El blog d'en Joan Ferran

27.11.17

MARTA ROVIRA LA ESPIRITISTA POLITICA







MADAME BLAVATSKY ROVIRA 



Que Marta Rovira fabule no tiene la menor importancia. Al fin y al cabo, sobre todo en campaña electoral, la mayoría de los políticos pintan el futuro color de rosa intentando conseguir el voto de los electores y el apoyo entusiástico de su propia clientela. Pero ojito avizor, cuando la fábula lleva una bala emponzoñada en la recámara la cosa varía; y más si se está dispuesto/a a usarla, sin escrúpulos, como arma de crispación masiva. No es demasiado edificante tomarse las cosas de la sangre, la muerte y la violencia en vano. La gente de ERC, de un tiempo para acá, lo está haciendo sin pudor y eso huele a delito de lesa patria. En el tablero güija de la política catalana Madame Blavatsky Rovira ha oficiado, como una pésima espiritista de opereta, metiendo los muertos en el mundo de los vivos y la cerrazón como tapadera de la verdad. El tema en cuestión se agrava, aún más, cuando voceros subvencionados por el independentismo usan el viejo truco goebbeliano de convertir en verosímil, por repetición, una falsedad. Ya saben por experiencia que esos papagayos, y sus medios de comunicación, pueden transformar cualquier falso rumor en verdad y un cuento infantil, en una historia de terror para consumo de adictos al victimismo. El mantra de esta semana va a ser: Barcelona ha perdido la Agencia del Medicamento Europea gracias al 155. Y sigue… Pero permítanme que vaya un poco más allá de las fábulas perversas y esotéricas que nos cuenta esa Blavatsky republicana en que se ha convertido la señora Marta Rovira. Lo más lamentable del caso es que, a pesar de ser desmentidas por clérigos, síndicos y políticos de todo pelaje, esas tesis necrológicas -retocadas y edulcoradas - siguen en boca de tertulianos excitados, políticos de tres al cuarto y tránsfugas profesionales (ahora mismo pienso en Antoni Castellà). Las psicofonías acríticas y mendaces de los estómagos agradecidos son esperpénticas. 
Lamentable, la propagación de la mentira a sabiendas de que no es verdad. Preocupante, la credulidad de tanta gente de buena fe que aun no advierte la verdadera naturaleza de la ficción procesista. Pues sí amigos, de seguir en manos del secesionismo talibán algunas cosas estarán en peligro de defunción en este país: el sentido común, la cohesión social y la capacidad de discernimiento, entre otras.

20.11.17

ERC COMO LOS BORBONES






EL SECESIONISMO Y LAS UVAS


 Un editorial de La Vanguardia califica las últimas propuestas y declaraciones de Carles Puigdemont como un ejercicio de realismo político. Quizás sí, aunque está por ver el desenlace final del embrollo PDeCAT y su candidatura para el 21D. En el mismo saco cabría meter las afirmaciones del republicano Sergi Sabrià, o las de la consellera Ponsati, cuando sostienen que Cataluña no estaba preparada para una declaración de independencia exprés. Ya saben, el estado es pérfido, usa la fuerza y no tiene corazón de poeta… 
Permítanme que sonría ante estas piruetas verbales de políticos estresados a la búsqueda de salidas honrosas. A uno le viene a la memoria la fábula -de Esopo, de Jean De la Fontaine o Samaniego, qué más da- en que la zorra desdeñaba las uvas aduciendo que no estaban maduras. Ustedes y yo sabemos que, en la subasta política en la que estamos sumidos, algunos líderes juegan a desestimar aquello que demandaban hace pocos días y hoy ven imposible. Bienvenidos sean al realismo los mercaderes de sueños y los vendedores de humo de buena fe. Fuego eterno para estafadores de a tres por ciento y fanáticos limpia patrias. Sí amigos, nadie previó las consecuencias. Las empresas huyen, cruceros y congresos se van a otros muelles, la economía se resiente y el turismo decae temeroso de algaradas. En este país parece que los únicos negocios rentables son la venta de banderas, los cartuchos de tinta y los tickets de autocar para acudir a manifestaciones de fin de semana… Se optó por una épica que fue pan para pocos días y silencio para mañana, frustración para los ingenuos y desesperación para los creyentes. Seamos claros. Ese ejercicio de realismo que loa La Vanguardia en su editorial, si no va acompañado de un claro propósito de enmienda, no servirá de nada. Estaremos condenados, en pocos meses, a repetir la historia de forma tan suicida como grotesca. Un reconocimiento de culpa o error -¡el ritual católico ha calado tanto en nuestra sociedad!- exige que el propósito de enmienda se cumpla como medio para expiar una conducta inadecuada. 
Enmendar es rectificar pero también corregir. Ironías del destino. Un Borbón dijo: -“Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir.” Hoy algunos secesionistas de postín han hecho suya la frase de marras. ¿Ejercicio de realismo o kit de sobrevivencia?

10.11.17

POSICION DE CLASE O COMODIDAD DE BURÓCRATA?





SILBIDOS EN LA CATEDRAL 



Cuenta la Guardia Urbana que ante la catedral de Barcelona se congregaron unas veinticinco mil personas -vamos a dar la cifra como buena- con banderitas habaneras, pasquines a una tinta y capas a lo Superman. El acto de marras quería ser el gran colofón mitinero de un fracaso de sobras anunciado. El secesionismo pinchó estrepitosamente con su intento de parar la producción, aunque hay que reconocer -nobleza obliga- que su rama infantiloide consiguió jugar al Ibertren para fastidio y congoja de miles de ciudadanos catalanes. En los eventos en los que participan multitudes siempre se intuye, se aprende algo o se sacan conclusiones. En la concentración los asistentes propinaron una solemne pitada al portavoz de la UGT, Camil Ros . Consideraban los allí reunidos que el sindicato no había puesto toda la carne en el asador al negarse a convocar una huelga general. Yo, del camarada Don Camilo, estaría tranquilo. Todo el mundo sabe positivamente que su clientela no es precisamente la que se congrego a las puertas del templo barcelonés. La suya, en el caso de aun tenerla, es otra que esta silbando desde sus hogares al percibir como las cúpulas de los antiguos sindicatos ‘de clase’ filtrean con gobiernos expertos en recortes sociales e ideologías nada internacionalistas. Tres cuartos de lo mismo le ocurre a CCOO. Las centrales sindicales jugaron un importante papel en la lucha antifranquista y en la recuperación de las libertades democráticas. Muchos de sus dirigentes pagaron con la cárcel la osadía de defender a los trabajadores ante los envites de la dictadura. Hoy la cosa es bien distinta. La democracia en España está asentada y algunos de los que exigen posicionamientos políticos al mundo sindical lo hacen tras saltarse las reglas del juego. Los que han desnaturalizando el Parlament y el Estatut no están legitimados para exigir a los agentes sociales complicidades ni ‘aturades de pais’. Un servidor de ustedes no es un ingenuo. Conoce de sobras los vínculos económicos y las prebendas que permiten la subsistencia de las burocracias sindicales. A cambio, estas, responden con una actividad reivindicativa ‘razonable’ y una benevolencia con la administración acordada de antemano. Solo los viejos cuadros sindicalistas que vivieron la Transición siguen hablando de solidaridad de clase, internacionalismo, lucha obrera etc. Los tiempos han cambiado, cierto, y los activistas del secesionismo han penetrado en el mundo sindical para copar su dirección y difundir la fe del cisma. ¿Legitimo? Sí, sin duda, pero poco acorde con los orígenes y la memoria histórica del movimiento obrero. A Don Camilo y demás les debería preocupar los pitidos de alarma que emiten gentes desde sus casas y que hoy no se consideran representados por organizaciones que no garantizan su derecho a acudir, o no, al puesto de trabajo. Las cúpulas que aplaudieron el lock out quizás debieran cuestionarse si son algo más que una gestoría de servicios capaz de justificarlo todo. La independencia sindical está en entredicho. 
 El desapego hacia la política no se circunscribe solo a los partidos y a la actividad parlamentaria, alcanza también a la imagen y credibilidad de los sindicatos. La sospecha que estos bailan el juego de las políticas palaciegas, en detrimento del los intereses de los trabajadores, va a ahondar más si cabe su crisis de representatividad. En Cataluña el procés se ha cargado un montón de partidos. Parece que ahora le toca el turno a los sindicatos que prefieren el discurso secesionista disfrazado al de clase.

8.11.17

MISS AMBIGÜEDADES











LA CANCIÓN DEL COLA-COLAU 

Ada Colau es la novia de la suerte. Cuando su gestión al frente del consistorio barcelonés pasaba por el momento más crítico del mandato se la apareció la Diosa Fortuna, esa que todo lo tapa y todo oculta. Primero lo hizo en forma de catástrofe humana sembrando las Ramblas barcelonesas de desgracia y miedo. El mundo paró para llorar y recomponerse. No era tiempo de reproches municipales ni de discusiones bizantinas. Luego llegaron los sobresaltos del procés, la DUI, el lio del referéndum y la fuga de Puigdemont hacia la contemplación del Manneken Pis. El broche de oro de tanto suceso noticiable - y difuminador de realidades- ha llegado con el envío a prisión de los ex consellers del Govern. Tanto es así que la problemática del top manta, los apartamentos turísticos, el conflicto de las terrazas, los experimentos viales y cien cuestiones delicadas más yacen en el cajón del olvido mediático y ciudadano. La Diosa Fortuna llegó y, al igual que ha acontecido durante un lustro en la Generalitat, todo se escondió bajo el ruido del procés. Que si urnas, que si Trapero y yo, que si los sociatas son o no la piel de Barrabas… Y la alcaldesa feliz entre teles, radios y entrevistas edulcoradas con buenismo simplón- 

Dicen los teólogos dels Comuns que a Colau, además de la Diosa Fortuna, se le apareció también la Virgen para despertar en ella virtudes ignotas. Ella es tertuliana, opinadora y analista con vocación de estadista. Sabe de leyes más que la jueza Carmen Lamela, aunque no alcanzó licenciarse en Filosofía. Alcaldesa cuántica la llamo Ramón de España pensando en el gato de Schodinger y el Principio de Incertidumbre. Como Emperatriz de la Ambigüedad la etiquetó Josep Borrell ante miles de manifestantes constitucionalistas barceloneses. Y es que, amigos, la canción del Cola-Colau es aquella que se tararea cuando conviene relatar ‘las múltiples cualidades de su producto político sin par’. La alcaldesa de Barcelona gusta sumergirse en aguas turbulentas para dar la nota; si, pero lo hace con traje de buzo y escafandra para evitar mojarse. Conviene subir a superficie descomprimida y bien peinada no vayan a pillarla en un renuncio. Pero si la muerte tenía un precio en el inolvidable film de Sergio Leone el oportunismo y la ambigüedad también lo tienen en la política. Tarde o temprano aflora la realidad y la trampa o la ficción suelen quedar a descubierto para vergüenza de los tramperos. La canción del Cola -Colau, sobre lo divino y lo humano en política, la canta la alcaldesa para ocultar el run -run de la ciudad y su demostrada ineficacia como gestora. Ahora, con la excusa del 155, juega a centrifugar socialistas… Soy de los que opina que, llegados a este punto de la canción del Cola-Colau, es mejor salir con la cabeza alta por la puerta grande del gobierno, que no hacerlo por la de servicio sin la paga de Navidad.

6.11.17

A POR LAS COSAS SERIAS SIN MEJILLONES BELGAS





LA RESTAURACIÓN AUTONÓMICA


 Un viejo amigo ex convergente -de los del ‘peix al cove’- me suelta con amarga ironía: “Cada vez que hemos sentado en la mesa a ERC se han roto piezas de la vajilla”. No sé si la vajilla a la que alude mi buen amigo es de Sèvres o del Carrefour. Lo ignoro, pero para el caso que nos ocupa da lo mismo. Lo cierto es que la hoja de servicios de los republicanos no está exenta de momentos delicados, estropicios y daños colaterales. No es menester rememorar los tiempos de la Segunda República, ni los vaivenes del Gobierno Tripartito, para darse cuenta de que en los genes de ERC anida una dosis de ’rauxa’ desbocada incompatible con el arte del buen gobierno. Es más, en alguno de sus dirigentes la utilización del plural mayestático oculta, como sostiene Josep Borrell, tics de corte autoritario. La CUP presume de haber enviado a Artur Mas a la papelera de la historia. ERC ha lanzado a Puigdemont hacia un abismo ignoto. El chocolate belga se paladea con placer pero ni cura ni dignifica un exilio de mentirijillas. 
 ¿Y ahora qué? Me dirán ustedes. Pues muy sencillo: restaurar. Una acepción del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua sobre la palabra restaurar nos viene como anillo al dedo. Restaurar es ‘poner una cosa en el estado de estimación que antes tenía’. Pues sí amigos, ha llegado el momento de la restauración autonómica, de la recuperación del Parlament como instrumento útil para legislar y vehicular las preocupaciones y demandas de la ciudadanía y, todo ello, llevarlo a cabo desde la legalidad democrática. Urge devolver a cada cosa su nombre y su esencia. Urge recomponer, o reponer, las piezas rotas de la vajilla antes de que no quede ni una. Restaurar implica también arreglar los estragos ocasionados, devolver lustre y credibilidad al país, recuperar el valor del autogobierno y apaciguar los ánimos exaltados… 
 Las elecciones de diciembre son una buena ocasión para, mediante el voto, implementar esas urgencias políticas y cívicas que demanda la ciudadanía. Cataluña no puede permitirse un nuevo lustro pleno de aventuras secesionistas, conflictos identitarios y performances. Un ‘procés 2’ sería letal para la sociedad catalana. Entre las fuerzas constitucionalistas, el próximo 21 D, habrá programas políticos claramente contradictorios y diferenciados. Lógico, pero más allá de esas propuestas electorales conviene establecer un compromiso de apoyo mutuo con el fin de combatir cualquier nueva deriva secesionista. La restauración del orden autonómico es la tarea más urgente de los demócratas. Restañar heridas y recuperar lo perdido es el gran reto que tienen ante sí los catalanes de buena fe.