El blog d'en Joan Ferran

28.4.09

BRUNI: LA POLITICA COM ESPECTACLE...



Leticia i Carla Bruni

No he pogut vèncer la temptació. Els hi confesso que he observat més vegades del compte les fotografies que avui duen en portada alguns diaris del país. Sí, no he pogut resistir la temptació de comparar, sorneguer, la silueta, els vestits i els talons de la Carla Bruni i de Doña Leticia ... I, després d’aquest exercici de vouyerisme induït he sentit una certa indignació al llegir les paraules següents en un diari: “Frente a los tacones de 10cm. en tono malva de doña Letizia, firmados por Magrit, Bruni optó por unos de tacón bajo de Louboutin “ o del titular “ Bruni s’imposa a cop de talons” . Un servidor de vostès és conscient que la presència de la senyora Sarkozy desperta expectació. És obvi que l’estil i la seva figura no passen desapercebuts a ulls de ningú i, con diu un altre diari: “el seu primer disseny del dia ... marcava perfectament les seves corbes”.
D’acord. No en faré un problema de tot plegat però si que els diré una cosa. El tractament informatiu aplicat per alguns mitjans de comunicació m’ha transportat a les velles pel•lícules espanyoles del tardofranquisme protagonitzades per Alfredo Landa o Mariano Ozores. Traspuen, en el millor dels casos, una certa frivolitat; en el pitjor provincianisme i masclisme.

TONI BOLAÑO A "LA RAZÓN"......

TICS TOTALITARIOS

Ignasi Guardans ha sido militante de Convergéncia Democrática de Cataluña toda su vida. Creció en la idea que acuñó su abuelo, el histórico dirigente nacionalista Francesc Cambó, de una Cataluña moderna que participara activamente en la gobernabilidad de España. Ha sido un político muy activo como eurodiputado. Su tenacidad puso sobre la mesa la desmesura de los controles de los aeropuertos y su honestidad le impidió marcharse de Bombay hasta que no estuvo a salvo la delegación parlamentaria que presidía. Su actitud dejó en mal lugar la salida a toda prisa de Esperanza Aguirre, que acabó con la lamentable foto de los calcetines. Ahora, Guardans es el nuevo director de Cine del Gobierno Zapatero. Aceptó la oferta una vez fue apartado de la candidatura europea de CiU. Por eso, el nacionalismo catalán lo ha puesto de vuelta y media. Es una salida laboral, apuntan. Pero, la verdad es que Guardans era un llanero solitario en su partido, y ése fue su final. Su moderación acabó con él. No es un buen nacionalista a decir de sus otrora compañeros de partido. Y mucho menos independentista. Después de las insidias, Guardans rompe su silencio con un titular inequívoco: «Hay tics totalitarios entre los nacionalistas. Hay personas que creen que sus ideas son mejores, pueden insultar, machacar y excluir del país a quienes no las comparten». Ahí es nada. Sus días en CDC tienen fecha de caducidad. Guardans es un genuino representante del nacionalismo moderado, y éste no tiene sitio en CiU. La nueva CiU apuesta por la radicalidad, con guiños al independentismo, para recuperar el voto perdido en los últimos años y volver al poder. No hay sitio para los que desde la responsabilidad quisieran ser decisivos en Madrid, ni los que ven con preocupación la deriva del partido en asuntos como la financiación autonómica. Ahora que se afronta la recta final, para bien o para mal, CiU ya tiene su estrategia antes del resultado final. Reventar el acuerdo, agitar la frustración e izar la bandera de la irritación. Quieren aparecer como salvadores de la patria. Un supuesto patriotismo que más parece virtud de la depravación. Mal servicio a la patria, sea cual sea.

26.4.09

RAHOLA I LA FERIA D'ABRIL



La Feria d’Abril al Forum...

La Pilar Rahola escriu bé i clar. És més, té la sort de poder difondre les seves idees en un dels grans diaris del país, La Vanguardia. És probablement per aquest fet que les seves paraules escrites tenen, o prenen, una dimensió que va mes enllà d’una columna qualsevol de paper imprès. La Pilar va per lliure i pensa desacomplexadament, sense preocupar-se gaire del què diran. Això és bo. Sóc dels que creu que la nostra societat s’ha acostumat excessivament a allò que en diuen “lo políticament correcte”. Però, compte! Aquesta higiene que practica la Pilar també pot contenir efectes secundaris nocius o perversos. La Pilar ha opinat amb contundència sobre la Feria d’Abril –és legítim que ho faci, faltaria més!- però, he de dir que no comparteixo les seves afirmacions. Per que? Fonamentalment per dues raons: la primera rau en l’excessiva personalització que fa sobre el senyor García Prieto. Tothom sap que darrera de la Feria d’Abril s’hi troben un munt d’entitats i associacions cíviques que la viuen com quelcom propi, que hi participen entusiàsticament, amb il·lusió, dedicant-hi hores, feina i diners de la seva butxaca. No fora just que aquests ciutadans de Catalunya, tant catalans com el que més, cregueren que són discriminats respecte d’altres... Algú ha fet l’exercici de trobar la correspondència entre els diners de les subvencions atorgades a entitats i la seva repercussió quantitativa real sobre les persones? Els asseguro que hi hauria sorpreses. La Feria d’Abril és una de les manifestacions lúdica/festives que aplega el major nombre de persones al nostre país. Jo no cauré en els mètodes d’aquells que en el Parlament s’exclamen de les subvencions a entitats i moviments d’un “altre” caire cultural o esportiu. No. Això seria l’inici d’una confrontació fratricida entre subvencionats i, per tant, un mal servei al país.
Segona raó: la Pilar ens diu que la Feria “se va a recordar la música i la cultura de esa Catalunya candeliana“. Crec que aquesta precisió és un error. Actualment a la Feria no s’hi va a recordar res si no a gaudir de la nova música i cultura feta aquí, fruit de la barreja i d’un cert sincretisme. Aquesta barreja, tan catalana com qualsevol altra, és real i és manifesta. És obligació dels poders públics contemplar-la i mimar-la com a totes les altres. Ni més ni menys. I si obrim l’aixeta de la discussió sobre els diners públics esmerçats per ajudar al dinamisme de la nostra societat potser ens en faríem creus al veure qui son els beneficiaris.

24.4.09

¡¡ BRAVO POR JUAN MARSÉ !!...

DISCURSO JUAN MARSÉ PREMIO CERVANTES 2008

En los labios niños las canciones llevan

Majestades, Señor Presidente del Gobierno, Señora Ministra de Cultura, Señor Rector de la Universidad de Alcalá de Henares, autoridades estatales, autonómicas, localesy académicas, amigas y amigos, señoras y señores. Quisiera ante todo expresar mi agradecimiento a los miembros del jurado y a todas aquellas instituciones y personas que hacen posible, año tras año, el Premio de Literatura en lengua castellana Miguel de Cervantes. Me preceden, en lo más cercano de una larga lista de nombres ilustres, dos grandes poetas que admiro, Antonio Gamoneda y Juan Gelman, celebrados aquí en 2006 y 2007, y siento como si la poesía me tendiera la mano. Así que no podía esperar mejores valedores ni mejor acogida. Porque la verdad es que yo nunca me vi donde ustedes me ven ahora. Los que me conocen saben que me da bastante apuro hablar en público. Créanme si les digo que el otro día, en Barcelona, antes de emprender viaje, tentado estuve de entrar en casa de don Antonio Moreno, que guarda la cabeza encantada y parlante desde los tiempos en que don Quijote y Sancho visitaron la ciudad, y traerme esa testa para que hablara hoy en mi lugar. A buen seguro que habría dicho palabras más sabias y de más provecho que las mías. Sin embargo, la ilusión de recibir el premio que tan generosamente se me otorga se ha impuesto, venciendo las aprensiones. Sé lo que representa tan alta distinción y a lo que ella me obliga en el futuro. Aquí, ahora, se me ofrece también la oportunidad de exponer algunas consideraciones sobre mi persona y mi trabajo, pero antes quisiera, con su permiso, ampliar el capítulo de agradecimientos, evocando el recuerdo de algunos amigos que hace mucho tiempo, cincuenta años atrás, cuando empecé a publicar, me otorgaron su confianza y su apoyo. Algunas de estas personas están entre nosotros, otras se fueron ya. A todas ellas debo buena parte del alto honor que hoy se me concede. Son, en primer lugar, Paulina Crusat, desde su amada Sevilla y su generosa tutela, y desde Barcelona Carlos Barra1 y Víctor Seix, que en mil novecientos cincuenta y nueve me acogieron en su editorial, al frente de un irrepetible comité de lectura. Aquel comité estaba compuesto por Joan Petit, Jaime Gil de Biedma, Jaime Salinas, Gabriel y Juan Ferrater, Luis y José Agustín Goytisolo, José M" Valverde, Josep Mª. Castellet, Miquel Barceló, Rosa Regas y Salvador Clotas. Y no quiero olvidarme de los escritores amigos de Madrid, que por aquellos años nos visitaban a menudo, mis entrañables Juan García Hortelano, Ángel González y Pepe Caballero Bonald, y Gabriel Celaya y Juan Benet. Y de manera muy especial deseo mencionar a Carmen Balcells, mi agente literaria de toda la vida, de ésta y la de más allá, sobre todo desde el día que tomé prestada una ocurrencia de Groucho Marx y le dije: Querida Carmen, me has dado tantas alegrías, que tengo ordenado, para cuando me muera, que me incineren y te entreguen el diez por ciento de mis cenizas. Antes de conocer a estas personas, que habrían de ser tan importantes en mi vida, yo no había tratado a nadie que tuviera que ver con la literatura, o con el mundillo literario. Prácticamente no había salido del taller de joyería de mi barrio, en el que entré como aprendiz a los 13 años, y me apresuro a decir que muy contento, pues la necesidad de llevar otro jornal a casa me liberó de un fastidioso colegio en el que no me enseñaron nada, salvo cantar el Cara al Sol y rezar el rosario todos los días. Y cuando publico los primeros relatos en la revista Ínsula y la primera novela en Seix Barral, sigo en ese taller. Por cierto que mis credenciales sociales y laborales, al darme a conocer en aquel estupendo grupo editorial, suscitaron ciertas expectativas, no estrictamente literarias, sino más bien ideológicas, asociadas a las premisas de un realismo social muy en auge por aquellos años. Fue algo presentido: nadie habló nunca de ello, pero flotaba en el aire la idea, la posibilidad de que el recién llegado a la trinchera noble de las letras aportara una narrativa de denuncia, un testimonio objetivo y de primera mano de los afanes y las virtudes intrínsecas de la clase obrera. Yo podía quizás haber sido, lo digo sin un ápice de sarcasmo, el "escritor obrero" que al parecer faltaba en el prestigioso catálogo de la editorial. Halagadora posibilidad que a su debido tiempo, la fábula de un joven charnego del Monte Carmelo, desarraigado y sin trabajo, soñador y sin medios de fortuna, pero también sin conciencia de clase, se encargaría de desbaratar. Confieso que no me habría disgustado satisfacer aquellas expectativas, entregar la gran novela sobre la clase obrera de la Barcelona de la postguerra. Pero lo que yo entonces deseaba de verdad, era abandonar el trabajo manual y disponer de más tiempo libre para leer y escribir. Aquellos años de paciente trabajo artesanal en el taller podrían haberme dejado unos hábitos que, me gusta pensarlo, persisten al componer un texto. Pero la cocina del escritor nunca me ha parecido un sitio muy cómodo para recibir visitas. No me siento a gusto manejando teorías acerca de la naturaleza o la finalidad de la ficción. Para la famosa pregunta: ¿qué entendemos hoy por novela?, dispongo de mil famosas respuestas, que nunca, a la hora de ponerme a trabajar, me han servido de gran cosa. No me considero un intelectual, solamente un narrador. Los planteamientos peliagudos, la teoría asomando su hocico impertinente en medio de la fabulación, el relato mirándose el ombligo, la llamada metaliteratura, en fin, son vías abiertas a un tipo de especulación que me deja frío y me inhibe; bastante trabajo me da mantener en pie a los personajes, hacerlos creíbles, cercanos y veraces. Con respecto al trabajo mantengo algunos principios, pocos, que bien podrían resumirse en dos: procura tener una buna historia que contar, y procura contarla bien, es decir, esmerándote en el lenguaje; porque será el buen uso de la lengua, no solamente la singularidad, la bondad o la oportunidad del tema, lo que va a preservar la obra del moho del tiempo. Ciertamente es un utillaje del que no puede uno presumir. Porque el oficio comporta, por supuesto, otras obligaciones y menesteres. Alguna vez he reflexionado sobre el asunto, pero no he llegado muy lejos; sobre la persistencia de la vocación, por ejemplo, en tiempos de silencio, o sobre el imperioso dictado de la memoria y sus laberintos.
Veamos si consigo explicarme. En el origen de la vocación, allá por los años cuarenta del siglo pasado, habría en la imaginación del aprendiz de escritor un famoso esqueleto de leopardo sobre las nieves del Kilimanjaro, una imagen germina1 que evoca una senda recorrida, de la cual, sin embargo, no queda ningún rastro, ninguna huella. Sería algo parecido al recorrido del Minotauro en su laberinto. Nadie sabe si el monstruo podrá salir, si recuerda el trazado de su propia obra, los oscuros motivos que le indujeron a su construcción, y los meandros y detalles de su intríngulis. Nadie sabe si, en realidad, es prisionero de su obra. Sabemos, eso sí, que Teseo ha sido lo bastante ingenioso para tender un hilo que le permite rehacer el camino y salir. Pues bien, ese hilo, ese ingenioso ardid, no sería otra cosa que el relato literario, la forma inteligible que desvela la personal arquitectura monstruosa, al fondo de la cual se esconde el terrible constructor, con sus sueños y obsesiones, su verdad y sus quimeras. El escritor, en fin. Él es, a la vez, los despojos del remoto leopardo y el urdidor del trazado inextricable que lo encierra herméticamente en su propia obra. Frente a este misterio, o tal vez sería mejor decir frente a este galimatías, a tenor de la confusa exposición que temo haber hecho, siempre me reconfortó recordar algo que dejó dicho el gran poeta, y controvertido ciudadano, Ezra Pound: El esmero en el trabajo, el cuidado de la lengua, es la única convicción moral del escritor. Lo suscribo, pero con la mayor cautela. Porque pienso que muchas cosas que se dicen o escriben, en el idioma que sea y por muy auténtico que éste se presuma, deberían a menudo merecer más atención y consideración que la misma lengua en la que se expresan. Actualmente los medios de comunicación son tan abrumadores y omnipresentes, se siente uno tan asediado las 24 horas del día por una información tan apremiante, insidiosa y reiterativa, que casi no hay tiempo para la reflexión. La televisión debería contribuir a reconocer y asumir la variedad lingüística del país, y es de suponer que en cierta medida lo hace, pero no parece que nadie se pare a pensar en los contenidos de esa televisión ni en su nefasta influencia cultural y educativa. A riesgo de equivocarme, soy del parecer que más de la mitad de lo que hoy entendemos por cultura popular proviene y se nutre de lo que no merece ser visto ni oído en la televisión. En la lengua que sea. Como saben ustedes, soy un catalán que escribe en lengua castellana. Yo nunca vi en ello nada anormal. Y aunque creo que la inmensa mayoría comparte mi opinión, hay sin embargo quién piensa que se trata de una anomalía, un desacuerdo entre lo que soy y represento, y lo que debería haber sido y haber quizá representado. Dicho sea de paso, desacuerdos entre lo que soy y lo que podría haber sido en esta vida, como escritor y como simple individuo, tengo para dar y tomar, o, como decimos en Cataluña, per donar i per vendre. Mis apellidos, de no mediar el azar, podían haber sido diferentes, y mi vida también. Y puestos a elegir, la verdad es que yo hubiese preferido ser Ramón Llul o Miguel de Cervantes, por ejemplo, o Joseph Conrad, aquel marino polaco que, finalmente, escribió en inglés. En todo caso, con el nombre que tengo, con éste o con cualquier otro, nunca he querido representar a nadie más que a mí mismo. Añadiré dos o tres cosas acerca de mi formación como ciudadano y como escritor. La dualidad cultural y lingüística de Cataluña, que tanto preocupa, y que en mi opinión nos enriquece a todos, yo la he vivido desde que tengo uso de razón, en la calle y en mi propia casa, con la familia y con los amigos, y la sigo viviendo. Puede que comporte efectivamente un equívoco, un cierto desgarro cultural, pero es una terca y persistente realidad. Y el realismo, además de una sensata manera de ver las cosas, es una corriente literaria muy nuestra, y que aún goza de un sólido prestigio, pese a los embates de la caprichosa modistería. En fin, no quiero instalarme en la identidad cultural para dar lecciones a nadie, y tampoco pretendo hacer aquí una defensa excesiva del realismo. Pero, como dijo Woody Allen en una de sus buenas películas, el realismo es el único lugar donde puedes adquirir un buen bistec. Quizá no estaría de más tenerlo en cuenta. No voy a enumerar las anomalías que por imperativo histórico sufrió el aprendiz de escritor. Y la más determinante no fue aquella escuela inoperante y beatorra de la dictadura, la del lema Por el imperio hacia Dios, escuela donde ciertamente se prohibió leer y escribir catalán, y hasta hablarlo en horas de clase. No, no fue sólo por eso que un buen día me encontré manejando una lengua, y no la otra; fueron los tebeos y los cuentos que leíamos, las aventis que nos contábamos y las películas, las de amor y las de risa, y todo aquello que iba conformando nuestra educación sentimental, las poesías y el teatro de aficionados, las canciones de amor y las primeras novelas, ya no solo las de aventuras, de Julio Verne o Emilio Salgari, sino las de Baroja, Dickens, Balzac, o los cuentos de Maupassant y de Hemingway, o los versos de Gustavo Adolfo Bécquer y de Rubén Dario. Fue el vuelo solitario de la imaginación en los primeros tanteos de la escritura, cuando todavía el aprendiz de escritor no se propone reflejar la vida, porque la realidad no le interesa ni la entiende, y 10 que hace es imitar y copiar a los autores que lee, es entonces cuando, de manera natural y espontánea, la lengua que se impone es la predominante, la de los sueños y las aventis, la lengua en la que uno ha mamado los mitos literarios y cinematográficos, la que ha dado alas a la imaginación. Después, en plena adolescencia, don Quijote irrumpe en mi vida por mediación de un convecino, un gallego, vendedor ambulante de libros y enciclopedias, empeñado en colocarme un lote de novelas de Vicki Baum y Louis Bromfield, a pagar en cómodos plazos. Debo hacer constar que en casa de mis padres, en la postguerra, apenas había una docena de libros. Antes hubo muchos en lengua catalana, según mi madre, pero, después de una purga preventiva por razones de seguridad, sólo quedaron dos. La purga la efectuó mi padre, que había estado preso por rojo separatista y republicano. Uno de aquellos dos libros era de Apel-les Mestres, con hermosas ilustraciones de hadas y ondinas; el otro era un viejo volumen que recogía la historia del pueblo de mi madre, titulado: “Notes Històriques de la Parroquia i Vila de l´'Arboç, aplegades i comentades per Mossèn Gaietà Viaplana, rector de l´Arboç”. Pasé con él muchas horas entretenido. Los demás libros habían sido sacrificados en una hoguera nocturna, en el jardín de una convecina, junto con un montón de revistas gráficas, agendas y carnets, fotografías, cartas y documentos diversos, cuya posesión, por aquellos días, debía resultar comprometedora. Acudieron otros vecinos, todos traían algo que pensaban debía ser quemado. Era poco después de acabada la guerra, yo debía de tener siete años, pero recuerdo muy bien la fogata en medio del pequeño y sombrío jardín, los libros abriéndose al calor como flores rojas, las páginas desprendidas arrugándose y bailando sobre la cresta de las llamas, revoloteando un instante como grandes mariposas negras. Recuerdo la constelación de chispas y pavesas subiendo hacia la noche estrellada, la ceniza fugaz de las palabras y de las ilustraciones, sobre todo porque acabé pillando un gran berrinche al ver allí de pronto, devorado por el fuego, mi primer ejemplar de las hazañas del piloto Bill Barnes, el Aventurero del Aire, una novelita de quiosco de 60 céntimos, de la colección “Hombres Audaces”. Mi padre la había cogido por descuido junto con otros libros. Entre los que quedaron en la pequeña librería casera, salvados porque eran en lengua castellana, y que pude leer a su debido tiempo,recuerdo cuatro o cinco títulos: El libro de la selva, Genoveva de Brabante, Tarzán de los monos, Humillados y ofendidos y La historia de San Michele. Cuando el Quijote entra en mi vida cumplo los 16, vivo en la barriada de la Salut, situada en lo alto de Gracia, cerca del parque Güell, y sigo en el taller. Años atrás había iniciado una intensa relación con la literatura de quiosco, y enseguida la amplié con autores que por aquel entonces, en los años cuarenta, gozaban de gran predicamento, como Somerset Maugham, Stefan Zweig, Knut Hamsun y otros. Y no tardé en descubrir a mis admirados Baroja y Galdós, a Dickens y a los grandes novelistas del XIX, que nunca me he cansado de leer. Pero la primera lectura completa del Quijote fue, por supuesto, una experiencia especial. Si recuerdo bien, al tercer intento lo leí de cabo a rabo. Tardes enteras de domingo sentado en los bancos ondulados del parque Güell, en el otoño del 49, bajo un sol rojizo y en medio de un griterío de niños jugando en la plaza entre nubes de polvo. Una lectura germinal. Y siempre que he revisitado el libro, esa impresión germinal ha persistido. En el corazón del caballero chiflado que no distingue entre apariencia y realidad, anida, como es bien sabido, el germen y el fundamento de la ficción moderna en todas sus variantes. Por supuesto, el lector adolescente no se paró a pensar en eso. Ninguna teoría le distrajo entonces de unas aventuras tan descomunales y descacharrantes, sujetas a tantos desencantos y amarguras, pero hoy le gusta pensar que algo percibió de aquel prodigio fundacional, del remoto primer deslumbramiento que supuso aquella lectura. Me refiero, y no pretendo descubrir nada nuevo, al asunto que articula la entera composición del genial libro, la temática medular de la que nacerá, según opinión general, la novela moderna. Lionef Trilling dijo que toda obra de ficción en prosa, es inevitablemente una variación del tema de Don Quijote. Por mi parte sólo puedo decir que, desde no sé cuánto tiempo, quizá desde aquellas tardes soleadas en el parque de Gaudí, de un modo u otro, consciente o no de ello, he buscado en toda obra narrativa de ficción un eco, o un aroma, de ese eterno conflicto entre apariencia y realidad, que de tantas maneras se manifiesta en el transcurso de nuestras vidas. Porque yo soy ante todo un lector de ficciones, un amante incondicional de la fabulación. Tan adicto soy a la ficción, que a veces pienso que solamente la parte inventada, la dimensión de lo irreal o imaginado en nuestra obra, será capaz de mantener su estructura, de preservar alguna belleza a través del tiempo. Una excesiva dosis de realidad puede resultar indigesta, incluso para un adicto a la realidad y al bistec como Sancho y como yo. Se trataría de ser algo más lanzados en esta cuestión, un poco locos, y admitir la posibilidad de que lo inventado puede tener más peso y solvencia que lo real, más vida propia y más sentido, y en consecuencia, más posibilidades de pervivencia frente al olvido. Como nos enseñó don Quijote. Desde su primera salida al campo de Montiel, o desde la primera de sus famosas hazañas, él es el guardián del laberinto, el valedor de lo más noble, bello y justo que alienta en el corazón humano, el que vela por el espíritu, la vigencia y el esplendor de los sueños. Debo referirme también, como complemento importante a una formación muy precaria, al cine y a sus queridos fantasmas. Porque cuando aún leía tebeos y novelas de Edgar Wallace y Karl May, el chico ya era muy peliculero, insoportablemente peliculero. Lo propició el hecho de que, durante cuatro años, entrara sin pagar en los cines de programa doble del barrio, y entonces había nopocos, gracias a que mi padre, por su trabajo en el Servicio Municipal de Higiene, Desinfección y Desratización de locales públicos, conocía a muchos porteros yacomodadores. Estoy por decir que gracias a las ratas de la Barcelona gris, penitente y mísera de los años cuarenta, el cine propició y redobló mi natural tendencia a la hipnosis ante cualquier género de fabulación. La facultad de embaucar, de fraguar ilusiones mediante imágenes, arraigó con el gusto por la lectura desde el primer momento, y, con el tiempo, pude celebrar las películas de John Ford, de Rossellini o de Mizoguchi, por ejemplo, con la misma o parecida intensidad que muchas novelas. Sabemos que algunas estrategias narrativas de la novelística contemporánea tienen su origen en el arte cinematográfico. Los Chaplin, Renoir, Lubitsch, Walsh, Lang, De Sica, Buñuel, Erice, Truffaut, Welles, Bardem, Berlanga y Azcona, Keaton o Hitchcock, por citar unos cuantos, nos hablaron de otra armonía posible entre los sueños y el mundo. Y en mi lista de personajes de ficción favoritos, Harry Lime y Viridiana son tan memorables como Julien Sorel o Ana Ozores. Cuando uno era todavía un mozalbete presumido, ir al cine era algo que formaba parte de la cultura popular, un rito semanal en el que participaba toda la familia, toda la comunidad. Descodificar el drama, la comedia o la aventura en las fotografías expuestas en el panel de la entrada de los cines, descifrar una sonrisa, un gesto, una mirada de los protagonistas, apartar luego las cortinas y penetrar en la oscuridad rasgada por una plata luminosa, era tan emocionante como adentrarse en la trama de una buena novela o memorizar un poema. A lo largo de más de tres décadas, desde los años veinte del mudo hasta mediados los sesenta, antes del auge y el abuso de la tecnología, el cine estableció con la novelística una alianza para intercambiar formas y contenidos, palabras sabias, mitos, una sensibilidad y una estética del gesto, y hasta unos hábitos de comportamiento. La novela asumió la impronta decididamente visual de la narrativa cinematográfica, el potencial simbólico de las imágenes y su cadencia, y el deseo de hacerle ver al lector lo que lee, que yo comparto, propició en la ficción literaria nuevas formas y tendencias. También la memoria histórica y sus vericuetos y espejismos, un asunto tan de actualidad, podría ser comparada a una cinta de celuloide sensible e inflamable, con su apagada voz en off: Hace casi cuarenta años, trabajando en una novela donde se abrían muchas puertas a la memoria personal y a sus espejos deformantes, tuve que parar porque no daba con el tono en el que debía ser contada la historia. Había que escoger la voz, o mejor dicho, las diversas voces que tramaban la historia. Y no encontré la solución hasta que recordé el juego de las aventis infantiles, y, sobre todo, hasta que vinieron en mi ayuda estos versos de Antonio Machado:
En los labios niños las canciones llevan
confusa la historia y clara la pena.
Sabemos que el olvido y la desmemoria forman parte de la estrategia del vivir, tanto en la sociedad civil como en los estamentos del poder, sabemos que hablar de ello en nuestros días conlleva para muchos, todavía, una carga de dolor y resentimiento, suspicacias y malentendidos. "La memoria nos construye como seres morales", escribe José-Carlos Mainer, y añade: "pero también sabemos que es un hecho privado y mudable, fantasioso y mendaz". Hay una memoria compartida, que no debería arrogarse nadie, una memoria que fue durante años sojuzgada, esquilmada y manipulada. El lenguaje oficial había suplantado al lenguaje real. En la calle y en los papeles las palabras vivían bajo sospecha, muchas cosas parecían no tener nombre, porque nadie jamás se atrevía a nombrarlas, otras se habían vuelto decididamente equívocas y apenas podía uno reconocerlas. Las palabras acudían medrosas, emboscadas, traicionando el sentido al que se debían. Afectadas por el expolio y el descrédito, sometidas a la censura y al escarmiento, o destinadas a la impostura, de pronto perdían su referente, enmascaraban su verdadero sentido y cambiaban de significado. Entre las pomposas palabras que entonces nos caían desde los balcones y despachos oficiales, desde el cuartel y desde el púlpito, entre esas palabras fraudulentas y las palabras que la gente intercambiaba en la calle, en el trabajo y en casa -palabras de familia gastadas tibiamente, según testimonio del poeta-, había un abismo. Este desacuerdo entre apariencia y realidad, entre lo que oficialmente se decía que éramos (adictos, felices, reconciliados, bien pagados, píos feligreses todos) y tal cómo nosotros nos veíamos en realidad, no tiene por supuesto nada que ver con el glorioso equívoco que propició la locura y forjó la leyenda de don Quijote. Pero son muchas, y todas vigentes, las lecciones que ofrece la obra de Cervantes. Y así, el aprendiz de escritor tomaría buena nota de la primera y más sencilla de todas ellas, esa que dice: Las cosas no siempre son lo que parecen. No lo eran entonces para el valeroso caballero, en aquel siglo tan pródigo en espejismos, y por supuesto tampoco lo son hoy. Sin ir más lejos, las famosas armas de destrucción masiva, por ejemplo, que no hace mucho tiempo algunos casi juraban haber visto, al final resultaron ser un par de zapatos. Pero yo me estaba refiriendo a nuestros años de incienso y plomo bajo el palio de la luz crepuscular, aquel tiempo en el que no solamente la prensa y la radio, el Boletín Oficial del Estado y la Hoja Dominical mentían sobre lo que nos estaba ocurriendo, sino que hasta los espejos mentían. Y fue entonces, todavía en años de aprendizaje de quién les habla, cuando la imaginación echó una mirada sobre aquel expolio de la memoria, y le tendió la mano. Era una labor complementaria, en todo caso, porque imaginación y memoria, para el escritor, son dos palabras que van siempre entrelazadas, y a menudo resulta difícil separarlas. Ciertamente un escritor no es nada sin imaginación, pero tampoco sin memoria, sea ésta personal o colectiva, esté proyectada en la novela histórica de fecha más remota, o en la literatura de ficción científica más futurista y fantástica. No hay literatura sin memoria. Incluso la memoria trapacera puede hacer buena literatura. La tan reiterada advocación "hay que olvidar el pasado", lógicamente no se aviene con la naturaleza y la función de la escritura. Hay que acotar nuevas parcelas de la memoria, hacer más denso el laberinto, cuidando, pues, de dejar una traza de hilo, como hizo Teseo aquella vez, para poder volver al exterior, y contarlo. Sobre todo, en lo que a mí respecta por lo menos, persistir en la búsqueda de algo, que nunca he sabido definir, pero que tiene que ver, por encima de cualquier otra finalidad, con alguna forma de belleza.

22.4.09

UNA ROSA ENTRE LIBROS PARA MARIANO


21.4.09

"TITES,TITES,TITES...QUATRE BESSES.."



Quan Pujol torna...

Encara que ell no ho cregui, i el seu fill Oriol tampoc, sempre he respectat la vàlua política de l’expresident Jordi Pujol. Des de la discrepància, sí, però també des del reconeixement per la seva intuïció a l’hora de triar els moviments polítics oportuns i navegar, entre corrents, sense perdre el rumb. No obstant, aquesta admiració pel vell dirigent convergent no m’impedeix criticar els seus errors quan crec que es produeixen. I és que, amics meus, en Jordi Pujol s’ha jubilat sense jubilar-se. En Jordi Pujol, quan vol, torna a l’escenari i des del faristol empetiteix els seus hereus polítics. Sí, no exagero. Aquest darrer cap de setmana ho hem pogut comprovar a la concentració que va organitzar CDC a prop de Vic. Un Pujol amb mànigues de camisa, al més pur estil d’ascensió a la Pica d’Estats –o potser a l’Aneto- va omplir els generosos minuts que li oferí el Telenotícies Cap de Setmana amb eficàcia. El cert és que se’l va entendre poc perquè cridava i no vocalitzava prou bé al temps que donava cops de puny al faristol però, malgrat tot, sí que varem intuir el missatge del: “tites, tites, tites i les quatre besses”. Com bé deia un articulista, sembla que en Jordi Pujol i la seva colla hagin adjurat del famós peix al cove. Potser sí, però aquest no és el tema que avui ens ocupa. Jo, si fos l’Artur Mas, començaria a preocupar-me perquè una paraula d’ell –d’en Pujol, és clar- és suficient per difuminar-lo.

PARA REFLEXIONAR EN SERIO..¡TODOS!



DIMENSIÓN DESCONOCIDA

Josep Ramoneda
"El Pais"
Desde diciembre la política catalana ha vivido meses de modorra y pesimismo, con la financiación autonómica encallada en un diálogo de sordos, y con el malestar convertido en el morboso discurso de la decadencia que tan bien fluye en las páginas de los periódicos, sobre todo cuando gobiernan los otros. De pronto, parece como si debiera ocurrir algo. Zapatero, con el cambio de gobierno, ha reconocido de hecho un triple fracaso: en la gestión de la crisis, por su obsesión en negar lo evidente; en la constitución de una mayoría parlamentaria estable, tan necesaria siempre, pero especialmente en los tiempos que corren; en la política autonómica, porque la España plural no era una opción estratégica, sino una simple consigna electoral, y se ha producido un verdadero atasco de problemas irresueltos.
Sin grandes alharacas, la estrategia de Rajoy de dejar que la crisis consuma al Gobierno a fuego lento empieza a funcionar y las encuestas lo notan. Y el nuevo Gobierno vasco es un envite de tal envergadura que puede, por sí solo, desestabilizar al Gobierno de Zapatero en cualquier momento. Es realmente de alto riesgo confiar el propio destino a la buena voluntad del principal adversario. Y en Cataluña es momento de especial debilidad de los dos partidos menores del tripartito y de dificultad del PSC de salir de su cada vez más manifiesta condición de partido sin atributos precisos. La gestión de Saura al frente de Interior ha llevado una crisis larvada pero latente a Iniciativa, siempre con un pie en la calle y otro en el Gobierno. Esquerra Republicana vive momentos convulsos que no es seguro que la renuncia de Carod resuelva. No se puede obviar que Carod ha sido quien ha dado a Esquerra el discurso y el relato que le ha permitido salir del rincón. Los partidos que se guían por un programa de máximos -la independencia, en este caso- siempre tienen dificultades para encontrar el justo equilibrio entre los principios y las exigencias que el principio de realidad impone al que gobierna.
En este contexto, Zapatero envía ahora a sus emisarios a intentar recomponer la situación. ¿De qué se trata? ¿De completar el giro antiautonomista que viene llevando a cabo por dejación de sus compromisos y de sus responsabilidades? Podría ser. Para algunos el pacto PSOE-PP en el País Vasco es un signo inequívoco de ello. En cualquier caso, es indudable que Zapatero no tenía una idea clara de lo que entendía por España plural y que ha ido dando pasos atrás con cada presión que el PP le ha hecho. Pero también es indudable que es presidente, en buena parte, gracias a Cataluña. Y que aquí se juega su futuro. ¿Cabe, por tanto, la hipótesis de que Zapatero busque una solución aceptable para el Gobierno y la opinión pública catalana? Sí, pero es posible que venga con un carrusel de soluciones poco claras y de mucho pasteleo: te doy por aquí -infraestructuras, por ejemplo- lo que no te reconozco por allá -el fuero estatutario.
¿Es posible seguir por este camino? ¿Tenemos que asumir que no hay otra forma para evitar el riesgo de entrar en una dimensión desconocida? ¿O podemos entrar en una fase más seria de claridad y reconocimiento mutuo? Con Felipe González y con José María Aznar se podía estar o no de acuerdo, pero se sabía adónde iban. Aznar decidió cerrar el Estado de las autonomías, con todas las consecuencias. Felipe González lo tuvo siempre bajo control, pero con cierta lealtad y sentido de Estado. Los que estuvieron en el asunto saben perfectamente cómo se movió para que la ley de normalización lingüística pasara el cedazo del Constitucional. Con Zapatero, en cambio, cunde la sensación de que en el fondo espera que los demás le hagan el trabajo sucio.
Fue la alternancia en Cataluña, después de los años duros del PP, lo que puso en evidencia las costuras del Estado de las autonomías. En el fondo, era un pacto de reparto del poder pensado para que los nacionalistas moderados gobernaran siempre en el País Vasco y en Cataluña, apoyando al Gobierno español de turno. Así se consolidaban unos espacios de intereses que garantizaba el statu quo. Ibarretxe rompió el equilibrio con el pacto de Estella y la alternancia cambió el esquema en Cataluña. Zapatero, que no ha sabido convertir la España plural en proyecto político, querría ahora volver al orden de los felices tiempos del pujolismo. Pero las personas no son las mismas y la sociedad ha cambiado. CiU ha ido muy lejos con el discurso soberanista. Y no sólo por estrategia electoral, sino porque hay una generación nacionalista que tiene la sensación de que las posibilidades de avanzar en el Estado autonómico se han agotado y que hay que empezar a pensar el futuro de Cataluña de otra manera. Si a ello sumamos que Mas no tiene la autoridad de Pujol para hacer tragar cualquier sapo a los suyos, quizá el retorno de CiU no fuera tan balsámico como Zapatero cree.
En Cataluña, no hay hoy por hoy una mayoría social para la ruptura con España. Pero Zapatero tuvo una oportunidad de avanzar hacia un nuevo consenso que permitiera un desarrollo federal del Estado y se espantó porque operaba por tanteo, no tenía un diseño claro de adónde quería ir. ¿Qué quiere ahora? ¿Acercarse a las posiciones del PP que viene reclamando un pacto de cierre del Estado de las autonomías, que, sin duda, sólo favorecería a la derecha, porque la gente siempre prefiere el original a la copia? ¿O seguir trampeando la situación con parches? A Zapatero le correspondía la oportunidad histórica de liderar una solución que superara, por la vía federal, el dilema conllevancia o autodeterminación. La incapacidad para construir un nuevo consenso con las naciones periféricas tarde o temprano dará paso a una dimensión desconocida de riesgos para todos.

19.4.09

ALGUNS ES CREUEN CAP DE LLEO....



Patriotisme i egolatria

En temps d’incertesa les alternatives messiàniques i els productes que tot ho curen creixen com els bolets. En temps de crisi social, moral o econòmica, neixen propostes, ungüents, religions i mil sectes disposades a oferir a l’individu camins alliberadors, paradisos susceptibles de fer-lo oblidar els seus patiments a la terra. Quan els paradigmes trontollen els aprofitats fan travesses. Aposten indistintament al roig o al negre per guanyar a qualsevol preu.. Quan la retòrica i el discurs dels grans mites –sovint falsos- s’afebleix, els vividors s’esforcen en construir-ne d’altres per surar sobre les angoixes, les pors i les esperances de la gent. Els predicadors de fal·làcies impossibles surten al carrer cada cop que la societat dubta, cada cop que baixem la guàrdia. Hi ho fan apel·lant als sentiments, l’estomac o als instints. De vegades el motiu és la raça i els nouvinguts, altres la religió, sovint la nació... Ens parlaran de patriotisme i dignitat, escriuran manifestos, donaran conferències... Legítim tot plegat; fins i tot acceptable que critiquin els fins ara germans de pensament. No passa res La democràcia ho admet gairebé tot però els nostres diccionaris defineixen, amb encert, el significat del mot egolatria.

18.4.09

TEMPS DE LLIBRES I ROSES...




SOBRE LLIBRES I ROSES

Sant Jordi és aquí i molts de vosaltres comprareu llibres. M' agradaria suggerir-vos alguns titols fora del circuït, dels best-sellers, les modes o les grans promocions. Si us agrada el cinema us recomano "501 Directores de Cine" editat per Grijalbo.
Si voleu endirsar-vos en els efectes i conseqüències de la Guerra Civil Espanyola transmeses de pares a fills, el llibre de Emma Riverola "Cartas desde la ausencia", de Seix, és una bona opció. Si la poesia us plau, Lumen ha publicat l' obra completa de José Agustin Goytisolo
Magnífica em sembla també l'obra de Andre Malraux basada en la biografia de T.E. Lawrence "El demonio del absoluto", editada pel Circulo de Lectores".
Seria hipòcrita per part meva no recomanar-vos el meu darrer llibre "Maleïda Crosta" editat per Colunma a la colecció L'Arquer o "Entre tiempos" de Hacer.
Respecte a les roses... millor que siguin vermelles, no?

16.4.09

MONTJUÏC,PALABRERIA Y BANDERAS



CASTILLOS Y BANDERAS

Leo con estupor como algunos columnistas del tres al cuarto se rasgan las vestiduras al comprobar –escandalizados- que la bandera española ondeará en el castillo de Montjuïc ¡ claro que si ¡. Es lo lógico, lo natural y lo que marca la legislación vigente.
En un edificio de titularidad pública, u oficial, cualquier otra circunstancia devendría anómala.
Acepto sin reparos que el ciudadano que lo desee abrace el credo independentista que más le plazca. ¡Faltaría más ¡ pero esta circunstancia no puede abocarnos a negar lo constitucionalmente establecido, lo acordado y lo que refrendan las urnas de forma continuada.
¿Sería legítimo cambiar estos parámetros? Si, claro, pero tras unos resultados electorales y de consenso político que no parecen estar a la vuelta de la esquina.
Otros plumillas y políticos oportunistas arremeten contra la presencia del Ministerio de Defensa en la gestión futura del castillo de MontjuÏc. Alegan que paz y ejército andan reñidos, que son antitéticos. Error. Los ejércitos de los países democráticos, así como sus fuerzas de seguridad, actúan y obedecen el orden legalmente establecido. Lo hacen bajo control parlamentario y ejercen tareas de pacificación a nivel internacional. Los principales centros para la paz del mundo cuentan con la participación de sus correspondientes Ministerios de Defensa.

Algunos andan empeñados en borrar del imaginario ciudadano elementos, instituciones e ideas que están ahí, que tienen vida legal propia y valores simbólicos para muchas personas. Considero todo ello un error.

En otro orden de cosas me parece legítimo que quien lo desee abrace las ideas que pretenden la edificación de nuevas patrias o la vuelta al cantonalismo. Allá ellos pero el mundo real esta ahí cada día más interdependiente, es el que es ¿Transformable? Si, pero para repudiar lo existente es preciso cargarse de una legitimidad que sea refrendada por las urnas. A fecha de hoy no tengo noticias de ningún partido político –serio- que se haya presentado a las elecciones pidiendo la supresión de determinados ministerios ni atacado nítidamente, frontalmente, la simbología constitucional acordada en su día. Creo que fue Santiago Carrillo aquel que relativizo lo que era relativizable cuando afirmo:
“que importa un color más o menos en la bandera…” Lo dijo con la intención de garantizar el juego democratico y la cohesión social...No conviene cargarse las reglas del juego, no estan ahí por casualidad.

15.4.09

ARTICULO DE SUSO DEL TORO

ESPAÑA BIZARRA

La palabra italiana bizarría para un comportamiento colérico, pasó del francés al inglés y del castellano al portugués y adquirió nuevas connotaciones: nobleza, generosidad, extravagancia, exceso, fanfarronería. El significado de arrojo, la "virtu", en general va acompañado de una reserva o ironía, excepto en el castellano donde prevalece el sentido de valor y generosidad y sólo se mantiene una reserva para el arte: colorido o adorno exagerado.
Como las lenguas expresan la antropología de las comunidades de hablantes, se puede decir que para la cultura nacional española, creada en castellano, el exceso y aún el disparate son cualidades. Y un vistazo al imaginario español indica que la bizarría es el valor al que le rinde culto el nacionalismo que nos educó y la imagen en la que le gusta verse. Bizarra Numancia matando a sus niños para que no fuesen botín romano. Bizarra la Trastámara Isabel, usurpó el trono, no se cambió el camisón, practicó el genocidio de judíos y moriscos…, un momento alto de la bizarría, justo es que sea "reina católica". Bizarro era Pizarro, de matar cerdos a conquistador y asesino sin límites. Bizarro era Cortés, oro y sangre hasta las rodillas; Pedro de Valdivia, comido vivo por los supervivientes de sus matanzas. Un Cabeza de Vaca, peregrino y amigo de los indígenas, no tiene buen asiento en las glorias nacionales. Carlos V hablaba flamenco y era Imperator del Sacro Imperio antes que Rey de las Hespañas, pero su augusto retiro en Yuste sigue formando parte de nuestra memoria indolente. Felipe II rigió un imperio ultramarino rezando el rosario todo lo lejos de la costa que podía. Agustina de Aragón. Zumalacárregui. Los héroes que encarnan las derrotas militares: El almirante Méndez Núñez, su honor y su flota hundida. Los héroes del Callao. Los últimos de Filipinas. Pero la II República, Casas Viejas y la Revolución de Asturias, y toda la Guerra Civil son flor de bizarría. Los generales nacionalistas y los curas fascistas, los milicianos y las matanzas de curas. El alcázar de Toledo, Moscardó y su hijo, Calvo Sotelo y José Antonio el protomártir. Durruti, el Campesino. Franco escoltado por su Guardia Mora, Millán Astray gozosamente multimutilado, la División Azul a las órdenes de Hitler. Todo el franquismo hasta sus últimos fusilados, su cruel agonía con "heces en melena" y el brazo incorrupto de Santa Teresa. Fraga en Vitoria. Inevitablemente el 23-F. Aznar sacándonos del desván de la historia y ofreciendo su hombro, y el nuestro, a Bush para que descansase una mano. Aquel barco fantasma que se hizo submarino y desde el fondo emitía hilillos. Trillo tomando el islote de Perejil con viento de Levante y paseando con gesto marcial entre los restos de un avión con paraguas y loden. Bizarras las manifestaciones rojigualdas en la plaza de Colón, bizarros los obispos marchando contra el Gobierno. No es imposible construir otro relato alternativo con gobernantes acertados y prudentes, una población laboriosa y creativa, figuras que aúnan valentía con inteligencia, lucidez con compromiso, una España no integrista pero que integre la diversidad nacional. Pero lo cierto es que esa "Historia de España" no existe. En realidad los últimos treinta años son un desmentido a todo eso, la democracia española es un triunfo histórico que ven los de fuera aunque ese nacionalismo bizarro nos lo impide ver a los de dentro. Acompañando al relato de una España nacida con los visigodos va toda la imaginería nacional. El arte español es necesariamente manierismo barroco tenebrista, siniestro. Se lanza a lo trágico aunque genere lo grotesco. El libro español por antonomasia, el Quijote es grotesco. Bizarría pura, extravagancia, burla, dolor, deformidad, locura. Lo paradógico es que aquel superventas de la época es tomado en serio por ingleses y alemanes y a partir de ahí los españoles lo aceptan como representación de si mismos. Velázquez no sería el artista que es sin sus borrachos y enanos. Goya es el gran bizarreador, su época neoclásica palidece frente a la negrura posterior. Y Picasso comienza a destacar pintando a las putas de un burdel barcelonés, luego retrata un apocalipsis vasco y violaciones bestiales en la vejez. Valle es genial y salvaje pero, por ser crítico y lúcido, es cosa aparte. En cambio la figura de Lorca, de talento extraordinario, es bizarra por su martiriologio. Sorolla o Gaudí son extravagancia, prueban que los fenicios del mediterráneo español no son españoles como es debido. Los testículos del toro de Osborne, los bailarines gitanos para el turismo, las procesiones, la ETA, todo es bizarro. También el cine de Almodóvar. En realidad, este artículo también es bizarro, ¿no? Una España no autodestructiva tendría que tener, junto a los componentes bizarros probablemente necesarios, un argumento sensato y constructivo. ¿Es esto posible?

14.4.09

14 DE ABRIL ...REPUBLICA !


13.4.09

GUARDANS I LA CASA GRAN



Guardans

A la Casa Gran del Catalanisme que propugna l’Artur Mas no tothom té el mateix espai. Uns ocupen les suites properes al patró, i altres s’amunteguen en les lliteres dels petits espais de les golfes. Uns viuen a prop del caliu que desprèn el “pinyol”, mentre d’altres pateixen les corrents d’aire d’uns finestrals mal ajustats. La Casa Gran que ens ven l’Artur és així: confortable pels amics, incòmoda pels esperits lliures. Amb llençols de ras pels sobiranistes conversos o nouvinguts, i tela de sac pels convergents de tota la vida. Sí, per aquells que tenen cultura de govern. L’espai que ocupen els Coloms i els Tremosa desallotja la bona feina dels vells Guardans.
Així les coses, no és d’estranyar que la festa radical i sorollosa que s’imposa a la pretesa Casa Gran forci la gent d’esperit treballador i tranquil a cercar altres indrets menys ideologistes, més pragmàtics i més útils.
Vaig tenir ocasió d’entrevistar-me amb l’Ignasi Guardans a Estrasburg fa un cert temps. La nostra cita tenia com a objectiu recollir informació i experiències per a elaborar una nova llei audiovisual per a Catalunya. Guardans ens va atendre cordialment, professionalment, sense fer diferències partidàries. Va exercir honestament la seva tasca de servidor públic que li va encarregar l’electorat. Ens va il·lustrar al respecte. Sabia del què parlava. Era un home documentat. Estic segur de què farà una bona feina al servei del cinema espanyol i català. Ja ho veuran.

10.4.09

CARME LAURA DISCRIMINA POR LA LENGUA..



La que en otro tiempo fuera Consellera De Educación de los gobiernos de Jordi Pujol, Carme Laura Gil , ha decidido que la excelente literata, Ana Maria Matute, no es una digna merecedora de la Creu de Sant Jordi...El motivo que aduce esta radical-nacionalista tiene sus origen en la lengua empleada por la señora Matute, quien, a pesar de haber tenido "la suerte" de nacer en Barcelona, es un personaje "vendido" a otra cultura.La tesis de Laura me produce tristeza. Supura intolerancia y muchas cosas más de las que no quiero acordarme.Esas cosas, en forma de doctrina, asolaron Europa.

Ahi va una pequeñisima nota sobre

ANA MARIA MATUTE


Nació en Barcelona en el año 1926. Pasó una juventud marcada por la Guerra Civil española que se reflejó en su primera obra literaria, centrada en los "los niños asombrados" quienes veían y tenían que entender la situación horrorosa y sinsentido que los rodeaba.
Se ha destacado por la relevancia que le da en su literatura a los mundos míticos repletos de imaginación, fantasía y magia. En su novelística trata con preferencia los temas de la incomunicación y la evasión.
Ana María Matute empezó a narrar a temprana edad. Escribió "Pequeño teatro" con sólo 17 años, una novela que fue conocida cuando ganó el premio Planeta (1954). Pero ella se dio a conocer en el ámbito literario español con su novela "Los Abel" (1948), la cual se inspiró en la historia bíblica de los hijos de Adán y Eva.
Sus novelas tienen un importante compromiso social, aunque es cierto que no se proclaman de forma explícita a ninguna ideología política. La escritora logró desarrollar un estilo personal donde la imaginación se mezcló con un mundo lírico y sensorial. De esta manera, su obra resulta ser una rara combinación de denuncia social y de mensaje poético, que se ambienta por lo general en el universo de la infancia y la adolescencia de la España de la posguerra.
En 1955 escribió la novela "En esta tierra". Le siguió la trilogía "Los mercaderes", integrada por "Primera memoria" (1959), "Los soldados lloran de noche" (1964) y "La trampa" (1969), que tuvo un gran éxito.
Esta gran escritora también produjo narración corta, y logró reunir sus relatos en volúmenes como "El tiempo" (1956), "Historias de la Artáila" (1961), "Algunos muchachos" (1968) y "La virgen de Antioquía y otros relatos" (1990). Además se destacan sus dos libros autobiográficos "A la mitad del camino" (1961) y "El río" (1963), en los que evoca sus experiencias de la niñez en el ambiente rural de Mansilla de la Sierra.
En 1971 con "La torre vigía" inició un cambio histórico de ambientación hacia el período medieval, rasgo que se prolongó en sus obras más recientes, publicadas luego de un largo período de silencio literario, como por ejemplo sus novelas "Olvidado rey Gudú" (1997) y "Avanmarot" (1999).

7.4.09

TV3...TV3...TV3...


TV3 I LA HIPOCRESIA DE CiU I PP

Un servidor de vostès no cometrà l’error de comentar les declaracions del conseller, Joan Saura, respecte els mitjans de comunicació públics catalans. I més concretament de TV3. No ho faré perquè el tema està tant roent que crema. Podria donar lloc a les més malintencionades interpretacions. Sobretot les d’aquells que practiquen la política voltor. No. És més, el proper 17 d’abril tindrem ocasió de comentar la jugada a on toca: a la Comissió de Control Parlamentari de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals. Dit això, sí que m’atreveixo a lamentar la hipocresia que gasten al respecte els portaveus polítics del PP i de CiU. Els hi diré perquè. D’ençà que es va constituir el nou equip directiu de la CCMA, populars i convergents no han deixat de criticar activament la línia editorial, la informativa i els continguts de TV3. Ho han fet desacomplexadament parlant de desnacionalització, manipulació i notícies al dictat. Els invito a vostès a consultar el Diari de Sessions del Parlament, hi trobaran les intervencions dels portaveus al·ludits. Allí s’hi reflecteixen afirmacions tant escandaloses com manipuladores envers els professionals. També hi trobaran constants apel·lacions al CAC per que actuï d’immediat. M’estalvio explicar-los la posició de CiU pel que fa a la representació dels treballadors en el Consell Assessor...es fàcil d’imaginar.
El conseller Saura, com qualsevol ciutadà, té tot el dret a opinar i a demanar les anàlisis d’un organisme reconegut per tots com és el CAC. Si el conseller d’interior té raó o no ja es veurà. El que sí podem comprovar ara, avui, és el grau d’hipocresia superlativa que practiquen CiU i PP en erigir-se en defensors –falsos, no ho dubtin- dels professionals dels mitjans de comunicació públics.

6.4.09

SIEMPRE BARCELONA

Barcelona: alianza de perspectivas

Uno de los secretos mejor guardados de Barcelona está en las perspectivas opuestas que se observan si uno se sitúa en el Tibidabo o en Montjuïc. Desde la montaña más alta, mirando al mar, Barcelona se ofrece rectilínea, racional, ordenada, con un diseño implacable en su funcionalidad, perfectamente europea, legal, cuidadosa y prudente. Esta cuadrícula magnífica es la que contempla y bendice un Sagrado Corazón descomunal, bastante feo, que el observador ignora tras haberse preguntado quién lo puso allí. Desde el Tibidabo, la ciudad es un ejemplo de lo que han sido capaces de construir sus habitantes, con seny y voluntad. Un asombro de civilización para cualquiera porque da la impresión de que esos ciudadanos tienen muy claro cómo organizar su vida en perfecto equilibrio.
Si, en cambio, nos vamos a Montjuïc, damos la espalda al mar y contemplamos la ciudad, veremos una urbe caótica, salvaje, bizantina, imprevisible, hecha a salto de mata, improvisada y casi tercermundista. Vista desde Montjuïc la ciudad es un modelo de lo que hoy podemos llamar desregulación, pura rauxa y anarquía, como si sus habitantes quisieran dejar claro a través del paisaje que hacen lo que les da la gana. La panorámica barcelonesa se ofrece desordenada, confusa, y parece justificar que haya un fortín, el famoso castillo, para vigilar a una pandilla de descontrolados y como preguntándoles: "¿Pero quién manda aquí?, ¿es que estáis locos?".
Este secreto barcelonés, oculto en sus dos panorámicas más famosas, es el vivo retrato de una ciudad que ha logrado la completa alianza de perspectivas opuestas: nuestra Barcelona no existiría sin equilibrio y sin caos, sin racionalidad y sin delirio, sin europeísmo y sin tercermundismo, sin orden y sin libertad. Los contrarios conviven, se unen, se entrelazan,y conforman el paisaje barcelonés permanente en el que todos vivimos cada día mientras la extraordinaria mezcla pasa desapercibida.
Es natural: siempre ha sido así, en los genes barceloneses coexiste lo opuesto con toda normalidad. Desde 1978, por ejemplo, el Ayuntamiento de Barcelona siempre ha sido de un socialismo reparador, plural, mientras que en la Generalitat reinaba el modelo pujolista de homogeneidad catalana, cuya herencia sigue aún muy presente. Barcelona pasó el examen del nacionalismo catalán con manifiesta tibieza y no poca pachorra. Aquí el nacionalismo cerrado encaja mal, por tradición. Lo distinto, lo otro, siempre ha acabado diluyéndose en esta disuasoria alianza de perspectivas barcelonesas que es seña básica de una identidad desinhibida, escéptica, impredecible y que desafía cualquier imposición con un ninguneo contundente. Un estilo muy propio que, acaso, sólo los barceloneses entienden.
El carácter tolerante, abierto, mestizo, racional, de esta alianza de opuestos se plasma en la retranca, acumulada siglo a siglo, con que aquí se aborda el presente aunque éste se exhiba hoy como una catástrofe sin precedentes. La alianza barcelonesa establece una perenne y lúcida protección: por esta ciudad han pasado muchas crisis, eso es cosa sabida. Y las que vendrán. Por esta ciudad ha pasado el mundo entero y se ha quedado aquí: somos mundo. De ahí que cuando el mundo parece hacerse añicos y los fantasmas del caos crecen, los barceloneses los contemplan con el mismo espíritu con el que dedican una escéptica sonrisa a aquellos presuntos salvadores de catástrofes. Ni tanto ni tan calvo: ni el fin del mundo ni un líder único, que eso no va con nosotros; de las crisis se sale con paciencia, prudencia y sensatez, paso a paso, anudando la relación de lo viejo con lo nuevo, sin más exclusión que la tiranía, venga de donde venga.
Todo un espíritu se perfila tras esta alianza de perspectivas. Barcelona es una estupenda metáfora de supervivencia, cuando es esa supervivencia lo que está en juego (globalmente hablando, claro). Pero Barcelona es mundo, se lo ha ganado a pulso, y todo lo que sucede más allá de esta ciudad nos afecta.
Hay que recordar estas cosas elementales a las generaciones jóvenes que han tenido la suerte de vivir en una sociedad de ricos y la desgracia de recibir mensajes culturales que les incitaban a pensar sólo en ellos mismos y a competir más que a cooperar y respetar. La alianza de perspectivas barcelonesa lleva a una imprescindible alianza generacional en la que saberes y experiencias se compartan y enriquezcan. Los jóvenes, que hoy pasan por su primera gran crisis colectiva, merecen, para no ponerse de los nervios, el apoyo de los que saben que la vida, sin crisis, sería de una monotonía insoportable y que aprender de la contrariedad en imprescindible. Hay que ayudarles a entender que se han acabado los niños mimados, que los sabelotodo no existen y los independentistas tienen poco futuro, lo cual será muy saludable.
La metáfora de la alianza de perspectivas barcelonesa es instructiva y útil no sólo para entendernos a nosotros mismos, sino para abrazar a un mundo en cambio (hacia mejor).
Articulo de Margarita Riviere

APERITIVO EUROPEO...



Europa: el reto

Pronto comenzará la campaña de las elecciones europeas. Algunos candidatos catalanes no dejan de sorprender. Oriol Junqueras, de ERC, votó que no a la Constitución europea; también el candidato de CiU, Ramon Tremosa; como el de ICV, Raül Romeva; el popular Aleix Vidal-Quadras cabe suponer optó por el sí; respecto a la socialista Maria Badia, no sólo votó afirmativamente, sino que fue una de las principales activistas a favor.José Montilla ha dicho que el PSC hará una campaña en clave europea. Catalunya Informació (no podía ser menos) lo ha noticiado así: Montilla afirma que el PSC “no defenderá cuestiones internas de Cataluña” y que “no planteará las elecciones en clave catalana”. Ya estamos acostumbrados.El mapa va clarificándose. Para los socialistas la nota sonará a Europa; los populares catalanes darán el protagonismo a Rajoy para que se bata con Zapatero y logre vencerlo; CiU no saldrá del cascarón catalán, al igual que ERC: los primeros para demostrar que son más soberanistas que los segundos, y éstos para dejar claro que lo son más que aquellos: una especie de corro de la patata, que solamente gusta a quienes lo juegan.Cataluña fue en el pasado una gran defensora de Europa, porque significaba alcanzar la libertad y la democracia, pero ahora toca ir más lejos y estar con los que encabezan el progreso de la Unión hacia un gran espacio común de derechos y libertades ciudadanas. No todos nuestros candidatos están a la altura del reto.
Articulo de Carles Navales

3.4.09

TRIAS ,HAS CAIGUT MOLT BAIX !



TRIAS... VOL VENTILAR O EMPASTIFAR?


Fins ara creia que en Xavier Trias era un polític de raça, dels de abans. Si, d’aquells que fan servir el sentit comú, que diuen el que cal dir amb contundència però sense passar la ratlla que obre la porta a les atmosferes fètides. Si, creia que ell no jugava al cop baix ni a empastifar. Però de sobte,aprofitant la situació puntual d’un funcionari detingut sota sospita de corrupció,engega el ventilador. Trist, es molt trist que desprès de tants anys militant en les files de la correcció en Trias caigui en les presses per surar, per intentar esgarrapar quatre vots,en el desfici per intentar guanyar a qualsevol preu. T’ equivoques Xavier. Tu no has estat mai de la penya d’en Madi ni del pinyol picant i agressiu. Tu tens cultura de govern. Esquitxar a tothom fent servir el ventilador no et dura a la gloria sinó a embrutar encara més l’imatge de la política i la credibilitat de les institucions. T’embrutaràs tu mateix. Llançar l’ombra de del dubte sobre l’Ajuntament de Barcelona es un mal servei a la ciutat a la que dius estimar, no et fa ser digne a optar a la seva alcaldia .Ho sento Xavier però has caigut molt baix.