El blog d'en Joan Ferran

21.12.18

EL NOMBRE DE LA COSA





¿PATRIMONIO DE VOX?



 No voy a banalizar el fenómeno VOX. Tampoco voy a jugar a anatemizarlo endosándoles esa etiqueta de moda que da pie a algaradas y soflamas supuestamente antifascistas. VOX está ahí. Ha llegado fruto de un cúmulo de circunstancias que han descrito, como nadie, Manuel Cruz e Iñigo Errejón. Les recomiendo que lean sus artículos al respecto. Comprobarán, sin apriorismos baratos, la génesis de la llegada al mundo parlamentario del grupo político que comanda Santiago Abascal. Entenderán porque cuatrocientos mil ciudadanos andaluces les han votado y obtendrán las claves para comprender mejor lo que se avecina. El nuestro es un país rebosante de fariseísmo. Algunos de los que hoy se rasgan las vestiduras ante el discurso de VOX defendieron -quizás aun lo hagan en la intimidad- planteamientos similares no hace demasiado tiempo. Eso sí, edulcorados, barnizados y camuflados bajo siglas poco sospechosas de albergar el huevo de la serpiente. Aun resuena en el ‘ambiente’ la propuesta de un conocido conseller democristiano, en los gobiernos de Jordi Pujol, que abogaba por un tratamiento de choque siquiátrico para combatir la homosexualidad. Él, y sus colegas, denostaban los matrimonios gais con un razonamiento, de fondo, similar al que elabora en la actualidad VOX. Nadie les llamo fascistas. La bandera lo oculta casi todo. ERC posee, en su particular galería de personajes ilustres, una figura que sostenía la diferencia de coeficiente mental entre los negros americanos y los ciudadanos blancos. Tampoco nadie le llamo fascista, aunque algunos lo tildaran de racista. Este histórico presidente de ERC ¡qué casualidad! coincidía argumentalmente con una primera dama del país. Ambos sostenían que la afluencia de inmigrantes hacía peligrar la supervivencia de Cataluña como nación. Marta -la ‘dona’ catalana por antonomasia- incluso llegó a afirmar que las ayudas a la natalidad solo servían para los inmigrantes que acaban de llegar. Nadie les llamo xenófobos. Los escribas a sueldo temían el poder de la familia. Hace cuatro días una ex presidenta del Parlament, afín a la limpieza étnico-cultural, facturó hacia Cádiz a una diputada de la oposición. Con anterioridad intento, con idénticos deseos, que Carme Chacón no regresara de Miami. Nadie la llamo bruja ni facha, solo bocazas. A los sepulcros blanqueados que habitan entre nosotros les va de perlas el advenimiento de VOX; así ellos, contaminados de supremacismo identitario, logran pasar desapercibidos. Me dirán ustedes que Vox es antifeminista, cierto. Pero aireando sus vergüenzas contra las mujeres hemos olvidado a los patriotas que seleccionaban conselleras en función de la volumetría de sus tetas. ¿Más? La Alianza Neo Flamenca,(N-VA), partido nacionalista/derechista, que hospeda a Carles Puigdemont en Waterloo, ha roto la coalición gubernamental porque es contrario a los acuerdos firmados por el ejecutivo belga en temas de extranjería. Estos flamencos, amigos íntimos de Jx Cat, aplican el recetario VOX. Ergo, silencio en la Corte del Mejillón, mutis por el foro en el cosmos nacionalista. Ya ven, son muchos y variados los que comparten el acervo patrimonial de VOX. ¿Algún CDR despistado se atreverá a irrumpir en sus particulares liturgias y llamarles fascistas?

10.12.18

TORRA DIMISIÓN !!





EL RUIDO DE LOS HIPERVENTILADOS 


Espero que ustedes me disculpen. Voy a contarles una batallita de viejo roquero y a narrarles unas reflexiones que formuló Pasqual Maragall en cierta ocasión. Creo que hoy vienen a cuento dado ese hábito, que se está imponiendo en nuestro país, consistente en reventar actos políticos ajenos, increpar al diferente y tildar de fascista al adversario sin que importe un rábano su credo o posición. Allá por los años noventa del pasado siglo, en la barriada de Sant Andreu y en una placita con encanto, los socialistas barceloneses celebraban una de sus tradicionales cenas multitudinarias en clave electoral. Mesas de madera, sillas de tijera y manteles de papel estaban preparados para que los asistentes disfrutaran de una cena frugal, mientras los oradores glosaban las virtudes y los logros de la acción del gobierno municipal. Todo discurría según lo previsto pero, súbitamente, desde el fondo de la plaza, un ruidoso grupo de insumisos -en aquella época llamados los Mili Kaka- irrumpieron en la misma generando un gran alboroto. El tema se saldó con encontronazos varios y sillas voladoras que, afortunadamente, no llegaron a herir a nadie. Vuelta a la calma, comentando lo sucedido con Pasqual Maragall, algún pelotilla insinuó que aquellos mozalbetes contrarios al servicio militar estaban financiados por turbios intereses políticos. Maragall lo negó y nos convidó a reflexionar. El alcalde argumentaba que la ruidosa presencia de aquellos muchachos, en el fondo. era un reconocimiento de que allí, en aquella plaza, había poder. Poder de decisión y capacidad para modificar las políticas. Según él, las reivindicaciones tumultuosas no suelen personarse en los actos de los que no tienen nada que rascar. El ruido va a casa del que manda, del que se teme que pueda mandar o del que sirve de excusa para justificar u ocultar errores propios. Estos últimos días hemos asistido a varios conatos de boicot político. Inés Arrimadas y Manuel Valls tuvieron que sortear la música desafinada con la que les recibieron en el Liceo. En Girona, los manifestantes constitucionalistas precisaron protección policial para ejercer su libertad de expresión. Y, para completar el panorama, nos hemos enterado que los hiperventilados de la ANC y los CDR pretenden colapsar Barcelona el próximo 21D. Pues bien, visto lo visto, los comentarios de Maragall -el de veras, no el Tete- cobran actualidad. Pedro Sánchez y su gobierno mandan y pueden modificar el curso de algunos acontecimientos con sus decisiones políticas. ¿Es por esa posibilidad de modificar las cosas, la razón por la que los hiperventilados van a salir a la calle? ¿Por ventura no serán esos alborotadores los partidarios de que cuanto peor mejor? ¿Acaso no denotan temor sus puyas y descalificaciones hacia otras fuerzas políticas? Los hiperventilados derriban barreras de protección, atacan a los Mossos e intentan impedir eventos democráticos. A renglón seguido se lamentan de la intervención policial ante las cámaras, como no, de TV3. Patético. El ruido de los hiperventilados también consiste en catalogar como fascista todo lo que se mueve y no es de su agrado. Su léxico es tan reducido que el término fascista sustituye cualquier otro adjetivo. Ya no hay conservadores, reaccionarios, socialistas, carlistas, liberales, monárquicos, comunistas, ni librepensadores… Todo lo que no coincida con su credo secesionista es fascista. ¡Ahí es ná! Los hiperventilados seguirán incordiando al mundo mundial. Mientras tanto, babean con las mezquinas palabras que Quim Torra ha pronunciado en Eslovenia.

2.12.18

LO ESENCIAL SEGÚN SAN PUJOL





EDUARD PUJOL DELIRA.


 No sé si a Eduard Pujol, el portavoz del puigdemontismo más radical, le sigue persiguiendo un misterioso hombre en patinete. No lo sé y nunca más se supo de aquel asunto. Tampoco sé si a este ínclito personaje, cuando le duelen las amígdalas, acude a la sanidad pública, se refugia en una mutua privada o visita a un curandero. Me trae sin cuidado lo que haga al respecto este gañán de voz desafiante y reflexión escasa. Ahora bien les diré, amigos lectores, que este tipo no tiene vergüenza y, si me apuran, llegaré a sostener donde convenga que es un sinvergüenza. La oposición ha pregonado, lamentablemente con escaso éxito, que a este gobierno de la Generalitat le importa un pito la política social. Ya se sabe, el ejecutivo de Torra está tan ensimismado en los asuntos identitarios que para él, los sociales, no tienen importancia, merecen un segundo plano. Tanto es así que ante la movilización de los médicos Eduard Pujol ha soltado, sin recato, la clásica perorata patriótico victimista. Nunca antes, en el cosmos secesionista, se había atrevido nadie a verbalizar -con tanto descaro y frivolidad- que lo importante no es la salud, la educación o los servicios sociales sino el ‘hacer república’. Desde su delirante burbuja de ficción republicana, Pujol, ha puesto de manifiesto justo lo contrario que pretendía demostrar. Ha situado bajo la mirada de la ciudadanía uno de los principales problemas del gobierno catalán: su incapacidad de gestión de lo cotidiano, de las problemáticas sociales, de la educación, de la seguridad. No vale centrifugar, no vale traspasar responsabilidades al enemigo de siempre, no vale hablar de ‘estrangulamiento’ económico. La génesis de tanta inoperancia esta aquí, en Cataluña. Está en la bisoñez de unos activistas, metidos a gobernantes, más preocupados en agitar que en gestionar correctamente, más pendientes del clima de Waterloo que de las listas de espera. Eduard Pujol es un irresponsable carente de vergüenza cuando banaliza las listas de espera. El portavoz puigdemontista está en su derecho despreciando que algunos peleen por las migajas no ‘esenciales’. Quizás sí, allá él con su conciencia. No obstante, le deseo de corazón a Eduard, que no se vea jamás en la tesitura de aguardar turno en una lista de espera.