El blog d'en Joan Ferran

25.4.23

Joan Ferran: “Rahola tiene un modus vivendi montado”

18.4.23

TRIAS ES SUMISION A PUIGDEMONT Y CAOS

 

                               
                                                         ROPA VIEJA Y LIO                                                                 

                                           Permítanme que les diga ‘con el debido respeto’ -como si estuviéramos en un episodio de Los Soprano- que la candidatura que acompaña a Xavier Trias para competir por la alcaldía de Barcelona es ‘ropa vieja’. Una oferta política que, al igual que múltiples recetas de la cocina tradicional latinoamericana, española o sefardita, se basa en el aprovechamiento de recursos y sobras de guisos anteriores. Atrás queda la pretensión del candidato de Junts de aparecer como un político libre de tutelas puigdemontistas. Atrás queda también su supuesta transversalidad superadora de los avatares y despropósitos del 2017. Conozco bien a Xavier Trias y es probable que haya asumido en su fuero interno que la sociedad catalana ha cambiado, que las preocupaciones de los ciudadanos de hoy no són el viaje a Ítaca de Mas sino la cesta de la compra, la seguridad o el cambio climático. Quizás el candidato de Junts sea consciente de todo eso y muchas cosas más; no lo dudo, pero sigue atrapado en la tela de araña que se teje desde Waterloo. De poco sirve acudir al desván convergente para desempolvar a Joana Ortega. La presencia de la ex vicepresidenta de la Generalitat en la lista no solo no consigue moderar el contenido de la misma sino que evidencia sus debilidades. El otro miembro del PDeCAT en la lista es un elemento meramente testimonial. Todo el mundo sabe cual va a ser la resultante de colocar una paloma democratacristiana junto a un halcón, como Josep Rius, alimentado con resentimiento desde tierras de Brabante. Ropa vieja son también la ex consellera Neus Munté o el sempiterno y belicoso concejal Jordi Martí Galbis. Por no mencionar a Ramon Tremosa, reconocido fabricante de bulos y fake news que llevó sin rubor a las instituciones europeas el pisotón del futbolista Pepe a Messi, repartió informes falsos para perjudicar a otros diputados comunitarios y publicó en las redes sociales una portada falsa de la revista Time. Sin olvidar a Francina Vila, la concejal que, antes de aprobar en el ayuntamiento unas oposiciones bajo sospecha, calificó a un diputado de la CUP de ‘perroflauta’. Por mucho que Xavier Trias oculte el nombre de Junts en la papeleta de su candidatura, o cambie el diseño gráfico de su campaña, la ‘ropa vieja’ que cocina sigue siendo rancho cuartelero made in Waterloo. El aditivo Ortega deviene insípido, inodoro e incoloro: agua. Por cierto, lista la de Trias que fue aprobada por su partido con casi un 25% de votos en contra. A lo largo de los últimos meses hemos observado en algunos sectores de Junts el deseo explícito de volver a recuperar la política útil que aplicaba la vieja Convergencia y Unió. Entre otras muchas iniciativas y eventos se han prodigado los intentos de  rehabilitación de la figura de Jordi Pujol, al mismo tiempo que se han insinuado posibles pactos post electorales sin vetos patrióticos. Ya saben, las maldiciones de momento solo afectan a VOX. Hay que reconocer que Trias, tras la bravuconada de considerar que las elecciones se dirimen entre él y Ada Colau, lanzó mensajes conciliadores y apuntó un cambio de actitudes. Pero todo ese discurso se difumina y se va al garete cuando su guiso de ropa vieja desprende efluvios procedentes de Waterloo, cuando Jordi Turull es incapaz de jubilar a Laura Borràs y los talibanes pululan en envalentonados por su candidatura. Desgraciadamente para Barcelona y Cataluña Xavier Trias y Junts, con y sin disfraz, son sinónimo de inestabilidad política. Lo serán hasta que no sienten la cabeza. Los que peinamos canas recordamos una pegatina que apareció en la campaña electoral de las elecciones municipales de mayo de 1983 en la ciudad de Barcelona, que decía: “Si tries Trias traga Fraga” (el candidato de CiU era Trias Fargas). En la actualidad la cosa iría de: 
“Si tries Trias tries enrenou”.

9.4.23

                                                        PROPAGANDA POR EL HECHO

 

El mando no suele arriesgarse gratuitamente, antes prueba. En plena carrera espacial los soviéticos, previo al envío de un ser humano al espacio exterior, introdujeron a la perrita Laika en el Sputnik 2. El pobre animal murió en acto de servicio tras poner en evidencia los problemas técnicos del ingenio espacial. Descanse en paz la perrita. Los mandamases políticos, con y sin fuste, son temerosos, no arriesgan. Ya en tiempos de la antigua Roma era habitual que los praegustator, esclavos catadores de alimentos, ingirieran las viandas antes que sus amos. Eficaz medida preventiva anti envenenamientos que, sin embargo, no le sirvió de nada al emperador Claudio.  

En la política actual el rol de conejillo de indias, de eunuco catador, sigue vigente. Sin ir más lejos, también en Cataluña. Algunos dirigentes de Junts, sobre todo los que pululan por tierras de Brabante, se toman la política catalana como si fuera un western. Para ellos la cosa va de conflicto entre buenos y malos, patriotas y autonomistas. El teatralizado/televisado paseo por Ciutat Vella de la señora Clara Ponsatí, del brazo del inefable picapleitos Gonzalo Boye, olía a catalán western, a exploración del terreno a lo Daniel Boone. La semana pasada un inquieto Carles Puigdemont lanzó a los leones a la señora Ponsatí -la abuelita Paz del Procés, la que menta los muertos- para tantear qué pasaba con los jueces, con el Parlamento Europeo y cuál era la reacción popular ante la performance. Se trataba de explorar reacciones como paso previo para luego obrar. No en vano la obsesión de los prófugos de Waterloo es cómo y cuando regresar a Cataluña antes de que crezca el olvido. No quieren pagar peaje.

Hace pocos días Jaume Collboni definió a Junts como un partido anti sistema y a su candidato a la alcaldía por Barcelona, Xavier Trias, como a un servidor de causas periclitadas. Creo que acertó en el análisis. Los políticos de Junts actúan y se mueven como activistas antisistema pero, a diferencia de la CUP, son profundamente conservadores. Algunos incluso no ocultan sus tics trumpistas. Alguien los catalogó, con ingenio y acierto, como anarcos de derechas. Observen sinó los movimientos, el léxico, los discursos y el modus operandi de los correligionarios de Puigdemont y Laura Borràs. Echen una ojeada a las hemerotecas y comprobarán que practican ‘la propaganda por el hecho’. Sí, aquella forma de intervención  política, teorizada por el anarquista ruso Kropotkin, basada en la creencia de que el impacto de una acción osada es el instrumento más eficaz para conseguir agitar y despertar las energías de los pueblos oprimidos. El príncipe Piotr Kropotkin afirmaba: ”un acto puede en pocos días hacer más propaganda que mil panfletos”. Los de Waterloo creen en el ruso, son grandes aficionados a la sobre actuación patriótica y la practican. Clasificar a Junts como una peña de anarcos de derechas suena a oxímoron, pero lo cierto es que transitan por la política como activistas antisistema de derechas.

Los intentos de Xavier Trias por recuperar a los sectores más moderados del viejo pujolismo se van al traste con desembarcos como el protagonizado por la ex consellera de Educación de la Generalitat. El alcaldable de Junts ha de contemplar con resignación, como desde su propio partido se torpedea su giro hacia la moderación. Cuando Clara Ponsatí, en rueda de prensa, reedita el mantra de la lucha contra la ‘represión del estado’, cuando califica a Cataluña como un país ocupado o critica a las instituciones europeas Trias enmudece. Cuando el sector anarco de derechas de Junts coloca al Govern de Pere Aragonès en el ojo del huracán la campaña de las municipales se complica. Prepárense, los fieles a Carles Puigdemont, los anarcos de derecha, van a seguir empleando la táctica de la propaganda por el hecho. Sorpresas y estridencias no nos van a faltar. Conejillos de indias y praegustators tampoco. Por cierto, Laika en  español es ‘ladradora’. ¿Lo pillan?

2.4.23

ESPAÑA CAMISA LIMPIA...

 

ME CUESTA NADA

España es el país de la peineta vergonzosa y la moción de censura deshidratada. Se asienta en una península maravillosa -y en un par de archipiélagos- donde las izquierdas riñen sin cesar, las derechas hacen negocios y algunos magnates del mundillo audiovisual ensucian la política. Es una plurinación de honda tradición católica con la Semana Santa menos santa de todas las semanas santas. Es un pedacito de la vieja Europa en el que abundan héroes y villanos, líderes de la oposición mete patas empedernidos, presidentas viperinas vestidas de chulapas y jueces enojados. A este país no le falta de nada. En su periferia habitan patrioteros calimeros, damas de anchas enaguas aficionadas a los ‘trapis’ y buscones de tres al cuarto. Por la cloacas del estado circulan siluros con boina y fonoteca a disposición del mejor postor. Allende sus fronteras reside una tribu de irredentos independentistas fatigados de tanto devorar chocolate belga, eméritos camuflados entre ardientes dunas y princesas en modo Erasmus. Aquí el cincel y la maza intentan darle caña al Yunque, los árbitros del deporte rey cobran arbitrios, y afloran los abusos sexuales cometidos en un pasado no muy lejano. Pocos hombres de negro y púrpura piden, arrepentidos, perdón por sus perversiones. Aprendemos de niños las cuatro reglas de la aritmética pero practicamos con mayor asiduidad las de restar y dividir. Sumar y multiplicar -quizás por aquello de la memoria histórica- no se nos dan demasiado bien. El género de ida y vuelta provoca una batalla entre feministas mientras las manadas vuelven a pastar libremente por las dehesas. En nuestra madrileña Carrera de San Jerónimo escasean los políticos reflexivos, abundan los portadores de un ego desatado y no faltan chamarileros rufianes (algunos de estos se creen ocurrentes y graciosos) buscando un golpe de efecto. El Senado ha devenido, con el paso del tiempo, la apoteosis barroca de un ritornelo sin sopranos y tenores de prestigio. En la plaza de Colón se citan banderas al viento en busca del imperio perdido. Y así vamos tirando, ocultando vergüenzas propias y ajenas, relativizando puerilidades políticas y recitando el mantra ‘y tú más’. Blas de Otero -poeta intimista de la poesía social, de la resistencia- dice en sus versos ’España camisa limpia de mi esperanza y palabra viva’ y Victor Manuel, en su archiconocida canción, sustituye limpieza por blancura. Poco importa ahora eso cuando en este país urge zurcir la camisa pristina e izar una bandera blanca. Conviene recuperar ese himno de la Transición y tararearlo de nuevo contra la mirada pesimista -pero real- que se pueda desprender de lo apuntado unas líneas más arriba. Un país que ha sido capaz de vencer como nadie la pandemia, que se recupera económicamente a una velocidad de crucero superior a la de sus vecinos y que articula mecanismos de protección social sin precedentes, no puede permitirse el lujo de dar un espectáculo tan bananero como el de los últimos meses. Lo de Ramón Tamames, con benevolencia extrema, puede ser considerado una anécdota puntual de pésimo gusto estético y político. Cierto, pero la persistencia de un clima marrullero, descortés y cainita, tanto en los foros políticos como en los mediáticos, nos devalua como sociedad. El ciudadano, en el mejor de los casos, se desentiende de la cosa pública; en el peor, abraza un radicalismo nihilista derrotista y nada constructivo. Quizás por todo ello, un poco harto de tanto despropósito, uno tiene la necesidad de refugiarse en los versos de Victor Manuel y Blas de Otero. Sobre todo en aquellos que nos hablan de España para decirle: ‘Aquí me tienes, nadie me manda. Quererte tanto me cuesta nada’.