El blog d'en Joan Ferran

27.2.18

¿DONDE VA VICENTE? DONDE VA LA GENTE...






LACITOS E IDEAS DE QUITA Y PON 


Cada uno viste y calza como quiere y como puede. Faltaría plus. La indumentaria, ornatos y aditivos van a gusto del consumidor. Y, en Cataluña, aun más. Nuestra capacidad y gusto por organizar performances multicolores, para ser televisadas y fotografiadas, no tiene parangón. No en balde, Don Miguel de Unamuno nos soltó aquella sentencia según la cual ‘a los catalanes les pierde la estética’. Dicen que esta frase la utilizó con cierta frecuencia y que cuenta con una versión genérica donde los protagonistas son ‘los levantinos’. Quizás convendría, al respecto, repasar las epístolas cruzadas entre el pensador vasco y el poeta Joan Maragall para comprender la esencia del comentario. Gregorio Morán sostiene que el filósofo llamaba benevolentemente estética a la frivolidad. La cosa, seguramente, viene de lejos. No en vano George Orwell, en su ‘Homenaje a Cataluña’, nos narra que en la Barcelona revolucionaria de los años treinta todo el mundo llevaba tosca ropa de trabajo, o bien monos azules, o alguna variante de uniforme miliciano. Duró poco esa simbólica uniformidad, esa estética proletaria. Finalizada la contienda civil las tornas cambiaron y muchos de nuestros conciudadanos cubrieron sus testas con sombrero de ala. Vayan a saber porqué, quizás impactó en ellos el eslogan ‘los rojos no usaban sombrero’ popularizado por la sombrerería Brave, sita en la madrileña calle de la Montera. O la moda… Ya ven, en cuestiones de estética cada uno es cada cual y a un servidor se la refanfinfla si el vecino lleva, o no, lacito amarillo y chapa por convencimiento, moda, inercia o persuasión televisiva. Ahora bien, confieso que me enoja el descaro de Artur Mas cuando - tras un lustro de turbulencias políticas- afirma que la DUI no tenia recorrido legal sino tan solo ‘simbólico y estético’. Me cuesta asimilar como dirigentes políticos, ayer de verbo inflamado, balan hoy ante el juez como inocentes corderitos. No olvidemos que jugaron a ser el lobo feroz. No deja de ser significativo que ‘Las Martas’, usuarias del lacito amarillo hasta en la cama, acudieran a declarar sin él ante el magistrado del Tribunal Supremo. Eso sí al salir, y ante las cámaras y los flashes, el ornato pajizo volvía a lucir en la pechera. Y qué me cuentan ustedes del new look modosito de Anna Gabriel, de su voz dulce y calmada ante los medios de comunicación, de su fuga -innecesaria- hacia la Confederación Helvética.
 El procés ha muerto pero a sus diáconos aun les queda la liturgia del postureo grosero y la estética del mohín: Colau y Torrent no saludarán a FelipeVI con motivo del Mobile World Congress. Patético El periodista Enric Juliana, amante de analogías históricas, publicó recientemente en La Vanguardia una comparativa del 6 de Octubre del 34 y la situación actual. Concluyó Juliana su artículo con una reflexión acerca de las diferencias entre el presente y el 36. Escribe: “Eran otros tiempos… las palabras tenían otro valor, y la política no era una carrera profesional”. En el sainete que nos toca vivir, uno se pregunta: ¿Dónde mora hoy el valor de la palabra, dónde la coherencia con las ideas?
 Y ya que hemos hablado de frivolidades, permítanme la licencia de rememorar aquella tonadilla que cantaba Guillermina Motta, letra de Vázquez Montalbán, que decía: ‘Yo en el amor soy muy ligera, amo a los hombres como si fueran ropa interior de quita y pon’. Lacitos e ideas de quita y pon, excusas, centrifugación de responsabilidades, símbolos huecos y estética frívola… ¿Y la ética? Ni está, ni se la espera.

23.2.18

CONSEJOS INOCENTES A LA COMPETENCIA






YO,QUE ELLOS,JUGARÍA A JORDI CAÑAS






 Jordi Cañas es un personaje peculiar, no pasa desapercibido, no deja indiferente. Su barbita recortada nos recuerda a aquellos diablillos del guiñol que, para goce de niños crueles, recibían palos a mansalva en los espectáculos infantiles. En la vida real, en la de carne y hueso, algunos ‘amigos’ y enemigos, correligionarios y adversarios también, blandieron contra él trancas untadas de brea. Quisieron mancharlo y quemarlo pero no lograron salirse con la suya. La conspiración no funcionó y, limpio de tanta mierda arrojada, hoy cabalga de nuevo para regresar sin ira a la escena política. Él, su familia y amigos estamos contentos porque, a veces, la justicia restituye el honor de los ofendidos y deja la mezquindad de los miserables a la intemperie. Fue una víctima más, como cuenta Ramón de España, del ‘fuego amigo’ y del liquidacionismo. La estética de Jordi Cañas es la de un tipo normal y eso, hoy en día, es un mérito a tener en cuenta. Suele combinar el traje serio con ropa desenfadada sin caer en el pijerío de los modernitos –progres, o no tanto- que han aterrizado en la política. En el Parlament el postureo nunca fue lo suyo, tampoco la camiseta cara con mensajito, ni la retórica alambicada e hipócrita de la cortesía parlamentaria. Habla claro y sin doblez orteguiana. La charla con Jordi suele ser apasionada, diversa, sugerente y no exenta de polémica. Los que le conocemos bien, y compartimos con él escaño y platós de televisión, sabemos que tras la excitación habitual que genera la discrepancia, este hombre supura nobleza y buen rollo. 
Y todo esto lo dice un servidor de ustedes que no es correligionario de Jordi Cañas, pero si un colega que no le retiró el saludo ni la compañía en los momentos duros. Otros lo hicieron. Jordi Cañas, a diferencia de muchos burócratas apoltronados, esta ‘al loro’; lee, se recicla, se interesa por la literatura y la vida cotidiana, recomienda libros y frecuenta tertulias culturales. Aun recuerdo una calurosa tarde de primavera en la que me taladró con las tesis que George Steiner expuso en su obra: Nostalgia del Absoluto... Es más, les diré también que es un tipo valiente, con agallas, capaz de plantar cara en plena calle a provocadores un palmo más altos que él sin arrugarse. 
En resumen: Jordi Cañas es un cuadro político de nivel que, tras estar en barbecho forzado, merece volver a primera línea de combate. Por todo ello van a disculparme ustedes una injerencia en un partido que me es ajeno, que respeto, pero al que me atrevo a sugerir que proponga a Jordi Cañas como alcaldable por Barcelona. A Cañas no le va a gustar mi osadía al respecto; pido excusas por ello, pero les aseguro que sería un buen antídoto contra el aburrimiento colauita y el sermoneo secesionista. Con él en liza el interés ciudadano y el debate estarían garantizados. 
 Aviso a navegantes y apparatchiks zorronglones: Un servidor no ha cambiado de escudería pero yo, que Cs, colocaría a Cañas de candidato.

17.2.18

¿LAZO AMARILLO CABEZA DE GRILLO?








EDUARD, EL OTRO PUJOL 

 Este Pujol no es el del 3%. Tampoco el de la familia unida que reza y se beneficia unida. Éste es otro Pujol, de nombre de pila Eduard y número ocho en la lista que presentó Carles Puigdemont en las últimas elecciones catalanas. Es uno de los pocos apóstoles de obediencia belga que, de momento, no tiene cuentas pendientes con la justicia. Ergo, susceptible de ser aupado, de rebote, a la presidencia de la Generalitat si la operación Elsa no funciona. ¡Ojo! No lo confundan con el propietario de Cunifonts SL, el cunicultor Eduard Pujol, que regenta la explotación con mayor número de mamás conejo de toda Cataluña, más de diez mil. No, el que nos ocupa ha ejercido de periodista-propagandista hasta que Puigdemont llamó a su puerta; hoy, como portavoz parlamentario de JxCat, comparte ruedas de prensa, lacito amarillo y viajes a Flandes con Artadi. Omnipresente en TV3 y CatRadio. ¡Faltaría más! Eduard Pujol Bonell tiene su puntito hilarante, no se lo pierdan. Este diputado novel sostiene, indignado, que le sigue a todas partes un misterioso hombre en patinete. No sabemos si el vehículo en cuestión es eléctrico o va a pedal, tampoco si el espía es Mortadelo o Filemón. Afirma que es hijo del 1 de octubre, que se metió en política a trompazos y como reacción a las cargas policiales de los alojados en el Piolín. Quizás la cosa tenga su guasa, no lo discuto, pero todo el mundo intuye que su hilo argumental nacionalista no es de novicio si no que viene de lejos. Todos sabemos que el cosmos secesionista lleva tiempo colocando agentes, escribas y siervos allá donde le conviene, sobre todo en medios de comunicación generosamente subvencionados. Trabajaba Eduard como jefe supremo en RAC1 hasta ‘la llamada de la patria’… Locuaz y vehemente, el nuevo Pujol, explica que Felipe VI es el rey del 155, que el estado español es autoritario y mil cosas más. Paladín del ‘legitimismo’ carlista propone investir a cualquier precio al ex presidente prófugo, despotrica de Esquerra y no se fía ni de Dios ni de Comín. Preguntado amablemente, por Mónica Terribas, acerca de un as en la manga de cara a la investidura, suelta: ‘No hay un plan A, ni un plan B, ni un plan C, el plan es Puigdemont’… Con esa contundencia, y otras más, Eduard Pujol Bonell hace gala del fundamentalismo político de los recién llegados a la vera del césar huido. Observen el contraste de este individuo enfurruñado con el relativismo, práctico y honesto, de veteranos como Joan Tardà. Se adivina que el osito republicano de la Carrera de San Jerónimo leyó a Salvador Espriu. Eduard Pujol, en cambio, recita la Oda al Dos de Mayo de Bernardo López García. 
 Amigos, a esta Cataluña que se fractura y pena, no le conviene negociadores ni voceros como este hombre de barba cana e hirsuta; tampoco una corte de palmeros y aduladores expertos en echar leña al fuego. Para salir del embrollo es menester flexibilidad, capacidad de seducción, verbo envolvente y mirada confiada. ¿Tienen los Pujol, Turull, Artadi y demás estos atributos glamurosos? La respuesta es NO.

9.2.18

LA SUCESIÓN AGITA LA CORTE BELGA...






ELSA ARTADI, LA MUJER 10 


Es la mujer situada en el número diez en la lista electoral de Junts per Cataluña. Se llama Elsa Artadi. Muchos ya la conocen merced a su sobreexposición mediática en las emisoras soberanistas del país y en la tele del sistema. Diputada, portavoz del grupo parlamentario y lugarteniente de Carles Puigdemont en tránsito permanente desde la Corte del Mejillón a los cenáculos de ‘terra endins’. A la señora Artadi no le duelen prendas. Las suyas no son de mercadillo ni están compradas en Humana. En un oulet de marca quizás sí, no lo discuto. Y es que el abrigo de Elsa, paseado y fotografiado en la manifestación de Bruselas, es de Moncler. Poca broma, su precio en catalogo ronda los 1100 euros. Apostaría doble contra sencillo que no es prestado ni de segunda mano. Total ese modelo, el Orophin, es mucho más económico que el Malus de la misma marca que ya ronda los 1400 euros. Nada que objetar, cada uno gasta su dinero como quiere. Elsa Artadi va y viene de Bruselas constantemente. Su indumentaria debe estar en consonancia con el clima, faltaría más, pero también con el pijerio que se gasta la derecha flamenca y la catalana. La colonia del país en el auto exilio no puede desentonar. Los catalanes somos europeos, casi daneses, amantes del diseño y las vanguardias. Eduard Pujol no da el pego y Elsa, en cambio, sí. 

Dicen que la lugarteniente preferida de Carles Puigdemont es lista, con estudios y doctorados. Cuentan que ideó esa lotería que toca poco, que hemos llamado ‘La Grossa’, y que se mueve, preferentemente, por un barrio ‘bien’ de la ciudad condal. Advierten los entendidos y documentados que puede ser el comodín y la clave que resuelva los enigmas de la investidura… ¡Uf! A un servidor de ustedes, progre impenitente resucitado de cien batallas, no le acaba de hacer tilín ese glamur de zona alta, ni ese afectado entusiasmo que transmite en sus intervenciones públicas como portavoz parlamentaria. Ya sé que es una mujer 10 suficientemente preparada pero sostengo que a los de la corte belga, independientemente de su género, les pierde el aura pija que les envuelve. Sospecho que sus orígenes de clase -siempre Marx en el subconsciente- concuerdan con su ‘posición de clase’ y eso no puede ser bueno para los curritos y el pueblo llano. Afirman los enterados que Artadi se fue y volvió, que levanto ampollas en el PDeCAT, que es el plan B de un sector del secesionismo y lleva adosado un Conseller en Cap para ERC… Y el culebrón sigue ahí, a la espera de la piedra filosofal que cubra las vergüenzas de unos y otros. Patético. 
Muchos articulistas, opinadores de tres al cuarto y políticos de toda condición sostienen con vehemencia que urge recuperar las instituciones y la normalidad estatutaria. De acuerdo, no lo discuto, pero mientras los liantes intentan salir del lio la ciudadanía comienza a preocuparse por el contenido y la orientación política de lo que pueda llegar. Y ustedes me perdonaran pero uno tiene derecho a sospechar que en el terreno económico, político, social, educativo y cultural continuaremos sufriendo la gestión de siempre: la de los usuarios de los Moncler, la de gente con alquileres millonarios, la de los amantes de viajes a cargo del erario público, etc. Así las cosas aunque no se lleve, y ante tanto color amarillo, a los viejos roqueros nos sale un lacito rojo del fondo de nuestra alma zíngara.