lo que está por llegar, e incluso especulamos con la fecha de caducidad de determinados liderazgos políticos. Algunos ya ven a Isabel Díaz Ayuso, o a Moreno Bonilla, como seres predestinados a presidir el gobierno de España. Otros ya han enterrado a Ciudadanos y, con él, a Edmundo Bal e Inés Arrimadas. Este estado de constante y nerviosa duermevela, de campaña electoral permanente, impide a los partidos políticos la reflexión necesaria para no caer en el cortoplacismo estéril. Y lo cierto es que la actividad política y la dinámica institucional, como si fueran seres vivos, también precisan reposo. Pero en este país no hay espacio ni para una breve tregua navideña. Aunque todavía faltan cinco meses para el domingo 28 de mayo, la maquinaria para las elecciones municipales del 2023 ya está en marcha. La mayoría de los partidos políticos, si exceptuamos al PP, ya han notificado quienes van a ser sus cabezas de lista en los pueblos y ciudades de Catalunya. Todos declaran ver los comicios como algo lejano, pero a nadie se le escapa que lo que acontece en las Cortes es un episodio más de una interminable campaña electoral. Hace casi cincuenta años Patrick Caddell, asesor del presidente estadounidense Jimmy Carter, sostuvo con éxito la tesis de que gobernar, y seguir en el poder, requería llevar a termino una campaña explicativa permanente fuera de período electoral. La propuesta consistía en procurar difundir, desde el gabinete de prensa presidencial, contenidos y propuestas del día a día como si se tratara de una carrera de fondo contra los competidores. La tesis fundamental de Caddell era que todo lo que no se comunica no existe a efectos de la opinión pública. En nuestro país muchos partidos han hecho suya  la tesis de fortalecer su capacidad de comunicación política. Perfecto, pero una cosa es explicarse y otra muy distinta es dilatar en el tiempo la confrontación a cara de perro entre partidos y candidatos. Para muestra, un botón: cuando Anna Grau, la aspirante de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, se estrena diciendo que su prioridad política es ‘echar’ a Ada Colau creo que se equivoca. Como también lo hace Xavier Trias cuando se presenta en sociedad como única alternativa ‘contra’ la alcaldesa. Si hoy ya van de ese palo ¿Qué nos dirán en el tramo final de campaña? A más de uno nos gustaría que los candidatos dejaran de anatemizar permanentemente al adversario y nos explicaran alguna cosa de su programa político, de su proyecto de ciudad. Las candidaturas que se vertebran tan solo sobre la negación carecen de solvencia, no son de fiar. Por cierto, de estas últimas, aspirando a la alcaldía de Barcelona y de otras ciudades del Área Metropolitana, hay unas cuantas. Las encuestas nos dicen que en el pódium de la ciudad condal hay sitio para tres y que solo uno de ellos ocupará el espacio elevado del mismo. Nos dicen también, depende del día, que el resultado electoral va a ser muy ajustado. Quizás sí, pero un servidor de ustedes confía en que el vencedor sea un candidato con voluntad de permanencia en el cargo, capaz de tender puentes y dispuesto, sin excluir a nadie, a pactar proyectos de ciudad. Ganar en votos no significa automáticamente gobernar si no se es capaz de acordar. Para otra ocasión dejaremos los comentarios acerca de los que se presentan, como Ernest Maragall, para luego dejar correr la lista, o las que buscan su acomodo en futuras candidaturas para las elecciones generales. Sí, vivimos en campaña electoral permanente, sin tregua.

UN POQUITO DE REALIDAD, POR FAVOR

 

             
                   TRISTES TIGRES 






 A los presidentes chinos les encanta echar mano de refranes y proverbios tradicionales. Cuentan que Felipe González aprendió de Deng Xiaoping aquel que dice: ‘gato blanco o gato negro, da igual, lo importante es que cace ratones’. En el día a día de la política se puede aprender mucho de la vieja sabiduría china. Algunas expresiones o frases, como las referidas a los ‘tigres de papel’, son capaces de retratar cosas que aparentan ser una amenaza pero, en realidad, son inocuas o inofensivas. A Mao Zedong le gustaba emplear la frase de los felinos para describir al imperialismo americano. Consideraba que todos los reaccionarios eran tigres de papel, aparentemente fuertes y poderosos, pero en realidad asustadizos y carentes de garras. En el mundo de la política abunda esa especie de tigres. Seguí con suma atención el mensaje navideño que el president, Pere Aragonès, nos leyó desde la Biblioteca de Cataluña. He reflexionado mucho sobre ello. Me pareció inoportuno tanto por su contenido, como por el momento político en que ha sido verbalizado. El país no está para bromas. Llegué a la conclusión de que los republicanos no aguantan como es debido la presión de la CUP y Junts, les falta entereza. En jornada de canelones Aragonès volvió a la carga con el tema del referéndum y nos emplazó de nuevo a recorrer la vía canadiense. En su monólogo- como si se tratara de la señora Maisel de la serie, pero sin gracia- exigió responsabilidad a todos los partidos para aprobar los presupuestos de la Generalitat gratis et amore. Lamentablemente, respecto a las cuentas, en la hoja de servicios del president solo constan un par de pactos con guiños a los Comuns y poca cosa más. Escaso mérito hay en ese acuerdo. Ustedes ya saben, el de Jéssica Albiach es un grupo parlamentario pequeño y siempre dispuesto a ocupar titulares a cambio de cuatro carantoñas. Les va en ello la supervivencia política. Pues bien, a pesar de que la gente más sensata del país, empresarios, sindicatos e incluso influyentes medios de comunicación, aconsejan a Esquerra pactar las propuestas de Salvador Illa, los republicanos se resisten. Pero la vida fluye y a ERC le ha llegado el momento de la verdad, la prueba del nueve a la que se ha de enfrentar un gestor político si quiere gobernar con solvencia. ¿Pragmatismo o postureo permanente? Esa es la cuestión. Y en esta tesitura también le llega el turno de deshojar la margarita al PSC. Los socialistas deberán decidir en última instancia qué hacer y cómo hacerlo. En el haber de Illa consta un método opositor respetuoso, constructivo, con infinidad de llamamientos a la concordia y el pacto. En materia presupuestaria son conocidas sus exigencias en el ámbito de la actividad económica y en el terreno de las grandes infraestructuras. Si los presupuestos fracasan por la escasa cintura del Govern, no va a ser creíble echar las culpas al principal partido de la oposición. De nada sirven las editoriales buenistas de algunos medios y los llamamientos a la sensatez de los subvencionados. Si el ejecutivo catalán se obsesiona y bloquea por el qué dirán sus competidores independentistas, la cosa se pondrá difícil. Pere Aragonès y su gobierno son una versión postmoderna del tigre de papel de los chinos. Cuando les conviene sacan el espantajo de la autodeterminación y el referéndum para atemorizar adversarios y alimentar a sus bases; despiertan la ira de la España profunda y sobre ella intentan reiniciar la espiral de los malos rollos. Ese proceder ya no cuela. Va tantas veces ese cántaro a la fuente que conviene romperlo. Salvador Illa puede hacerlo. Comparto la tesis de mi amigo Toni Bolaño cuando afirma ‘si Aragonès quiere presupuestos tendrá que arremangarse’. En Madrid ya han pasado la página de las cuentas, la legislatura española tiene su propia lógica y en periodo electoral no convienen las mezclas. Con solo treinta y tres diputados los republicanos ni son fuertes ni estan para rugidos. Si anuncian, como han hecho Junqueras y Aragonès, volver a la agitación y propaganda del pasado hay que reflexionar y obrar en consecuencia. Salvador Illa ganó las elecciones y en sus manos está apaciguar las pulsiones cainitas de los tigres de papel a la catalana.