El blog d'en Joan Ferran

31.5.19

LA ULTIMA 'TORRADA'






LOS JENÍZAROS DE QUIM TORRA



 El presidente Quim Torra pasará a la historia de Cataluña como el político que amaba la ratafía y nunca llego a comprender el misterio de la separación de poderes; para él Montesquieu no existió porque era francés. Y, si en un futuro no muy lejano, a un investigador le da por hurgar en sus escritos y anécdotas, hallará contenidos dignos de estudio y pensamientos tan inquietantes como perversos. El personaje Torra da mucho de sí, pero su esbozo biográfico no será completo si no se incluyen obsesiones, tics y caprichos. Al bueno de Quim le ha dado ahora por ir de cesarillo -todo se pega- y sueña con montarse una guardia pretoriana fiel y a prueba de bombas constitucionalistas. Una unidad de escoltas, creada vía decreto, que modifica el sistema operativo y de mando de la actual estructura de los mossos de escuadra. Y, como es obvio, el malestar generado entre los profesionales de los cuerpos de seguridad es notorio y notable. Dicen que a Quim Torra le agrada buscar referentes en los libros de historia. Es quizás por ello que pretenda emular a aquellos emperadores romanos que se dotaron de una guardia pretoriana para utilizarla como escolta y protección. Los miembros de esas cohortes seleccionadas gozaban de privilegios especiales y recibían retribuciones económicas superiores. ¿Vamos en esa dirección? Este país no deja de sorprendernos. En él se ha dado la paradoja de que mientras Ada Colau disolvía y desmantelaba la USP (Unidad de Soporte Policial) de la Guardia Urbana barcelonesa, Torra maquinaba la creación de una guardia personal. A lo largo de los tiempos han sido muchos los personajes, y personajillos, que han querido blindar su seguridad con cuerpos de élite creados ex proceso. Recuerdo, a bote pronto, la Guardia Republicana especial de Saddam Hussein, los Húsares Negros de Guillermo I o los Mosqueteros de la Guardia del Rey Luis XIV, entre otros muchos. Pero sin duda quien se llevaba el plus de originalidad al respecto era el dirigente libio, Muamar el Gadafi, que solía ir acompañado y protegido por un grupo seleccionado de mujeres guardaespaldas. Más de doscientas féminas, diestras en el manejo de armas y artes marciales, formaban parte de la Guardia Amazónica del Gadafi. Por cierto, mujeres valientes que no dudaban en jugarse la vida para salvaguardar la integridad del líder libio. En Atenas una de las amazonas -Aisha- protegió con su cuerpo al político cuando un grupo integrista lo baleó. Lo dicho con anterioridad. Quim Torra será recordado en los libros de historia por su escaso don de la oportunidad y su torpeza como dirigente político. También como el presidente de comunidad autónoma con delirios de grandeza que propició la creación de un cuerpo de jenízaros en pleno siglo XXI. Jenízaro (en turco yeniçeri) significa ‘nuevas tropas’. Pues eso…

LA AMBICIÓN APRESURADA DE RIVERA....




...Y RIVERA LO MUTILO 



 Vino del norte y en el acento llevaba el glamur de los Campos Eliseos. Holló las calles amarillo-ocre de un país y de una ciudad -también suya- castigada por ráfagas de ira, sectarismo, victimismo y venganza. Fue noticia, moda y novedad, pero su buena nueva no cuajó. Habló del bien y del mal, como Zaratustra, para acabar siendo denostado por los guardianes de las esencias y la tradición. Encandiló, fugazmente, a más de un ilustrado deseoso de modernidad y poco más. Ante la estulticia rebosante de los mediocres escuchó el canto quejoso de los leídos sin que estos, desconfiados y acomodados, tomaran partido por su discurso. Perseveró en alta costura política pero tuvo que conformarse con el ‘prêt-à-porter’ y algunos restos de serie ya amortizados. Predicó futuros perfectos y se vió fatalmente arrastrado por el discurso atávico de los hijos de la vieja derecha. Acudió a Colón, pecó y perdió el estado de gracia que disfrutaba entre agnósticos, tolerantes e indecisos. Intentó salir de la caverna para volar pero no pudo, estaba atado. Llegó Albert, su jefe, con prisas y rebosante de ambición, ergo: la transversalidad devino verticalidad, lo multicolor mutó a naranja amarga. El discurso dulce del cosmopolitismo dió paso a un canto marcial para mayor gloria de otro nacionalismo tan obsoleto y tosco como el de la ratafía. Y así fue como, incluso antes del voto de los barceloneses, Valls, el político ‘revelación’ que vino del norte, perdió fulgor y fuerza hasta ser relegado a ese discreto segundo plano que hoy ocupa. Albert Rivera lo ató y lo mutiló. ¿Por qué? El líder naranja, que ha tenido en sus manos la posibilidad de vertebrar un sólido partido de centro liberal en España, ha preferido -por ambición personal- virar bruscamente hacia la derecha extrema buscando votos en caladeros del PP y VOX. En su empeño no ha dudado en achicharrar piezas relevantes de su escudería como Manuel Valls o Inés Arrimadas. Mal servicio al pluralismo constitucionalista tanto en España como en Barcelona. Hay quien dice que, llevado por un ego exagerado, Rivera no tolera en su galaxia naranja otros astros refulgentes. Quizás por todo ello yo, que Manuel Valls, no se lo perdonaría.

20.5.19

ERC....NO SON DE FIAR





¡QUEMAD LA BANDERA BLANCA! 


 Cuentan algunos insignes historiadores anécdotas de nuestra Guerra Civil en las que los combatientes se daban una tregua para negociar o parlamentar. El método de enarbolar la bandera blanca funcionaba. Ocurrió en la batalla del Ebro, en el frente de Aragón, en Navarra… Es famosa la tregua de las navidades de 1936, acaecida en el monte Kalamua, en la que milicianos y requetés intercambiaron periódicos, vino y cigarrillos con motivo de la Nochebuena. La bandera blanca funcionó en esa refriega bajo el significado de alto el fuego, cese de hostilidades y solicitud de parlamentar. Me dirán que eran tiempos en los que la palabra dada y el sentido del honor tenían un cierto peso. Pues sí, más que ahora. Desde tiempo inmemorial se tiene constancia del uso de la bandera blanca. Se empleo en la China de la dinastía Han y desde la Edad media hasta nuestros días sin interrupciones dignas de mención. Fue la Convención de Ginebra la que la acepto en sus diversos significados, considerando su uso inapropiado como un crimen de guerra. Pues bien, salvando las diferencias, en la vida política y parlamentaria también existen otras variedades o sucedáneos de bandera blanca. Son costumbres, hábitos y ritos aceptados por las partes que permiten abrir espacios de distensión, acuerdo y dialogo entre adversarios. No respetar esos códigos, aceptados unánimemente durante años, denota la baja catadura moral, la irresponsabilidad y la inmadurez de los transgresores. En el mes de setiembre del 2017 alguien jugó en el Parlament de Cataluña a romper el consenso político democrático sin calibrar las consecuencias de tal decisión. Hoy estamos inmersos en un conflicto de orden judicial que tendrá derivaciones políticas graves si el dialogo se desvanece. Recientemente algunos se han cargado los usos y protocolos básicos que facilitan el seguir hablando aunque estemos inmersos en el fragor de la batalla. Solo a los suicidas, o a los insensatos, se les puede ocurrir la idea de quemar banderas blancas. Nunca imagine que algo así podría suceder pero… ¡Zas! Ahí está. Resonaron de nuevo en mi mente unas palabras del que fuera presidente del Parlament, Joan Reventós, que decían así: “De Esquerra Republicana no te fíes jamás”. Tenía razón. Esos tipos queman hasta el palo de la bandera

14.5.19

¿ QUEMAR LAS NAVES ?


¿Por qué y para qué quemar las naves? 





Siempre hay a quien gusta recordar esa frase famosa -atribuida a cien padres- que pregona que la política es el arte de lo posible. Quizá sí, pero todos sabemos que la práctica de ese supuesto arte también da cobijo en su seno a sectarios empecinados, ambiciosos sin escrúpulos, megalómanos y tránsfugas de tres al cuarto. Tanto es así que, desgraciadamente, para ponderar la calidad o la sabiduría de un político muchas veces haya que esperar a que el paso del tiempo lo sitúe bajo un prisma objetivo alejado de las pasiones y la inmediatez. Hoy pienso, por ejemplo, en Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero la actividad política también exige tomar decisiones delicadas e inmediatas susceptibles de dibujar el perfil de los partidos y de sus dirigentes. A lo largo de los últimos meses hemos podido comprobar cómo algunos acelerados han jugado a cerrar puertas y trazar cinturones sanitarios alrededor de sus adversarios. Error, craso error. El arte de lo posible no admite el trazo grueso por la sencilla razón de que en política todo fluye, se transforma y poca cosa permanece inalterable. Lo que ayer parecía inverosímil hoy puede hacerse realidad; lo aparentemente sólido puede resquebrajarse en un instante… Algunos historiadores atribuyen a Hernán Cortés la quema de sus naves con la intención de impedir que su gente le abandonara y regresaran a la metrópoli. La decisión del conquistador de Medellín ha presidido mil discursos y generado toneladas de literatura hasta el día de hoy. En los muelles del nacionalismo hay amarradas unas cuantas naves con posibilidad de zarpar. El independentismo catalán tiene ante sí, al menos, un par de rumbos a seguir. A saber: hacerse a la mar y hacer política, o bien quemar las naves e intentar sobrevivir en una selva hostil en la que no cabe el retorno. Ha llegado el momento en el que los sensatos han de dar, sin complejos ni temor, un paso al frente. ¡Ah! Y que conste, escribo estas líneas más allá de la polémica sobre si Miquel Iceta debe presidir o no el Senado español. Ese tema es, en el fondo, tan sólo uno de los capítulos del tedioso serial político catalán.

SON PENOSOS





LLORONES SIN CLASE 


 Hubo un tiempo en este país en el que mínimamente se respetaban las formas y se interaccionaba con el adversario político sin demasiados complejos. Alguien lo llamó cortesía parlamentaria y formaba parte de la cotidianidad de las relaciones políticas. Si prefieren simplificarlo un poquito podríamos llamar a esa forma de actuar respeto y ‘buena educación’. Saludo, charla o el hecho de compartir una comida o un café, no implicaba para nadie dejación de principios ni delito de lesa patria. A la vista de algunas actitudes y posicionamientos parece que esos hábitos se han perdido. En el Parlament de Cataluña se ha producido un cambio climático sin precedentes rico en tempestades, granizo y aguaceros fuera de control que no auguran nada bueno. Saltarse a la torera determinados ritos y normas de reciprocidad, asentadas en la práctica a lo largo de los tiempos, podrían deteriorar aun más la asfixiante atmósfera del hemiciclo hasta convertirla en irrespirable. Estas líneas que suscribo se inspiran en la polémica generada alrededor de la posible condición de senador de Miquel Iceta y de su hipotético camino hacia la presidencia del Senado español. No voy a entrar, al respecto, en consideraciones de índole reglamentaria ni en la interpretación de la normativa aplicable. No, tan solo pretendo señalar la evidente ausencia de ‘nivel’ de algunos de nuestros políticos en activo. Actúan como niños llorones amarrados a un juguete. Falta sabiduría, experiencia y sobre todo clase. Salvando las distancias, aun recuerdo con emoción como el pleno de la cámara catalana recibió, aplaudiendo en pie, el regreso al hemiciclo de un diputado del PP que logró superar una grave enfermedad. Aquello, amigo lector, más allá de la clásica cortesía parlamentaria era un acto de humanidad. Me pregunto, a la vista de la fauna que nos circunda, si eso sería hoy posible.