El blog d'en Joan Ferran

15.6.23

UNA SECTARIA COMO PRESIDENTA

 




ANNA ERRA YERRA 

 Desde que en abril de 2011 Núria de Gispert apareció fotografiada en la contra de El País, una extraña maldición se cierne sobre el Parlamento catalán. La entonces presidenta de la cámara posó para el periódico disfrazada de hada madrina, varita en mano incluida. Cuentan las malas lenguas que su intrusismo en la profesión de las buenas hechiceras la hizo merecedora de castigo. Su carácter se agrió y su fe demócrata cristiana dejó paso a una desbocada pasión independentista, no exenta de crueldad verbal. Tras su marcha, el Parlamento catalán fue escenario y protagonista de situaciones políticas difíciles. En él, a lo largo de más de una década, no han faltado las independencias de ocho minutos, los conflictos con los jueces, con el Estado y la Monarquía; tampoco las peleas entre letrados y funcionarios. Para colmo de males, y como traca final, la institución ha tenido que soportar un lío de jubilaciones extrañas y una presidenta lapa llamada Laura Borrás. Ante este panorama convendrán conmigo que el prestigio del Parlament no pasa por su mejor momento; muchos ciudadanos lo percibimos triste, devaluado y anodino. Eso sí, cuando procede, ejerce de plató de televisión para mostrar al mundo como, en un acto de onanismo político, sus actores se aplauden a sí mismos imbuidos de fervor patriótico. Luego nos preguntaremos porqué crece la abstención y el escepticismo. Y en eso aterriza en el Parque de la Ciudadela Anna Erra con su currículum ‘vigatà’ y titulín de vicepresidenta de Junts. No se si la sustituta de Laura Borràs habrá tenido tiempo de repasar cuales son las funciones para las que ha sido votada. Según el libro oficial del Parlament -versión del letrado Mayor Ismael E. Pitarch- con el que se obsequia a todos los visitantes ilustres, el Presidente/a del Parlament “tiene la representación de la cámara (se entiende que de toda ella, sin distinción de ideologías) establece y mantiene el orden de las discusiones y del debate de acuerdo con el reglamento”. Se le supone ecuanimidad y rigor. Una cosa son las legítimas convicciones ideológicas de cada cual y otra la conducta institucional exigible a todo alto cargo institucional del país. Anna Erra yerra de entrada cuando en su toma de posesión reproduce los mantras más trasnochados del procesismo, invoca a Carles Piugdemont e intenta actuar como altavoz de una quimera imposible. Alega en su defensa la gestión que la precede como alcaldesa en la ciudad de Vic, pero todos sabemos que su paso por la alcaldía estuvo jalonado de conflictos con otras fuerzas políticas a las que negó la libertad de expresión y manifestación. Los jueces sentenciaron en su contra afeándole una actitud intolerante y represiva. Su discurso inicial como nueva presidenta del Parlament debilita y deteriora, aun más si cabe, el prestigio de la institución. ¿Valoraciones? Hay quien habla, desde el ‘buenismo’, de una vuelta a la normalidad parlamentaria tras meses de interinidad. Craso error, esa supuesta normalidad cae hecha trizas cuando el primer acto institucional de Anna Erra ha sido viajar a Bélgica para postrarse a los pies de un espectro político. No seamos ingenuos, la maldición que envuelve lo que sucede en el hemiciclo del Palau del Parlament persiste, lo contamina todo con una música monocorde. El discurso de la señora Anna Erra es puro continuismo made in Waterloo, obvia la premisa constitucionalista según la cual no hay democracia verdadera al margen de las leyes.

11.6.23

                                                               ¿QUÉ NOS PASA?

 Estoy triste y aterrado. La historia se repite una y otra vez. La televisión muestra el lugar en el que una manada de adolescentes abusó, presuntamente, de una chica de trece años. Las imágenes de las cámaras nos transportan a un descampado junto a las vías del tren. Entre las piedras se aprecian las malas hierbas, se intuye el barro y la suciedad. Pocas semanas antes, no muy lejos de allí, en una gran área comercial de la misma ciudad, otra menor  fue violada en los lavabos. Son ya cuatro los casos que han tenido como escenario los retretes del centro comercial Màgic de Badalona. Todos ellos se hallan bajo investigación policial. Algo no va bien. Cuentan los Mossos d’Esquadra que en Cataluña, desde principios de año, se han contabilizado un total de cincuenta y ocho agresiones grupales. Las noticias sobre casos de violencia sexual ya son una constante en los medios de comunicación. ¿Qué Hacer? Algunos expertos afirman que la difusión de contenidos de pornografía dura genera en algunas personas, sobre todo entre los hombres, un efecto imitador que explicaría las agresiones tipo ‘manada’. Terrible y preocupante. No vale jugar al alarmismo pero tampoco bajar la guardia. Es importante confiar en la acción preventiva policial y judicial pero eso ya no es suficiente. Es obvio que la colaboración ciudadana ha sido determinante en algunos casos y debe seguir siéndolo; ahora bien, deviene imprescindible la implicación de la escuela y las familias en la trasmisión de valores.

ELECCIONES EN BAÑADOR

 

LAS CIGARRAS DE JULIO 

 El mes de julio es uno de los más bullangueros del año, está escrito y comprobado. Cuentan los historiadores que la bullanga más sonada, la del 25 de julio de 1835, se llevó por delante a un montón de frailes, monjas, iglesias y conventos. El rebullicio estalló tras una corrida de toros en la Barceloneta. Las reses no embestían y el respetable público la lío. Más allá de la supuesta espontaneidad de las masas, cabe reconocer que el conflicto explotó tras un largo periodo de sequía, una guerra y un cúmulo de conspiraciones. Había combustible y este ardió. Pues bien, casi doscientos años después y un montón de bullangas posteriores, tenemos sequía, guerra y conspiraciones en red; también líquidos inflamables en manos de desaprensivos. Pero, eso sí, hoy todo es mucho más sofisticado y prender la mecha puede tener un precio y un efecto bumerang. Aunque a algunos les duela, el juego democrático en España funciona y el presidente del gobierno tiene la potestad de convocar elecciones cuando lo considera oportuno. Pedro Sánchez lo ha hecho tras analizar los resultados del 28 M e interiorizar sus posibles consecuencias. El presidente cree que lo que está en juego es la orientación futura de la democracia española y de la europea. Ante esta tesitura poco importa el calor estival y la incomodidad de ajustar la agenda. Lo que se dirime en nuestro país el 23 J es algo más profundo que la pelea entre dos partidos alfa; es comprobar si el electorado está dispuesto, o no, a construir un espigón capaz de contener la marea reaccionaria que acecha a Europa. No crean que exagero; si hoy se celebraran elecciones federales en Alemania la segunda fuerza política, según las encuestas, sería Alternativa por Alemania (AfD). Ni que decir tiene que Giorgia Meloni, Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki siguen el tema expectantes, hostigando el Estado de derecho, suspirando por una España azul que desequilibre la balanza europea. Se oye tanto ruido y tantas banalidades alrededor del 23 J que viene como anillo al dedo el viejo refrán castellano que reza: “En julio es gran tabarra el canto de la cigarra”. De cigarras metidas a comentarista político las hay de muchos tipos. Unas proceden del ámbito más casposo del famoseo y la televisión. Como paradigma del asunto tenemos el caso del cantante Pitingo. Desde el corazón de Miami esta cigarra de la derechona nos da la lata via tuit. Afirma que vendrá desde Punta Cana para votar y ‘abolir el sanchismo’. Mientras tanto Feijóo plantea a los ciudadanos la falsa disyuntiva ‘España o Sánchez’. Los comicios del mes próximo también han activado a las cigarras de Junts y de ERC. Marta Rovira y Jordi Turull se citan en Ginebra para aprender cómo se cocina una fondue independentista pero discrepan en el maridaje. Para el independentismo un gobierno PP-VOX sería agua de mayo, motivo de una nueva bullanga como la del 2017. Mientras tanto, el cri -cri de Alejandro Fernández nos dice que ‘debemos estar preparados para otro conflicto independentista’. Observen el detalle, todas las cigarras políticas de julio tocan a rebato.Todas tiene su lobo particular y a todas les va de perlas un enemigo a batir. Se disponen pues a vestir el discurso y a convocar a los fieles para librar la gran batalla. Un fantasma recorre Europa y no es precisamente el que citaba el abuelo Carlos; tampoco el de los primeros versos que escribió Rafael Alberti, allá por el año 1933, antes de que eclosionará el huevo de la serpiente. Ese fantasma no es de aquí ni de allá , mora en todas partes. Existe. A veces se manifiesta con discreción y cuidado para no alarmar al personal, otras veces muestra sus fauces sin complejos. Incluso aflora en Ripoll, bressol de Catalunya, enfundado en una bandera estelada. Insisto, el 23 J no es solo un combate entre dos opciones partidarias, es algo más profundo que puede determinar nuestro futuro como sociedad. Al igual que en la fábula de Esopo, las cigarras seguirán con su cri-cri y ya veremos que ocurre este invierno.

UN CARRILERO PARA EL PSC

 



Permítanme que eche mano de la terminología futbolera. Las palabras y los conceptos que se usan en relación con el deporte rey suelen poseer una enorme capacidad didáctica. Casi todo el mundo entiende lo que es un autogol, un cerrojazo o quedar fuera de juego. Así, cuando les diga que el PSC necesita fichar a un buen carrilero será más fácil entendernos. Salvador Illa capitanea un buen equipo que articula un juego político que agrada a muchos ciudadanos por su sobriedad y limpieza. Jaume Collboni lleva a término una campaña ejemplar en el tono y en las propuestas. Nada que objetar al respecto. Es a partir del respeto, el diálogo constructivo y la mano tendida, que va a ser posible recuperar lo mejor de la política española y catalana. Pero esta confianza roussoniana en la bondad del prójimo no obliga a poner siempre la otra mejilla dado que, los adversarios, si son crueles y marrulleros, pueden noquearte en un plis plas. Las campañas electorales despiertan en los acomplejados que temen perder su estatus los más bajos instintos. Se vocean barbaridades, se ofende gratis y se insinúan perversiones y maldades indemostrables. Repasen ustedes una de las últimas sesiones del Senado y comprobarán lo que es capaz de verbalizar un energúmeno trajeado. Terrible y obsceno el comportamiento de algunos electos sin escrúpulos. Dicen que en Cataluña la campaña va de otro palo y es cierto, aunque también abunda (perdonen) la mala leche y el rencor. Aquí ERC y Junts pelean por el copyright del independentismo; el junquerismo beato intenta laminar el poder metropolitano de los socialistas y las derechas procuran revitalizarse matando a VOX. Legítimo todo. No obstante no deja de ser lamentable que, en este contexto supuestamente diferenciado, Pere Aragonès use demagógicamente los percances de Rodalies, Ernest Maragall destile resentimiento anti socialista y Gabriel Rufían, desbocado, acose en el Congreso a la ministra Raquel Sánchez blandiendo la foto de un tren incendiado. Ante esta situación rebosante de mezquindad -que se va a repetir hasta la saciedad los próximos meses- lo lógico hubiera sido una salida en tromba de toda la artillería socialista para contrarestar las andanadas republicanas. No ha sido así. Muchos ciudadanos piensan que hay un exceso de estoicismo y ‘jogo bonito’ en el equipo del PSC. Se echa en falta un carrilero defensivo capaz de marcar territorio y cometer, si es preciso y sin violencia, una falta técnica en caso de peligro de gol. Insisto, el socialismo catalán necesita un buen carrilero y ese no ha de ser, ni puede ser Salvador Illa, porque está llamado a mayores designios. En la plantilla se echa en falta la existencia de un jugador defensivo, habilidoso y con gran capacidad física (política). Una persona capaz de correr la banda, atacar, centrar, cortar balones del adversario en el medio campo y regresar a la defensa cuando sea necesario. En política quien calla otorga, quien no replica se desdibuja y pierde. Quien no impone su ritmo de juego baila con el de los otros. La función del carrilero político tiene un algo de airbag, de cojín de aire, de dispositivo de seguridad contra los zafios que buscan chocar de frente. El carrilero que precisa el socialismo catalán no es un broncas provocador sino un político que neutralice hostilidades y las vea venir. Los equipos consiguen la excelencia cuando el reparto de tareas de sus integrantes funciona como un engranaje bien engrasado. En liderazgo de Salvador Illa está fuera de toda duda y su objetivo estratégico también. El dirigente socialista catalán cumple bien con su rol, tiene discurso y perfil propio, imagen y recorrido; cierto, pero tras las elecciones municipales vienen otros retos y no estaría de más fichar, o fabricar, un buen par de carrileros/eras. Hay partido para rato y a los socialistas les conviene muscular el banquillo y afinar la puntería.