El blog d'en Joan Ferran

15.12.22

NOSTÁLGICOS DEL 1 DE OCTUBRE





DE VICHY A L’EBRE 





 Apenas eran cinco mil los asistentes a la última manifestación de la ANC en Barcelona. Quizás por eso los convocantes del acto quisieron compensar su frustración retomando un lenguaje perverso y ofensivo que nos transporta a tiempos pasados. Jordi Pesarrodona, vicepresidente de la ANC, a las puertas del Palau de la Generalitat tildaba al Govern de ERC de ‘colaboracionista’. Palabras que convierten a Pere Aragonès en un pequeño mariscal Philippe Pétain, y al ejecutivo republicano en la versión catalana del Vichy francés. En la concentración estaban la plana mayor de Junts y de la CUP coreando y aplaudiendo las palabras de Dolors Feliu contra la reforma del delito de sedición. La alta funcionaria de la Generalitat, cabello cano al viento, mitineaba vaticinando un aumento de la represión del estado contra el independentismo. Los términos ‘botifler’, ‘nyordo’ o ‘colono’ ya no sirven a los radicales y nostálgicos del 1 O como calificativos peyorativos. Les es preciso un salto cualitativo en el insulto que contenga un mensaje subliminal equivalente a traidor y vende patrias. La palabra ‘colaboracionista’ es, para los discursos más irredentos, el gran comodín; el ejecutivo español, el enemigo secular a combatir. Como contrapeso, al otro lado de los extremos de la balanza, tenemos a las derechas hispanas presas de un ataque de nervios. Estos también hablan de traición, felonía y mil humillaciones a la dignidad de la patria. Reaccionarios, conservadores y pseudo liberales gastan energías proponiendo mociones de censura, hablando de golpe de estado, autoritarismo y pactos con los herederos del terrorismo. Se les va la fuerza por el verbo. Pero ni Inés Arrimadas está en su mejor momento de lucidez política y fortaleza partidaria, ni Núñez Feijóo tiene entre sus manos una carta de navegación para mantenerse a flote sin zozobrar. Es más, anunciar que el gobierno de coalición PSOE-UP es ilegítimo es un error conceptual, un despropósito de VOX que no conduce a ninguna parte. Unos y otros, independentistas y derecha hispana, centran a Pedro Sánchez y agrandan la percepción ciudadana de que es un político que arriesga y sabe lo que quiere. Y todo ello ocurre a un ritmo frenético porque el presidente español tiene prisa y ha puesto la directa. No es ningún secreto que aspira a que, antes de fin de año, estén cerrados los temas conflictivos que tensan la política española. Sabe que la memoria ciudadana alrededor de los conflictos es corta y cree que hay tiempo suficiente, si la economía va bien, para apagar las soflamas apocalípticas de sus adversarios.  Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y le conviene rebajar la tensión. Últimamente, aunque algunos argumenten lo contrario, en Pedro Sánchez nada huele a improvisación. Visita con frecuencia Cataluña y expone sin complejos su política de ‘desjudialización’. Ha asumido la filosofía que encierra el refrán popular: ‘Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo’. Tiene en el PSC de Salvador Illa a un potente aliado y es consciente de la importancia del voto catalán de cara a las elecciones generales. Los García Page y Lamban hacen mohínes y refunfuñan desde sus respectivas baronías temiendo el castigo electoral de los ultra unitaristas. Es un temor lógico en un razonamiento que se ha vuelto arcaico. Sánchez, sin embargo, esta convencido de que la recuperación del sosiego en Cataluña es un elemento que juega a su favor dentro y fuera de España. Nada que objetar a las buenas intenciones políticas del presidente pero quizás al gobierno de España le convendría un toque de prudencia a la hora de legislar acerca del uso indebido de los fondos públicos. Otro refrán, este de les Terres de l’Ebre, dice así: ‘Una cosa es ser bo, un altre ser bobo’. Pues eso.

GROSEROS SIN FRONTERAS

 

CONTRA LO TABERNARIO 





 Ha llegado el momento en el que, para no descarrilar, sus señorías han de echar mano del freno de emergencia. O acabamos con la violencia verbal y gestual en el Congreso de los Diputados y el Senado, o nuestro futuro político como país será cada vez más sombrío. El ruido asfixia el debate parlamentario y polariza y asquea al hombre de la calle. Son tan persistentes e insistentes los alborotos en las cámaras españolas que uno sospecha que obedecen a una estrategia política premeditada. Demasiado tosca la señora Carla Toscano para ser licenciada en derecho, y exageradamente teatral e histriónico, el diputado de VOX, Sánchez del Real, especializado en técnicas de comunicación. ¿Acaso van a consentir sus señorías ir en sede parlamentaria al rebufo de una estrategia aniquiladora de la razón? Espero que no. Quizás convendría introducir en la cosa pública el bálsamo reparador que, en un tiempo pleno de turbulencias, ya recetaba don Manuel Azaña: Engastar la racionalidad y el diálogo en la vida política parlamentaria e institucional. Para que ello sea factible es imprescindible que los partidos, con cultura y vocación de gobierno, condenen el lenguaje tabernario que algunos emplean desde la tribuna de los oradores. No basta con que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, llame al orden o retire la palabra a los transgresores de las normas. No basta con eliminar las frases malsonantes del Diario de Sesiones. Conviene echarle coraje y sensatez a la cosa. Un acuerdo Núnez Feijóo-Pedro Sánchez tendente a recuperar la harmonía procedimental en las instituciones públicas sería, para la sociedad española, un excelente regalo de Navidad y Año Nuevo. Hace apenas una semana el Parlamento del Senegal se convirtió en el escenario de una batalla campal sin precedentes. La discusión de los presupuestos culminó con una pelea multitudinaria protagonizada por un número considerable de diputados. Volaron sillas y se prodigaron los insultos y las agresiones. Pero no hace falta cambiar de continente para contemplar como puede degenerar la convivencia en cualquier ámbito o zoco de transacciones políticas. Hace un par de años, noviembre de 2019, el hemiciclo italiano también fue escenario de una pelea en la que se vieron implicados una treintena de diputados. Allí también volaron sillas mientras una diputada grababa, indignada, el triste espectáculo. Todo ello ocurrió ante la mirada asustada de los niños de un par de colegios que visitaban la cámara. Bochornoso. En los avatares del parlamentarismo hispano también hallamos incidentes dignos de mención. Cuentan los historiadores que Miguel Primo de Rivera zanjó sus diferencias con el diputado republicano, Rodrigo Soriano, en un duelo a espada en el que actuó como testigo el general Queipo de Llano. Con anterioridad el republicano ya se había retado, entre otros, con el general Weyler y con Blasco Ibáñez. Cuentan también que Indalecio Prieto se abalanzó, pistola en mano, sobre un diputado de la CEDA que previamente había propinado un puñetazo a uno de sus camaradas. Mal de muchos... ¿Queremos ser un ejemplo más de los males que aquejan al sistema o es nuestra obligación intentar subsanarlos? Soy consciente de que el nivel de deterioro de nuestra actividad parlamentaria está lejos de los casos que con anterioridad he reseñado. Cierto, pero convendrán conmigo en que a lo largo de los últimos años la crispación ha aumentado y el insulto, o la tergiversación deliberada de los hechos, se ha instalado en la política española. Si esta atmósfera viciada se enquista en nuestras instituciones habremos fracasado como demócratas. Y, lo más preocupante de todo ello, será haber dado argumentos de peso a los cercenadores de libertades.

UN POZO SIN FONDO LLAMADO TV3

 

¿CIEN MILLONES MÁS? 



 Hay refranes rebosantes de sabiduría popular. Entre ellos, el clásico ‘Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar, me parece insuperable. Este aforismo se ha convertido en un método infalible de autoprotección contra los abusos y el lloriqueo, un antídoto eficaz contra el ‘quien no llora no mama’ tan en uso en este país. El dicho que les comento viene a cuento porque Rosa Romà, la presidenta de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) ente gestor de Catalunya radio y TV3, pidió en sede parlamentaria al govern de Pere Aragonès una aportación extra de 100 millones de euros para su corporación. La peticionaria sostiene que la televisión y radio públicas catalanas necesita más recursos para poder funcionar correctamente. Ante la mirada displicente de unos cuantos diputados la señora Rosa Romà recitó un repertorio de viejas y conocidas consideraciones. No faltó la llamada patriótica a la consolidación, difusión y defensa de la lengua catalana, las críticas a una supuesta infrafinanciación crónica del ente, o la urgencia de blindarse ante la competencia feroz de otros medios de comunicación públicos y privados. En las palabras de Romà los parlamentarios no hallaron el menor atisbo de preocupación respecto a la delicada situación económica generada por la guerra de Ucrania, a la necesidad de ajustarse el cinturón o de limitar el gasto y los emolumentos de algunas de las ‘estrellas’ mediáticas. Todo parece indicar que a los mandamases de la CCMA les parece lógico y normal plantear un incremento de subvencion pública superior al 25%, sin pasar antes el corta césped por su jardín. Pero más allá de este aspecto, llamémosle financiero, cabe preguntarse si como servicio público a toda la ciudadanía merecen lo que piden. Sinceramente, creo que no. Hace unos meses algunas almas cándidas creyeron que era posible el cambio en la dinámica de la radio y la tele pública catalana. Lamentablemente no ha sido ni es así. Continua primando un determinado sesgo ideológico descaradamente independentista en los informativos, en la selección de los tertulianos y en la parrilla de titulares. Continua usándose un léxico y un humor ofensivo, impropio de una radio y televisión pagada por todos. Nadie se disculpa por nada, la impunidad de los groseros continua y se acuerdan negocios audiovisuales millonarios con magnates opacos. Rosa Romà, tras su carta a los Reyes Magos en la comisión de control parlamentario, concluyó diciendo:"Esperamos que el nuevo proyecto de la CCMA sea un proyecto que se haga suyo el Parlamento y que sea un proyecto de país". Mucho cuidado señor Salvador Illa, y señora Jéssica Albiach al negociar los presupuestos de la Generalitat con los contables de Pere Aragonès, el tema de los medios de comunicación contiene una trampa saducea. Las izquierdas han ejercido de ‘pagafantas’ ingenuos en más de una ocasión y sería deprimente que volviera a suceder lo mismo. No quiero parecer un aguafiestas, pero para que eso tan bonito que pide la presidenta de la ‘Corpo’ sea factible, es imprescindible visualizar un cambio en las formas y los contenidos de TV3 y Catalunya Radio. No basta con un reparto de sillones en el Consejo de Administración de la CCMA. O se avanza por un camino con mayores cuotas de objetividad y pluralidad política, o que pague la juerga el millonario trotskista. Jaume Roures.