El blog d'en Joan Ferran

27.7.23

EL BUNKER PINCHA

 



ENTRE LA ‘BARAKA’ Y EL BLOQUEO 



 Hay quien dice que la política española tiene un swing especial. Nuestro país es el de las amargas victorias y las dulces derrotas; es un pedazo de la vieja Europa en el que moran radicales, agoreros y nostálgicos de verbo fácil; es un lugar en el que no faltan chantajistas cainitas embozados en banderas. Una tierra con un presidente de gobierno, Pedro Sánchez, del que se cuenta que ‘tiene baraka’, esa suerte de bendición divina con que el cielo premia a sus protegidos. Pero lo que en realidad atesora el líder del PSOE es una gran capacidad de adaptación a la adversidad, las amenazas y los contratiempos. Un talante, a lo Sturm ung Drang, que convida a no darse jamás por vencido, de ahí el espíritu de la remontada, de ahí su resistencia. ¡Tempestad y empuje! Digámoslo claro: lo del PP de Núñez Feijóo ha sido el sueño de una noche de verano; lo de VOX un gatillazo en toda regla. Es difícil prever qué derrotero tomará la política española a lo largo de los próximos meses. Hay demasiados heridos y damnificados. Santiago Abascal, sin ir más lejos, culpa a tirios y troyanos de su mala suerte y a Feijóo de blanquear a Pedro Sánchez. Un resultado electoral tan ajustado como el del 23 J obliga a tejer alianzas y , en ese cometido, las izquierdas estan más entrenadas que el PP. Pero es en el campo del independentismo donde se deshoja la margarita entre una nueva gobernanza progresista o el bloqueo político que nos conduciría a unos nuevos comicios a final de año. ERC y Junts harían bien en analizar las verdaderas causas de su continuado declive electoral. La vieja retórica del procés ya no estimula a nadie y la solidaridad con los presos pasó a la historia. He ahí la razón, junto a las peleas entre partidos por la hegemonía en el seno del secesionismo, de la progresiva desvinculación del antiguo votante independentista. Pere Aragonès, Oriol Junqueras, y las exiguas huestes de Carles Puigdemont, pueden caer en la tentación de pedir imposibles para facilitar la investidura. Si lo hacen, abocándonos a unas nuevas elecciones, van a ser los consolidadores del bipartidismo. Obviar que en España tanto PSOE como PP son formaciones arraigadas profundamente en la sociedad sería un inexplicable error de cálculo. Cuando Miriam Nogueras insiste en afirmar que su prioridad ‘no es garantizar la gobernabilidad del estado’ coloca a su partido al servicio de Waterloo y en los márgenes de la política útil. Y no solo eso, ese tipo de actitudes y declaraciones se paga electoralmente y disuelve cualquier intento de hallar una salida razonable al tema Puigdemont & Comín. Tres son las palabras iniciadas con la letra ‘B’ que estan en danza en el escenario político español. La ‘Baraka’, término heredado de la tradición mística sufí, que parece proteger al presidente del gobierno; ‘bipartidismo’, fenómeno en ascenso tendente a un sistema de partidos, ahora bloques, capitaneado respectivamente por PSOE y PP; y ‘bloqueo’ como fuga hacia adelante de un partido, Junts, que heredero de la tradición convergente pugna por sobrevivir en un magma electoral cada vez más complejo. ¡Ah! Por cierto, tremendo chasco el de Giorgia Meloni y compañía. Y Díaz Ayuso en la recámara por lo que pueda pasar. ¡País!

 





LA SANTA JAURÍA 


 Uno de los pilares en que se asienta nuestra democracia representativa es la posibilidad de la alternancia en el poder. Dicen los politólogos que no es bueno para el sistema que un grupo político permanezca en el poder por periodos ilimitados. No es el caso de Pedro Sánchez ni del socialismo español. Desde la aprobación de la Constitución del 78, hasta nuestros días, han morado en la Moncloa, y gobernado el país, varios presidentes de diferentes ideologias. Hemos avanzado a distintas velocidades; cierto, pero siempre en dirección hacia un horizonte europeo diáfano y sin mirar atrás. La alternancia es buena, no lo discuto, pero las regresiones en política suelen ser lesivas para la sociedad que las padece. A cinco jornadas del 23 J la posibilidad de ver a Santiago Abascal en los jardines de la Moncloa es inquietante. La experiencia de estas ultimas semanas nos dice que, con tal de llegar al poder, Núñez Feijóo esta dispuesto a gobernar España con los ultras. Es más, en ausencia de un programa claro y explicito del PP a nadie se le escapa el efecto contaminante que poseen los postulados xenófobos, machistas y homófobos que emplean los lideres de VOX. Digámoslo claro: en este país se han conjurado en santa jauria todas las fuerzas de la vieja España. Bajo palio el arzobispo de Orhiuela, José Ignacio Munilla, bendice las tesis de VOX y acusa al PP de asumir propuestas de Izquierdas al reconocer el aborto como un derecho de la mujer; en Valdemorillo se teme a Virginia Woolf y se cancela la función de ‘Orlando’; la representación teatral de ‘La villana de Getafe’ del gran dramaturgo, Lope de Vega, es pasto de la censura ultra; la película ’Lightyear’ salta de la programación en Cantabria por las presiones de la derechona; en Briviesca la obra ‘El mar’ de Alberto Conejero fue cancelada... Terrible. Para otra ocasión dejo el arriado y prohibición de banderas arco iris o las lonas y documentales que supuran odio contra los adversarios políticos. La lista de abusos de la derechona es infinita; pero el objetivo de estas lineas no es hacer un inventario de despropositos, sino evidenciar el descaro con que se han llevado a termino. No les importa que les acusen de censores o manipuladores. Pactan sin rubor y cambian poltronas por principios en Extremadura o en Palma. Los ultras van tan sobrados que ni tan siquiera han aguardado al desenlace de la elecciones generales para actuar en plan cacique. Preocupante ¿No creen? No obstante hay que celebran que la ley del pendulo funcione. ¡Y vaya si funciona! Han dolido tanto en el ambito cultural y artistico los actos de censura, los ataques a la libertad de expresión y las cancelaciones de eventos que más de trescientos intelectuales y artistas han firmado un manifiesto en el que piden un voto de apoyo ‘para el gobierno más progresista de la democracia’. Se han sumado a la iniciativa los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Los que peinan canas quizás recuerden aquella propuesta que formulo Santiago Carrillo bajo el nombre de ‘La Alianza de las fuerzas del trabajo y la Cultura’. La planteo en pleno franquismo para hacer frente a los antepasados de VOX. Aquella ‘Alianza’ se ha reencarnado hoy en forma de manifiesto. Más tarde, el dirigente del PCE, la desarrollaría en su libro Eurocomunismo y Estado (1977) recogiendo las tesis de Antoni Gramsci sobre la hegemonia política y social. Estan en juego demasiadas cosas para pasar de ir a votar. A cinco días de las elecciones nada esta decidido ni escrito. La reacción acecha,la santa jauría de la que nos hablaba el abuelo Karl ha vuelto a dar señales de vida, de todos depende que no nos devore.

14.7.23

ABSTENCIONISMO SIN CRITERIO, INDEPENDENTISMO ESOTÉRICO

 

ABSTENCIÓN EN VENA 



 El independentismo también tiene sus enfants terribles particulares. Los hay de todo tipo, solvencia intelectual y condición. Unos ejercen de tertulianos, otros de columnistas o blogueros desde una torre de cristal y agua. También los hay que van de comentarista político vía tweets y redes sociales. Estan ahí. Unos participan de las comidas de tarro de la decadente ANC mientras otros militan en lo que queda de los CDR. El denominador común de estos hiperventilados es la perorata que gastan contra los partidos de ámbito español; pero, sobre todo, contra las formaciones neoprocesistas que gestionan algunas instituciones catalanas. Para ellos, unos son el enemigo secular, el resto unos embaucadores vendedores de humo que se han dejado domesticar por Pedro Sánchez. De sus diatribas no se salvan ni Aragonès, ni Junqueras ni Carles Puigdemont; tampoco los gerifaltes de los partidos que dudan de la existencia de condiciones objetivas para implementar el ‘mandat del 1-O’. Es tan grande el deseo de estos personajillos de castigar a los tibios que, ante las elecciones del 23-J, proponen la abstención como correctivo. Entre los promotores de las consignas abstencionistas no faltan iluminados capaces de imaginar, como Bernat Dédeu, una brigada tipo Wagner expulsando a virreyes y españoles de Cataluña. El secesionismo está tan falto de moral de victoria y de criterios, que cualquier ocurrencia de un exaltado puede convertirse en un camino a seguir. Hace más de un siglo el movimiento libertario español argumentaba la necesidad de abstenerse en las elecciones y rechazaba la dinámica parlamentaria de los partidos. Eran otros tiempos y se percibía en el ambiente la posibilidad de una revolución social que iba a canviar el mundo de base. Pero a día de hoy las cosas han cambiado, hasta los secesionistas más irredentos tienen interiorizada la inviabilidad del viaje a Ítaca. No obstante, a algunos de los predicadores de la abstención -lo admiten en privado- les gustaría rubricar algunas ideas que, en más de una ocasión, escribió Eugeni D’Ors para el periódico La Veu de Catalunya: “es necesario que Barcelona pueda efectuar una selección sobre su población inmigrante... exigiendo a las gentes que entran y suelen permanecer en ella ciertas condiciones fisiológicas, éticas y un mínimo de salut moral y social”. ¿Se atreverán a seguir por esa senda los patriotas ultra radicales que promueven inyectar abstención en vena? Pero regresemos a la propuesta de no votar esbozada por sectores de la ANC y los CDR. Fue el profesor y filósofo anarquista italiano asesinado en Barcelona en mayo de 1937, Camilo Berneri, quien hablando del tema de la abstención como instrumento de lucha, denunció ‘el cretinismo abstencionista’. Lo definió como una superstición que valoraba la situación política por el número de los que se abstenían en las elecciones. Sostenía Berneri que esa interpretación de los resultados era equívoca y no siempre reflejaba la realidad. Creía, como Bakunin, que el tema del abstencionismo, como método, era un asunto de estrategia y no de táctica. Cuando personajillos del secesionismo más ultramontano afirman que el partido de los abstencionistas ha ganado las elecciones municipales del 28 de mayo en Cataluña, se equivocan; cuando plantean la segunda vuelta de la abstención para el 23-J vuelven a errar; su tacticismo es un ejercicio de impotencia, miopía y frivolidad. A este país no le conviene una dosis de abstención sino todo lo contrario. El futuro de España y de Cataluña depende del voto y la participación de los demócratas. Vuelvan les enfants terribles a sus ocupaciones especulativas, lúdicas y filosóficas y abstenganse, eso sí, de enredar.

VOX HASTA EN LA SOPA

 

MOMENTO PROKÓFIEV


 En esta campaña se lleva el ‘Momento Prokófiev’. A falta de novedades de última hora, la reposición del cuento musical Pedro y el lobo nos va a acompañar hasta el mismo domingo 23. En escena, a mano derecha, tenemos a las huestes de Núñez Feijóo, y a sus voceros mediáticos, vendiendo al personal que la victoria del PP es imparable, que a Pedro Sánchez lo van a jubilar los barones del PSOE y que lo de VOX es solo guindilla para dar sabor a los platos. La presentación del programa electoral de los ultras -ese en el que se cargan medio andamiaje autonómico- no pasa de ser un programa de máximos, dicen desde calle Genova, como el de tantos otros. Entre candilejas también se mueven los actores más impenitentes de las izquierdas obsesionados con vaticinar, a palo seco, el advenimiento del lobo feroz y el fin de los buenos tiempos. Creen, ingenuamente, que con solo mentar los horrores del pasado y cuatro despropósitos del presente, la pulsión progresista que anida en la mente de los ciudadanos españoles va a despertar. Craso error. Obvian lo que pasó en Italia con Giorgia Meloni, y lo acontecido recientemente en Finlandia o Grecia con el auge de la extrema derecha. En Europa, la izquierda que renuncia a exponer sus argumentos y propuestas en aras de un discurso genérico y altamente ideologizado, suele salir derrotada de las elecciones. Javier Cercas, con buen criterio, aconseja combatir a las derechas con argumentos, no con aspavientos. Es más, se puede dar la paradoja de que alguien, harto de zarandajas y postureos, piense en el lobito bueno al que maltrataban todo los corderos (grande José Agustín Goytisolo). No en vano, Fernando Vallespín, nos cuenta en sus artículos que entre todos, al hablar tanto de VOX, les estamos haciendo la campaña gratis. Quizás por eso, como antídoto, los socialistas andan estos días empeñados en prometer medidas de protección social, transporte gratuito para los jóvenes o eximir de pagos y tasas a los buenos estudiantes. Es un esfuerzo baladí distraerse indagando quien es quien en el mundillo de las derechas. A estas alturas de la película, tras la constitución de algunas autonomías y ayuntamientos, ya sabemos lo que da de sí el PP de Núñez Feijóo y el discurso de los de Santiago Abascal. No obstante, a los progresistas les conviene exponer con nitidez ante los ciudadanos las diferencias que conlleva aplicar políticas públicas con un marchamo progresista u otras de corte conservador. Así las cosas el impacto en la opinión del elector del cara a cara televisivo entre Sánchez y Feijóo deviene importante, aunque no determinante. Pero es en el cosmos independentista donde se aplica el método Prokófiev hasta sus ultimas consecuencias. Algunos agoreros, tipo Pere Aragonès, dando por sentado que una coalición PP-VOX va a ganar las elecciones del 23 J afirmó: “La hora es grave y hay que defender Catalunya. El gobierno de la derecha y extrema derecha representa un ataque frontal a los pilares básicos y consensos de nuestro país”. Para, acto seguido, tras mentar al lobo, proponer un Frente Común Independentista. En el debate a ocho de La Vanguardia, el republicano Gabriel Rufían, también rizó el rizo cuando, en lugar de pedir el voto para su partido, se puso tierno y lo solicitó para Cataluña. Y es que, amigos, la presencia de presuntos licántropos en la política española da para mucho. Sabido es que, para los secesionistas hiperventilados, tan lobo feroz son las izquierdas como las derechas hispanas. Vivimos en un país en el que el eje derecha-izquierda ha de coexistir con el nacional. Es precisamente entre los partidarios del independentismo donde se libra una batalla a muerte por la hegemonia política. Como consecuencia de ello no debe extrañarnos que sus análisis rebosen subjetividad. No discuto la premisa de que una hipotética victoria del PP, con el soporte de VOX, podría deteriorar el marco de libertades y derechos adquiridos. Hay que reconocer que existe un cierto peligro de involución política. Conviene, pues, activar el voto razonado y consciente de los demócratas. Menos aspavientos, menos hablar de Pedros y lobos y más de lo que podemos conseguir apostando por el futuro. Ciao Prokófiev.