El blog d'en Joan Ferran

18.3.20

A PESAR DE VERGÉS , TORRA Y BUCH...




RELAJENSE, SEAN BUENOS… 

Si, ya lo sé. Reconozco que la realidad se asemeja a un cómic de ciencia ficción en el que la tele, la radio y los medios de comunicación narran sin pausa el número de confinados e infectados victimas del virus de marras. Calles casi desiertas, gente con mascarillas y estanterías vacías en los supermercados. También -¡maldita ignorancia!- personas mayores y mozalbetes despreocupados que desobedecen las indicaciones de las autoridades sanitarias. Miedo al contagio en mucha gente, pánico en unos cuantos y estupidez declarativa en boca de más de un político, supuestamente patriota, sin el don de la oportunidad. Escuelas, bibliotecas y centros cívicos sin usuarios. El mundo del deporte paralizado y el futbol de las estrellas en el dique seco. Italia cerrada a cal y canto, Trump vomitando sandeces como siempre y Venecia más triste y gris que la de Charles Aznavour. Nos llaman a cerrar filas obedientes, disciplinados y exigentes con nosotros mismos. Hagámoslo, relájense y sean buenos. Desde mi ventana observo como un almez se despereza y viste de verde ramas hasta ayer desnudas, el vecino del quinto pasea un galgo ingles y el quiosquero paquistaní bosteza de aburrimiento. Un silencio temeroso se ha apoderado de un ambiente que rompe el ladrido de un can. Buen momento para leer, para pensar, para reflexionar acerca de lo bueno y de lo malo, de nuestros miedos. Buena ocasión para la introspección, para comprobar cuál es nuestro índice de solidaridad. Relájense; ustedes me perdonaran pero voy a permitirme la licencia de sugerirles una pequeña actividad. Intenten recuperar y escuchar, en la voz de Amancio Prada, la canción ‘El caballo blanco’ musicada sobre la base de un escrito de Manuel Vicent. Escribía nuestro literato, en un artículo de prensa, que imaginaba aquel corcel como un símbolo de soledad cabalgando sin jinete ni montura. Lo hacía una noche de sábado por una autopista desierta camino del centro de una ciudad vacía. Relájense, sean buenos y déjense transportar por el bálsamo de la música.

COMUNIDAD CHINA AYUDA, TORRA BOICOTEA...





TORRA, PONSATÍ Y TODOS LOS DEMAS… 


Que Quim Torra es un político fuera de tiempo y de lugar ya no lo discuten ni sus correligionarios. Habituado a reclamaciones extemporáneas, descortesías protocolarias y decisiones carentes de sentido común, vive inmerso en el mundo amarillo de la sinrazón. La mística que le devora le hace perder la percepción de la realidad, le empuja a esos absurdos que suelen prologar lo ridículo. Gusta el vicario llenarse la boca de palabras rimbombantes y apelar, una y otra vez, a estereotipos preñados de sentimientos patrios. Su confusa ideología se sustenta en un amasijo de intereses partidistas e inconfesables fidelidades personales. Con retórica vacua y pueril ha intentado de nuevo poner en aprietos al gobierno español reclamando competencias desde la incompetencia. La mediocridad de su Govern no tiene parangón. Ha fracasado en su empeño perturbador poniendo de manifiesto la torpeza que le caracteriza. Le acompañan en este viaje a la ignominia y al descrédito unos cuantos más; desde la lacrimosa señora Vergés, que defendía la versión autóctona del ‘Catalonia is diferent’, hasta la viperina y macabra Clara Ponsatí surcando, como un deslenguado dron, el cielo de Madrid. Decía el heterodoxo sevillano, Blanco White, que cuando una inclinación natural es elevada a categoría de virtud sobrevienen la mayoría de los males para añadir, a renglón seguido, que el patrioterismo era un buen ejemplo de ello. Patrioterismo barato el de Torra y sus secuaces en los tiempos del virus. Triste.

10.3.20

¡VAYA FAUNA!




LOS PINTORESCOS DEL ‘PROCÉS’ 


Si a nuestros nietos, o a los hijos de nuestros nietos, algún día les da por repasar la vida y milagros de los personajes más pintorescos de nuestra década, se van a reír un buen rato. Descubrirán que en la Cataluña del ‘procés’ vivió un hombre -al que llamaban Joan ‘Bonanit’- que apostado a las puertas de una prisión daba las buenas noches a unos internos condenados por delitos de sedición o alteración del orden público. Nuestros futuros estudiosos seguramente revelarán que aquel entusiasta patriota, megáfono en mano, desistió de su actitud al comprobar que sus homenajeados comenzaban a disfrutar de unos beneficios penitenciarios que les permitían pernoctar en su casa. No se sabe si las nuevas circunstancias generaron en Joan ‘Bonanit’ satisfacción o frustración por falta de objetivos. Pero a poco que sigan tirando de hemeroteca comprobarán que la nómina de los pintorescos del procés era larga y extensa. Repararán, sin duda, en una monjita semi laica amante del tango y enamorada -se supone que platónicamente- de un tal Mas al que, las malas lenguas, le endosan el inicio del desbarajuste catalán. Verán los investigadores que la susodicha religiosa atendía al nombre de sor Lucia Caram, definiéndose a sí misma como ‘la monja cojonera’. Adicta a la pantalla no les será extraño encontrar su imagen en los archivos de Operación Triunfo... Pero el personaje más pintoresco de todos, el más histriónico y omnipresente de toda la etapa procesista será el de una señora llamada Pilar; ‘La Rahola’ para amigos y enemigos, para contertulios y detractores. Ella constará como carta de ajuste, créditos, voz en off, biógrafa, experta, predicadora camuflada y ‘Red Bull’ televisivo para cuando las fuerzas del independentismo flaqueaban… Nuestros nietos, o los hijos de nuestros nietos, la identificarán como la pobre muchacha desvalida que no tenía ni para pipas y no llegaba a fin de mes con unos miserables seis mil euros. Leerán que se acercó a la Meridiana para cortar solidariamente el tráfico porque la Meridiana no acudió a ella a la búsqueda de una paella. Y doy fe de que si nuestros nietos, o los hijos de nuestros nietos, siguen empeñados en catalogar todo lo friki y pintoresco que ha parido el ‘procés’ también deberán listar a los Cuevillas, Talegones, Cotarelos y otras hierbas. ¡Uf! Que lata.

MAS.....



VOLVER, VOLVER, VOLVER… 

Dicen que vuelve. Muy carcomido debe estar el banquillo neoconvergente para anhelar y desear el regreso de Artur Mas. Ansiar resucitar al individuo que protagonizo la década más ominosa y estéril que ha vivido Cataluña, en tiempos de democracia, no tiene nombre. Su etapa fue la de los tantos por ciento, la de los recortes sociales, la del caso Palau, la de la corrupción generalizada, la fractura social y la de los herederos nombrados a dedo… Si amigos, Artur Mas pretende huir de la papelera para volver a la historia. Algunos sectores de la antigua Convergencia ven en él -a falta de algo mejor- al galán que puede suplir la falta de liderazgo serio que padece el cosmos secesionista. Pues bien, pónganse cómodos, prepárense para soportar a lo largo de las semanas próximas un alud de entrevistas y reportajes -no faltaran los de tv3 y CatRadio- hablando del regreso a la escena política de Mas y de su libro exculpatorio. No faltaran a la cita promocional ni las loas de las Rahola de turno, ni las columnas dedicadas de los escribas a sueldo. Se hablará de su posible retorno a la primera línea del combate político más que de su libro. La cosa tiene guasa. Cuando aun no se han esclarecido y cerrado los temas pendientes de la financiación ilegal de Convergencia el hijo prodigo del viejo patriarca sueña con volver a los altares. Cuando aun resuenen en la cámara catalana aquellas palabras que pronunció Pasqual Maragall -cuando dijo: ‘Ustedes tienen un problema, y ese problema se llama tres por ciento’- algunos quieren regresar libres de culpa, como si no hubiera pasado nada. Esas palabras quince años después siguen ahí, en el aire, interrogando al principal heredero del despropósito sin que nadie ose responder. Los herederos de todo aquello arrastran tras de sí una duda no resuelta aunque cambien de siglas, peregrinen a Periñan o les dé por escribir literatura para nacionalistas desencantados. Artur Mas parece querer volver. De acuerdo, su pena ya ha prescrito y puede hacerlo cuando lo desee dentro de la legalidad. Pero ha de permanecer alerta, el viejo tango aun suena y una de sus letrillas dice: ‘Tengo miedo del encuentro con el pasado que vuelve a enfrentarse con mi vida’.

1.3.20

FEIXISME ?



DE QUINS FEIXISMES PARLEM? 


Ets un feixista! Fora feixistes dels nostres barris! Són frases que hem escoltat cridar sovint pels nostres carrers i universitats, o contemplat a la pantalla del televisor. Són imprecacions que transmeten ràbia envers altres, però poques vegades s’ajusten a les característiques reals dels que es pretén insultar. Un dels signes dels nostres temps és el falsejament, la banalització, del verdader significat de les coses i dels conceptes. Diuen els entesos en la matèria que cada cop fem servir menys paraules a l’hora de escriure o expressar-nos; que les anomenades ‘generacions digitals’ tenen en general, malgrat haver adquirit altres habilitats, un lèxic més pobre que els seus pares i avis. Ens expliquen els experts que els joves del nostre temps són més ràpids, resumeixen i sintetitzen millor, concreten i comuniquen sentiments o situacions amb un reduït nombre de caràcters. Alguns afirmen, fins i tot, que aquestes circumstàncies van en detriment del matís i el detall, de la imaginació i la creativitat. El vocabulari dels idiomes no deixa de ser un inventari de les idees i dels interessos de la societat. Els membres d’una determinada comunitat fem servir paraules amb un mateix significat, de no ser així esdevindria difícil la comunicació i l’entesa. Però hi ha qüestions que van més enllà del nombre de paraules emprat per comunicar-nos. Quan en una societat democràtica és buida o redueix -conscient o inconscientment- el significat de les paraules, desvirtuant el seu contingut, estem afeblint el pensament crític. Els camins del totalitarisme són diversos i variats. George Orwell, en la seva obra 1984, descriu la Novaparla (Newspeak) utilitzada per un sistema autoritari que té la intenció de reduir, cada vegada més, l’ús de les paraules per aconseguir què el ciutadà perdi la seva capacitat d’expressar-se i exercir el pensament crític. La idea bàsica de la Novaparla orweliana és eliminar tots el matisos de significat continguts en el llenguatge. Alguna cosa hi ha en el nostre temps de les profetitzades per l’escriptor anglès. Tant és així que potser ha arribat l’hora de recuperar el nom de les coses malgrat que l’esforç, a molts, els hi pugui semblar poc útil Fa unes setmanes, en el decurs de la entrega dels Goya, molts dels guardonats varen prendre la paraula per agrair a l’Acadèmia la concessió dels seus premis. Ho va fer l’actor gironí, Enric Auquer, en ser reconegut com el millor actor revelació pel seu paper com a narcotraficant en la pel•lícula ‘Quien a hierro mata’. Visiblement emocionat, l’ Enric va dedicar el trofeu a totes les antifeixistes del mon. ¡Bravo! Res a objectar a les bones intencions d’aquest excel•lent professional de l’escena, però si una invitació a reflexionar al voltant de l’ús dels mots comodí d’aquesta dècada. Feixista o antifeixista, segons convingui, és el cop de veu més emprat per molts per anatemitzar als adversaris de les seves idees. Aquesta utilització a dojo urbi et orbi del concepte no sols és una banalització del feixisme gens convenient sinó, també, una caricatura de tot un seguit de fets històrics i pensaments polítics. Malauradament alguns agents actius de l’independentisme català han jugat a això. Ha estat l’eminent historiador i sociòleg italià especialista en el feixisme, Emilio Gentile, el que ens ha alertat sobre aquest us indiscriminat dels mots en qüestió. Gentile ens diu, i demostra, que parlar del retorn del feixisme no sols està mancat de rigor històric sinó que agreuja la desinformació sobre allò que realment va representar aquell moviment. En el seu llibre ‘Quién es fascista? Ens mostra com la proliferació de l’insult, destinat a desprestigiar a una amplíssima i heterogènia mostra de conductes polítiques, inclou des del conservadorisme de gent com Viktor Orban o Donald Trump, fins als dirigents de Corea del Nord o l’Estat Islàmic. Salvini o Bolsonaro tenen quelcom a veure amb personatges com Hitler o Mussolini? Té alguna lògica que analistes, polítics i intel•lectuals demòcrates, contraris a l’independentisme, siguin titllats de fatxes o feixistes? La pràctica de l’analogia gratuïta s’ha estès tant que les denúncies actuals sobre el retorn del feixisme esdevenen alarmes -o coartades- per amagar els problemes reals de les nostres societats.