SABER NEGOCIAR NO ES FÁCIL
Los modismos son, según el diccionario de la RAE, una “expresión fija, privativa de una lengua, cuyo significado no se deduce de las palabras que la forman”. Pueden ser frases y dichos que emplean imágenes, historias o referencias culturales para explicar una idea. En este sentido confieso que me encanta la expresión ‘no hay color’. Es una frase que permite jugar con ella, que usamos coloquialmente para comparar una cosa con otra. Tanto es así que les diré, por ejemplo, que entre la seleccion española de futbol y otras no hay color. Y puestos a rizar el rizo, voy a sugerirles que obviemos el factor color de la piel tanto en los asuntos deportivos como en los de las relaciones humanas. No lo hace el eurodiputado italiano de la Liga, Roberto Vannacci, cuando disertando sobre las sociedades multiétnicas sostiene que la jugadora de voleibol, Paola Egonu, aunque posea la ciudadanía italiana, sus rasgos somáticos no representan la italianidad. Los de Matteo Salvini son los campeones de la xenofobia. Argumentos los suyos que casan perfectamente con las tesis de diputados de VOX cuando describen algunos barrios de nuestras ciudades como ‘estercoleros multiculturales’ en los que ha desaparecido la ‘españolidad’. Afortunadamente la selección española cada vez se parece más al verdadero paisaje demográfico del país y de Europa. Que nadie se confunda: los extremos del equipo español, Lamine Yamal y Nico Williams, imprimen solidez ofensiva a un equipo en el que prima la calidad y no la genealogía.
ALGO PARA QUEMAR
En jerga política hoguera, purga y papelera son sinónimos. Hace un montón de siglos que los celtas, en el solsticio de verano, ya encendían hogueras para rogarle al Sol que no se ocultara. Con el tiempo aquella celebración pagana -como tantas otras- se convirtió en una tradición cristiana. Según la Biblia, San Zacarías, esposo de Santa Isabel (prima de la Virgen María y madre de San Juan Bautista) encendió una hoguera la noche del 23 al 24 de junio para anunciar el nacimiento de su hijo. No es una noche cualquiera, es la fiesta del fuego purificador que cierra una etapa y abre otra nueva. Es la noche mágica en que se corta con el pasado, se queman los malos hábitos y los trastos viejos. También es el momento de la verbena, palabra que da nombre a una flor de color rosa pálido que se empleaba para lucir en la solapa los días de baile. En la época victoriana, se creía que estas flores podían curar heridas emocionales. En estos tiempos de solsticio, de cambio político y de estación, más de un partido deberá optar entre mandar a sus líderes vencidos a la hoguera o bien acogerse a las virtudes terapéuticas de la verbena. Algunos cuadros, con intención de perpetuarse, versionan a conveniencia el ‘Per Sant Joan’ de Serrat, sobre todo la estrofa que reza: ‘Doneu-me un tros de fusta per cremar o la prendré d’on pugui com ahir’. Esos son los que instan a quemar madera vieja, a buscar chivos expiatorios entre los liderazgos derrotados sin valorar los servicios prestados. Injusto y triste.
BATIRSE EL COBRE
EL TRAMVIA BLAU
SÍSIFO Y LOS POLIS
Si no lo veo no lo creo. En una de las áreas peatonales cercana al Mercat de Sant Antoni un bar, de los de toda la vida, recoge mesas y sillas y se dispone a cerrar. Un hombre barre con diligencia la terraza y apila servilletas y colillas. Lo que ocurre acto seguido me deja perplejo. Lejos de retirar los residuos, los empuja con descaro hasta introducirlos en una de las zonas ajardinadas, sacude la escoba y se va. Deprimente. En su informe anual el Síndic de Greuges de Barcelona, David Bondia, señala que una de las principales preocupaciones de los ciudadanos son los problemas de convivencia en el uso del espacio público. No está de más que desde la Sindicatura se exija al consistorio respuestas a las inquietudes que provienen de la sociedad, para eso está; pero quizás convendría que este organismo jugara algo más a estimular el civismo del personal. Seguramente muchos de ustedes recuerdan la imagen de un famoso cartel estadounidense en el que un hombre con perilla y pelo blanco, mirada penetrante y trajeado con la bandera americana apunta con el dedo índice al observador conminándole a que se una al esfuerzo de su país ante la Guerra Mundial. El texto impreso rezaba: “I want you for...” Salvando las distancias, quizás convenga sacar otro dedo índice y recordar a nuestros conciudadanos que además de exigir derechos hay que respetar normas y obligaciones. La Sindicatura también está legitimada para dirigirse al vecino y soltarle: tienes razón cuando te quejas pero has de cumplir con tu ciudad.
MI VECINA