El blog d'en Joan Ferran

9.3.21

LAS COSAS COMO SON

 





UNA TRAMPA EN EL CRUCIGRAMA CATALAN


 La historia anda repleta de personajes y personajillos especializados en desviar la atención y situar el foco mediático donde mejor les conviene. Hace cuatro días la Rusia de Vladímir Putin -esa que tanto venera el prófugo de Waterloo- declaraba ‘agentes extranjeros’ a periodistas y activistas significados por sus criticas al presidente ruso. Nada nuevo a orillas del Volga. Bajo el mandato de papa Stalin esa táctica ya se empleaba sin demasiados miramientos. Pero, como cuenta la sabiduría popular, donde las dan las toman. En España, allá por los años setenta, los servicios de inteligencia franquistas creyeron detectar agentes de la KGB infiltrados en los astilleros de Cádiz. Su supuesta misión era el sabotaje y el fomento de la conflictividad laboral. Uno tiene la impresión de que el cuento del extranjero alborotador resucita, como chivo expiatorio, cada vez que conviene ocultar la realidad y no llamar a las cosas por su nombre. En el crucigrama de la política catalana parece ser que hay individuos, e instituciones, dispuestos a admitir la definición de palabra ‘pulpo’ como animal de compañía. La detención de la italiana Sara Casiccia y de sus colegas, como autores de un presunto delito de homicidio en grado de tentativa, ha propiciado una interpretación engañosa de los graves incidentes acaecidos en Barcelona. Como es obvio debemos felicitar a las fuerzas de seguridad por haber arrestado y puesto a disposición judicial a los vándalos. ¡Bravo! Pero al mismo tiempo conviene no olvidar que, más allá del grupito anarquista italiano, hay los autóctonos, nacional populistas, que se han ido de rositas a casa con su líquido inflamable. Barcelona y Turín son ciudades con un pasado político no exento de conflictividad social y violencia callejera. A la capital catalana, durante y después de la Semana Trágica de 1909, se la llamó la Rosa de Foc cuando grupos radicales se dedicaron a quemar conventos e iglesias. Turín, la ciudad de donde es originaria Sara Casiccia, vivió en los años veinte del siglo pasado un período de agitación obrera conocido como el ‘Biennio Rosso’. Este paralelismo ha permitido a más de uno, embebido de romanticismo revolucionario, difuminar lo real en la bruma de lo aparente. Digámoslo claro: Con Sara, o sin ella y sus colegas, los contenedores hubieran ardido igual. Cuando desde la juventudes de la CUP se lanza la consigna ‘la Rosa de Foc no claudica’, cuando se sugiere aprender de los manifestantes de Hong Kong, cuando se recomienda el uso de indumentaria y la utilización de productos inflamables para confeccionar barricadas de fuego, no se está hablando en italiano ni cocinando un plato de spaguetti a la puttanesca. Se esta llamando a la acción vandálica en lengua vernácula. En el crucigrama de la política catalana alguna gente del Govern se ha resistido a escribir con trazo firme las palabras que condenan la violencia. A estos escaqueadores profesionales les ha ido de perlas la trama anarquista, la nave okupada de Canet y la furgoneta de la Guardia Urbana quemada en la Rambla. Todo ello les ha permitido, por ejemplo, obviar como desde la radio y tele públicas una niña de papá sacrilizaba la violencia callejera como única salida política; como bajo la excusa de la defensa de la libertad de expresión se ofrecía patente de corso a los alborotadores para saquear tiendas y comercios... El general Prim se trajo de Turín a un Saboya que se tuvo que marchar mientras los españoles continuamos un montón de años dudando qué camino tomar. Tarde o temprano, cuando la justicia dicte su veredicto, la turinesa cumplirá su condena y partirá. Espero que cuando llegue ese momento hayamos sido capaces, entre todos, de llamar a las cosas por su nombre. Espero que ese día la tranquilidad y el sosiego hayan vuelto a la política de la mano de un gobierno que gobierne de verdad, que sea capaz de recuperar el verdadero nombre de las cosas. Mientras tanto conviene que en el crucigrama político catalán las palabras que se garabateen sean las adecuadas, que se entrecrucen sin ira, sin trampa ni cartón. ¡Ah! y sobre todo, que haya suficiente goma de borrar para corregir los errores.

2.3.21

ESTAMOS RODEADOS DE PIJOPROGRES Y NIÑOS DE PAPA







LOS NIÑOS TONTOS DE PAPA RICO 



 He contado hasta cien y aguardado unos días antes de escribir este artículo. Y al hacerlo, sin apenas darme cuenta, me he visto tarareando una vieja canción satírica de Moncho Alpuente que causó furor en su época. La cantaba un grupo denominado ‘Las Madres del Cordero’. Llevaba por titulo ‘La niña tonta de papá rico’. En ella Moncho se mofaba de las hijas de familias acomodadas que, nada más llegar a la universidad, se sumaban a la moda de turno adoptando el credo, el lenguaje y la estética de los activistas progres. Una de sus estrofas más coreadas era aquella que decía: ”la niña tonta tiene opiniones, sobre la guerra y sobre la paz; la niña tonta dice que es libre, está de moda en su facultad...” Pues sí amigos, hay mucha niña - y niño tonto- con micro y cámara a su disposición en este país de falsos exiliados y pegajosa ratafía. Los hay cobrando un pastón dispuestos a opinar sobre lo divino y lo humano, sobre la supuesta represión del estado español y la libertad de expresión. Les cuento todo esto tras enterarme de que una presentadora de Catalunya Ràdio ha afirmado en antena, refiriéndose a los altercados, saqueos y quema de contenedores, que ese tipo de violencia está justificada, que es lógica y recomendable para conseguir que las cosas cambien, que la vía pacifica ha fracasado. No suficientemente satisfecha con esas manifestaciones, completó su psicodrama agitativo erigiéndose en defensora de todos los jóvenes oprimidos y parias de la tierra. No tengo nada que objetar a la libre expresión de ideas y pensamientos de esa persona en cuestión, pero sí al empleo de altavoces y recursos públicos para justificar la violencia. Esta locuaz agitadora de las ondas de la que les hablo, Juliana Canet, participa como tertuliana en el ‘Tot es Mou’ de TV3 y en el Matí de Catalunya Ràdio. Allí acude como ‘especialista en adolescentes’. Esta aprendiz de Pilar Rahola ha facturado durante el pasado 2020 más de cinco mil euros por intervenir en el Tot es Mou, y unos tres mil en el Matí de Cat Ràdio. El programa en el que ejerce de copresentadora le ha costado a la Corporació Catalana de Mitjans Audivisuals alrededor de 150.000 euros. Y no es la única. Ejercer la agit-prop en este país tan rebosante de frikismo político y descontrol mediático, sale a cuentas. Como pueden comprobar la demagogia populista también intenta hacerse un hueco en el ámbito de la información y el entretenimiento. Y lo hace ante la mirada displicente de unas autoridades audiovisuales -Vicent Sanchis y Núria Llorach- a las que sólo les preocupa tener satisfecho al Govern y seguir cobrando unos buenos honorarios. ¿Por qué el CAC (Consell Audiovisual de Cataluña) no actúa de oficio ante la sacralización de la violencia? Seguramente porque el comisario político que lo preside, Roger Loppacher, no quiere incomodar a sus patrones. El catedrático Josep Fontana, hablando de Alejandro Lerroux, nos contaba la leyenda de que el tribuno republicano-radical acudía en tren a Barcelona vestido con elegancia y esmero pero, al aproximarse a la ciudad condal y antes de mitinear en el Paralelo, se vestía de obrero para blandir un mendrugo de pan con una sardina rancia y exclamar ante sus seguidores: ‘Esta es mi cena de hoy’. No se cuanto de cierto hay en ello, pero es evidente que la demagogia de antaño sigue habitando entre nosotros remasterizada. Las niñas y niños tontos de papas ricos están ahí, intentando capitanear rebeliones y vivir emociones fuertes. Tienen poco que perder, sus espaldas están resguardadas y su patrimonio garantizado. Sueñan con crear un Ravachol colectivo, anárquico y violento, dispuesto a castigar al sistema. Les trae sin cuidado que un agente de la autoridad pueda morir abrasado en el interior de una furgoneta policial, les importa un comino que los comerciantes vean arder sus expositores y los vecinos el mobiliario urbano... Esto no puede seguir así. Las autoridades han de restablecer la normalidad y el ciudadano sensato combatir el verbo incendiario de estos falsos profetas predicadores del desorden. Para otra ocasión dejaremos el análisis de la actitud de algunos medios de comunicación; si, de esos que dan cobijo y audiencia a los que justifican y relativizan la violencia callejera.