El blog d'en Joan Ferran

19.9.23

 

¿ A DÉBITO O A CRÉDITO? 



 Hay quien afirma que la izquierda en nuestro país es especialista en auto lesionarse, que en ella hay demasiado masoquismo, demasiada complacencia en sentirse maltratada, demasiado personaje resentido que no sabe salir de escena y dar un paso al lado. Algo de cierto debe de haber en todo ello cuando por ejemplo, en esa tierra de nadie que hay entre investiduras, Ione Belarra, -y lo que queda de Podemos- plantea como condición sine qua non para apoyar un futuro gobierno de Pedro Sánchez, la continuidad de Irene Montero al frente del ministerio de Igualdad. Petición a todas luces inoportuna en parámetros políticos, también en términos de agenda, cuando aún anda pendiente la presentación en sociedad de Núñez Feijóo. Exigencia tan improcedente y errónea como lo fue la visita de Yolanda Díaz a Waterloo a principios del mes de septiembre. La dirigente de Sumar, y su monaguillo Jaume Asens, situaron a destiempo a Carles Puigdemont en el epicentro del debate de las investiduras. Ahora pagamos las consecuencias de esa tremenda torpeza. La supuesta ala izquierda del ejecutivo español ha contribuido, con su afan de notoriedad, a colocar en el núcleo de las discusiones lo identitario en detrimento de lo económico y social. Sí, algunos sectores de la izquierda son especialistas en auto lesionarse, en mecerse en lo táctico olvidando lo estratégico renunciando a su ideario y programas. Por si ello fuera poco, en el cosmos socialista las declaraciones de Felipe González y Alfonso Guerra ante la non nata ley de amnistía, han generado incomodidad y gran controversia. El debate suscitado no ha estado exento de desafortunados comentarios, insultos y descalificaciones contra los objetantes. Los los medios de comunicación y las redes sociales han sacado punta de ello. Flaco servicio a la libertad de expresión la de los dogmáticos que olvidan que en el PSOE, desde su más temprana historia, hubo siempre pareceres diversos y confrontados (Largo Caballero, Indalecio Prieto, Julián Besteiro Juan Negrín...). Hay tanta sequía de verso libre en el seno de nuestra izquierda que no estaría de más, como terapia, aplicar aquella conocida máxima de Mao consistente en “Permitir que cien flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan...”. Eso sí, con respeto y sin dar munición a los adversarios. Hace pocos días un apesadumbrado Fernando Onega comentaba en uno de sus artículos, que en este país no faltaba ningún ingrediente para poder proclamar el ‘estado de crispación’. Acertaba el veterano y laureado periodista. La agresividad verbal de algunos portavoces de los principales partidos políticos, la convocatoria de actos y manifestaciones anti amnistía en toda España y los planteamientos cada vez más intransigentes de los dirigentes independentistas no auguran nada bueno. Núñez Feijóo agita la calle, no tiene apoyos suficientes para conseguir que prospere su candidatura, actua como oposición y renuncia a vertebrar un discurso y una propuesta creíble. La izquierda mientras tanto se dispara un tiro en el pie tolerando bravuconadas independentistas con resignación. Los tuit de Carles Puigdemont en jerga bancaria ensucian y dificultan cualquier negociación política. Todo huele a nuevas elecciones. ¡Abran juego señoras y señores! Se aceptan apuestas acerca de quien va a pagar la factura política de llevar de nuevo a los ciudadanos ante las urnas. A fin de cuentas tiene mucha razón Rafael Jorba cuando en sus artículos sostiene la idea de que el verdadero problema ya no es la viabilidad constitucional de una amnistía, sino el coste político que supone plantearla como el elemento clave para lograr la investidura de un gobierno progresista. Nadie sabe si la investidura la vamos a pagar a débito, a crédito o si va a saltar la banca. Tiempo al tiempo. Así las cosas, igual lo mejor para la izquierda hispana, en lugar de auto lesionarse, sería echar mano de Mariano José de Larra y releer su ‘Vuelva usted mañana’.

5.9.23

ESCARMENTADOS, ESCALDADOS Y DUROS

 

BUENISTAS Y ESCARMENTADOS 




 Hubo un tiempo en este país en el que algunos plumillas malintencionados empleaban como muletilla retórica, y discursiva, la idea de que en el seno de la izquierda catalana cohabitaban dos ‘almas’. Definían a una de ellas como jacobina y a la otra como a un caballo de Troya del nacionalismo. Superada felizmente la fase del animismo, y una vez demostrado que aquel caballo devino un poni errante, el personal de izquierdas tiene derecho a discrepar sobre lo que conviene hacer en política. Esta vez no se trata de discutir sobre la existencia de algo inmaterial sino sobre lo factible, conveniente y ajustado a derecho, capaz de poner en marcha este país. Núñez Feijóo y los suyos son conscientes de que en esta ocasión no van a gobernar. Su no reconocimiento de la pluralidad parlamentaria es la consecuencia de su aislamiento; la concomitancia con VOX su pecado mortal. Lo que se dirime hoy en la política española es como encajar las exigencias de una nueva realidad parlamentaria y territorial. Ahora bien, el reconocimiento de esa nueva realidad no puede, ni debe, implicar un sometimiento a los caprichos de una minoría. El independentismo es insaciable por naturaleza, provoca el síndrome de Sísifo a sus interlocutores y no entiende de razones de estado. Desde los partidos secesionistas se habla alegremente de una Ley de Amnistía como la piedra filosofal capaz de convertir lo punible en loable. Cuentan los peticionarios de la ley con el beneplácito de personajes como Jaume Asens, Joan J. Queralt y algunos más. Poco les importa si para ello hay que retorcer la Constitución y procurar la bendición de unos cuantos expertos. Cicerón solía decir que no hay absurdo que no haya sido apoyado por un filósofo. Llegados a ese punto comparto la idea de Quim Coll cuando afirma que una amnistía de esa naturaleza vulneraría la separación de poderes y la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Constato que entre mis conocidos y amigos, respecto a las negociaciones del PSOE con Junts y ERC, hay básicamente dos actitudes (¿almas?). Una, ‘buenista’ y bien intencionada, capaz de comprender, asimilar, aceptar y defender cualquier apaño -aunque sea efímero- para ver de nuevo a Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el gobierno de España. Otra, dolida y escarmentada tras comprobar cómo ninguna medida y cesión sacia las exigencias secesionistas. Para colmo de males la ANC, y un sector de ERC, siguen con su verbalismo irredento. Los escarmentados no son (somos) una peña de sectarios, amamos el pacto y el diálogo, pero nos preguntamos qué nueva exigencia colocará sobre la mesa una ERC acomplejada o un Puigdemont apurado. Simpatizo con los escaldados; no me gustan los reincidentes y comparto con otros escarmentados la opinión de Ramón Jauregui cuando dice: “Si la minoria nacionalista exige lo imposible, digamos ‘no’. Puestos a jugar a la política ficción, conocedores de la pugna entre ERC y Junts por la hegemonía en el universo secesionista. ¿Se imaginan ustedes a Carles Puigdemont regresando a España en olor de multitudes (independentistas, por supuesto) y libre de compromisos con la justicia? ¡Vaya espectáculo! ¿Precedentes, experiencias y paralelismos con otros regresos sonados? Los hay. El 24 de marzo de 1814 Fernando VII cruzó el río Fluviá camino de Gerona acompañado del general Francisco Copons. El militar portaba un pliego de la Regencia para que el monarca jurara la Constitución de 1812. El Rey no lo hizo, tampoco siguió la ruta trazada. El recibimiento popular de ‘El Deseado’ fue tan desbordante y apoteósico que nadie le contradijo. Ya saben ustedes que en este país hay algunos iluminados capaces de vitorear cualquier esperpento con un ¡Vivan las cadenas! Pues bien, si Puigdemont amnistiado regresa a Cataluña, cruzando el río Fluviá en un descapotable, quién garantiza que él y los suyos van a respetar la Constitución. Eso sí, a Oriol Junqueras y a Pere Aragonès les daría un síncope.

30.8.23

Toto Cutugno - L'Italiano (1983) DESCANSE EN PAZ...

5.8.23

AVISO PARA SECESIONISTAS

 





PRUDENCIA


 Lo confieso: me encanta el tono sosegado que emplean los portavoces políticos cuando aguardan, ansiosos, los resultados de un escrutinio electoral. Ante cámaras y micrófonos suelen prodigar lugares comunes del tipo ‘prudencia’ o ‘la noche será larga’. Las frases de las primeras horas suelen ser un ejercicio de política preventiva, un poema sin rima, una improvisación sin alma. Todo es prudencia a su máxima potencia. Luego, cuando se intuye el desenlace final, esas precauciones iniciales quedan aparcadas, afloran tristezas, euforias y llegan los vítores y aplausos de los incondicionales. Y es en ese momento cuando muchos actores políticos fallan al ignorar que hay un mañana. La alegria, el gozo, del instante les impide echar mano de esa virtud - la prudencia- consistente en hallar medios y métodos para solucionar los problemas y las situaciones complejas. Nos espera un verano politica y climatologicamente duro y complicado. Quizás por ello nuestros políticos, si de veras laboran por el bien común más allá de sus circunstancias personales, deberían huir de apriorismos y ahorrarnos volver a votar antes de Navidad. Los partidos independentistas estan en horas bajas; cierto, pero esa contrariedad no les ha de llevar a perder la perspectiva. Cuando desde el la portavoz del Govern de la Generalitat se afirma que el independentismo ‘tiene la sartén por el mango’ se comete un error, se malbarata la prudencia y el sentido común. Asir la sartén por el mango no exime de salir salpicado y quemado.

27.7.23

EL BUNKER PINCHA

 



ENTRE LA ‘BARAKA’ Y EL BLOQUEO 



 Hay quien dice que la política española tiene un swing especial. Nuestro país es el de las amargas victorias y las dulces derrotas; es un pedazo de la vieja Europa en el que moran radicales, agoreros y nostálgicos de verbo fácil; es un lugar en el que no faltan chantajistas cainitas embozados en banderas. Una tierra con un presidente de gobierno, Pedro Sánchez, del que se cuenta que ‘tiene baraka’, esa suerte de bendición divina con que el cielo premia a sus protegidos. Pero lo que en realidad atesora el líder del PSOE es una gran capacidad de adaptación a la adversidad, las amenazas y los contratiempos. Un talante, a lo Sturm ung Drang, que convida a no darse jamás por vencido, de ahí el espíritu de la remontada, de ahí su resistencia. ¡Tempestad y empuje! Digámoslo claro: lo del PP de Núñez Feijóo ha sido el sueño de una noche de verano; lo de VOX un gatillazo en toda regla. Es difícil prever qué derrotero tomará la política española a lo largo de los próximos meses. Hay demasiados heridos y damnificados. Santiago Abascal, sin ir más lejos, culpa a tirios y troyanos de su mala suerte y a Feijóo de blanquear a Pedro Sánchez. Un resultado electoral tan ajustado como el del 23 J obliga a tejer alianzas y , en ese cometido, las izquierdas estan más entrenadas que el PP. Pero es en el campo del independentismo donde se deshoja la margarita entre una nueva gobernanza progresista o el bloqueo político que nos conduciría a unos nuevos comicios a final de año. ERC y Junts harían bien en analizar las verdaderas causas de su continuado declive electoral. La vieja retórica del procés ya no estimula a nadie y la solidaridad con los presos pasó a la historia. He ahí la razón, junto a las peleas entre partidos por la hegemonía en el seno del secesionismo, de la progresiva desvinculación del antiguo votante independentista. Pere Aragonès, Oriol Junqueras, y las exiguas huestes de Carles Puigdemont, pueden caer en la tentación de pedir imposibles para facilitar la investidura. Si lo hacen, abocándonos a unas nuevas elecciones, van a ser los consolidadores del bipartidismo. Obviar que en España tanto PSOE como PP son formaciones arraigadas profundamente en la sociedad sería un inexplicable error de cálculo. Cuando Miriam Nogueras insiste en afirmar que su prioridad ‘no es garantizar la gobernabilidad del estado’ coloca a su partido al servicio de Waterloo y en los márgenes de la política útil. Y no solo eso, ese tipo de actitudes y declaraciones se paga electoralmente y disuelve cualquier intento de hallar una salida razonable al tema Puigdemont & Comín. Tres son las palabras iniciadas con la letra ‘B’ que estan en danza en el escenario político español. La ‘Baraka’, término heredado de la tradición mística sufí, que parece proteger al presidente del gobierno; ‘bipartidismo’, fenómeno en ascenso tendente a un sistema de partidos, ahora bloques, capitaneado respectivamente por PSOE y PP; y ‘bloqueo’ como fuga hacia adelante de un partido, Junts, que heredero de la tradición convergente pugna por sobrevivir en un magma electoral cada vez más complejo. ¡Ah! Por cierto, tremendo chasco el de Giorgia Meloni y compañía. Y Díaz Ayuso en la recámara por lo que pueda pasar. ¡País!

 





LA SANTA JAURÍA 


 Uno de los pilares en que se asienta nuestra democracia representativa es la posibilidad de la alternancia en el poder. Dicen los politólogos que no es bueno para el sistema que un grupo político permanezca en el poder por periodos ilimitados. No es el caso de Pedro Sánchez ni del socialismo español. Desde la aprobación de la Constitución del 78, hasta nuestros días, han morado en la Moncloa, y gobernado el país, varios presidentes de diferentes ideologias. Hemos avanzado a distintas velocidades; cierto, pero siempre en dirección hacia un horizonte europeo diáfano y sin mirar atrás. La alternancia es buena, no lo discuto, pero las regresiones en política suelen ser lesivas para la sociedad que las padece. A cinco jornadas del 23 J la posibilidad de ver a Santiago Abascal en los jardines de la Moncloa es inquietante. La experiencia de estas ultimas semanas nos dice que, con tal de llegar al poder, Núñez Feijóo esta dispuesto a gobernar España con los ultras. Es más, en ausencia de un programa claro y explicito del PP a nadie se le escapa el efecto contaminante que poseen los postulados xenófobos, machistas y homófobos que emplean los lideres de VOX. Digámoslo claro: en este país se han conjurado en santa jauria todas las fuerzas de la vieja España. Bajo palio el arzobispo de Orhiuela, José Ignacio Munilla, bendice las tesis de VOX y acusa al PP de asumir propuestas de Izquierdas al reconocer el aborto como un derecho de la mujer; en Valdemorillo se teme a Virginia Woolf y se cancela la función de ‘Orlando’; la representación teatral de ‘La villana de Getafe’ del gran dramaturgo, Lope de Vega, es pasto de la censura ultra; la película ’Lightyear’ salta de la programación en Cantabria por las presiones de la derechona; en Briviesca la obra ‘El mar’ de Alberto Conejero fue cancelada... Terrible. Para otra ocasión dejo el arriado y prohibición de banderas arco iris o las lonas y documentales que supuran odio contra los adversarios políticos. La lista de abusos de la derechona es infinita; pero el objetivo de estas lineas no es hacer un inventario de despropositos, sino evidenciar el descaro con que se han llevado a termino. No les importa que les acusen de censores o manipuladores. Pactan sin rubor y cambian poltronas por principios en Extremadura o en Palma. Los ultras van tan sobrados que ni tan siquiera han aguardado al desenlace de la elecciones generales para actuar en plan cacique. Preocupante ¿No creen? No obstante hay que celebran que la ley del pendulo funcione. ¡Y vaya si funciona! Han dolido tanto en el ambito cultural y artistico los actos de censura, los ataques a la libertad de expresión y las cancelaciones de eventos que más de trescientos intelectuales y artistas han firmado un manifiesto en el que piden un voto de apoyo ‘para el gobierno más progresista de la democracia’. Se han sumado a la iniciativa los sindicatos UGT y Comisiones Obreras. Los que peinan canas quizás recuerden aquella propuesta que formulo Santiago Carrillo bajo el nombre de ‘La Alianza de las fuerzas del trabajo y la Cultura’. La planteo en pleno franquismo para hacer frente a los antepasados de VOX. Aquella ‘Alianza’ se ha reencarnado hoy en forma de manifiesto. Más tarde, el dirigente del PCE, la desarrollaría en su libro Eurocomunismo y Estado (1977) recogiendo las tesis de Antoni Gramsci sobre la hegemonia política y social. Estan en juego demasiadas cosas para pasar de ir a votar. A cinco días de las elecciones nada esta decidido ni escrito. La reacción acecha,la santa jauría de la que nos hablaba el abuelo Karl ha vuelto a dar señales de vida, de todos depende que no nos devore.

14.7.23

ABSTENCIONISMO SIN CRITERIO, INDEPENDENTISMO ESOTÉRICO

 

ABSTENCIÓN EN VENA 



 El independentismo también tiene sus enfants terribles particulares. Los hay de todo tipo, solvencia intelectual y condición. Unos ejercen de tertulianos, otros de columnistas o blogueros desde una torre de cristal y agua. También los hay que van de comentarista político vía tweets y redes sociales. Estan ahí. Unos participan de las comidas de tarro de la decadente ANC mientras otros militan en lo que queda de los CDR. El denominador común de estos hiperventilados es la perorata que gastan contra los partidos de ámbito español; pero, sobre todo, contra las formaciones neoprocesistas que gestionan algunas instituciones catalanas. Para ellos, unos son el enemigo secular, el resto unos embaucadores vendedores de humo que se han dejado domesticar por Pedro Sánchez. De sus diatribas no se salvan ni Aragonès, ni Junqueras ni Carles Puigdemont; tampoco los gerifaltes de los partidos que dudan de la existencia de condiciones objetivas para implementar el ‘mandat del 1-O’. Es tan grande el deseo de estos personajillos de castigar a los tibios que, ante las elecciones del 23-J, proponen la abstención como correctivo. Entre los promotores de las consignas abstencionistas no faltan iluminados capaces de imaginar, como Bernat Dédeu, una brigada tipo Wagner expulsando a virreyes y españoles de Cataluña. El secesionismo está tan falto de moral de victoria y de criterios, que cualquier ocurrencia de un exaltado puede convertirse en un camino a seguir. Hace más de un siglo el movimiento libertario español argumentaba la necesidad de abstenerse en las elecciones y rechazaba la dinámica parlamentaria de los partidos. Eran otros tiempos y se percibía en el ambiente la posibilidad de una revolución social que iba a canviar el mundo de base. Pero a día de hoy las cosas han cambiado, hasta los secesionistas más irredentos tienen interiorizada la inviabilidad del viaje a Ítaca. No obstante, a algunos de los predicadores de la abstención -lo admiten en privado- les gustaría rubricar algunas ideas que, en más de una ocasión, escribió Eugeni D’Ors para el periódico La Veu de Catalunya: “es necesario que Barcelona pueda efectuar una selección sobre su población inmigrante... exigiendo a las gentes que entran y suelen permanecer en ella ciertas condiciones fisiológicas, éticas y un mínimo de salut moral y social”. ¿Se atreverán a seguir por esa senda los patriotas ultra radicales que promueven inyectar abstención en vena? Pero regresemos a la propuesta de no votar esbozada por sectores de la ANC y los CDR. Fue el profesor y filósofo anarquista italiano asesinado en Barcelona en mayo de 1937, Camilo Berneri, quien hablando del tema de la abstención como instrumento de lucha, denunció ‘el cretinismo abstencionista’. Lo definió como una superstición que valoraba la situación política por el número de los que se abstenían en las elecciones. Sostenía Berneri que esa interpretación de los resultados era equívoca y no siempre reflejaba la realidad. Creía, como Bakunin, que el tema del abstencionismo, como método, era un asunto de estrategia y no de táctica. Cuando personajillos del secesionismo más ultramontano afirman que el partido de los abstencionistas ha ganado las elecciones municipales del 28 de mayo en Cataluña, se equivocan; cuando plantean la segunda vuelta de la abstención para el 23-J vuelven a errar; su tacticismo es un ejercicio de impotencia, miopía y frivolidad. A este país no le conviene una dosis de abstención sino todo lo contrario. El futuro de España y de Cataluña depende del voto y la participación de los demócratas. Vuelvan les enfants terribles a sus ocupaciones especulativas, lúdicas y filosóficas y abstenganse, eso sí, de enredar.

VOX HASTA EN LA SOPA

 

MOMENTO PROKÓFIEV


 En esta campaña se lleva el ‘Momento Prokófiev’. A falta de novedades de última hora, la reposición del cuento musical Pedro y el lobo nos va a acompañar hasta el mismo domingo 23. En escena, a mano derecha, tenemos a las huestes de Núñez Feijóo, y a sus voceros mediáticos, vendiendo al personal que la victoria del PP es imparable, que a Pedro Sánchez lo van a jubilar los barones del PSOE y que lo de VOX es solo guindilla para dar sabor a los platos. La presentación del programa electoral de los ultras -ese en el que se cargan medio andamiaje autonómico- no pasa de ser un programa de máximos, dicen desde calle Genova, como el de tantos otros. Entre candilejas también se mueven los actores más impenitentes de las izquierdas obsesionados con vaticinar, a palo seco, el advenimiento del lobo feroz y el fin de los buenos tiempos. Creen, ingenuamente, que con solo mentar los horrores del pasado y cuatro despropósitos del presente, la pulsión progresista que anida en la mente de los ciudadanos españoles va a despertar. Craso error. Obvian lo que pasó en Italia con Giorgia Meloni, y lo acontecido recientemente en Finlandia o Grecia con el auge de la extrema derecha. En Europa, la izquierda que renuncia a exponer sus argumentos y propuestas en aras de un discurso genérico y altamente ideologizado, suele salir derrotada de las elecciones. Javier Cercas, con buen criterio, aconseja combatir a las derechas con argumentos, no con aspavientos. Es más, se puede dar la paradoja de que alguien, harto de zarandajas y postureos, piense en el lobito bueno al que maltrataban todo los corderos (grande José Agustín Goytisolo). No en vano, Fernando Vallespín, nos cuenta en sus artículos que entre todos, al hablar tanto de VOX, les estamos haciendo la campaña gratis. Quizás por eso, como antídoto, los socialistas andan estos días empeñados en prometer medidas de protección social, transporte gratuito para los jóvenes o eximir de pagos y tasas a los buenos estudiantes. Es un esfuerzo baladí distraerse indagando quien es quien en el mundillo de las derechas. A estas alturas de la película, tras la constitución de algunas autonomías y ayuntamientos, ya sabemos lo que da de sí el PP de Núñez Feijóo y el discurso de los de Santiago Abascal. No obstante, a los progresistas les conviene exponer con nitidez ante los ciudadanos las diferencias que conlleva aplicar políticas públicas con un marchamo progresista u otras de corte conservador. Así las cosas el impacto en la opinión del elector del cara a cara televisivo entre Sánchez y Feijóo deviene importante, aunque no determinante. Pero es en el cosmos independentista donde se aplica el método Prokófiev hasta sus ultimas consecuencias. Algunos agoreros, tipo Pere Aragonès, dando por sentado que una coalición PP-VOX va a ganar las elecciones del 23 J afirmó: “La hora es grave y hay que defender Catalunya. El gobierno de la derecha y extrema derecha representa un ataque frontal a los pilares básicos y consensos de nuestro país”. Para, acto seguido, tras mentar al lobo, proponer un Frente Común Independentista. En el debate a ocho de La Vanguardia, el republicano Gabriel Rufían, también rizó el rizo cuando, en lugar de pedir el voto para su partido, se puso tierno y lo solicitó para Cataluña. Y es que, amigos, la presencia de presuntos licántropos en la política española da para mucho. Sabido es que, para los secesionistas hiperventilados, tan lobo feroz son las izquierdas como las derechas hispanas. Vivimos en un país en el que el eje derecha-izquierda ha de coexistir con el nacional. Es precisamente entre los partidarios del independentismo donde se libra una batalla a muerte por la hegemonia política. Como consecuencia de ello no debe extrañarnos que sus análisis rebosen subjetividad. No discuto la premisa de que una hipotética victoria del PP, con el soporte de VOX, podría deteriorar el marco de libertades y derechos adquiridos. Hay que reconocer que existe un cierto peligro de involución política. Conviene, pues, activar el voto razonado y consciente de los demócratas. Menos aspavientos, menos hablar de Pedros y lobos y más de lo que podemos conseguir apostando por el futuro. Ciao Prokófiev.

15.6.23

UNA SECTARIA COMO PRESIDENTA

 




ANNA ERRA YERRA 

 Desde que en abril de 2011 Núria de Gispert apareció fotografiada en la contra de El País, una extraña maldición se cierne sobre el Parlamento catalán. La entonces presidenta de la cámara posó para el periódico disfrazada de hada madrina, varita en mano incluida. Cuentan las malas lenguas que su intrusismo en la profesión de las buenas hechiceras la hizo merecedora de castigo. Su carácter se agrió y su fe demócrata cristiana dejó paso a una desbocada pasión independentista, no exenta de crueldad verbal. Tras su marcha, el Parlamento catalán fue escenario y protagonista de situaciones políticas difíciles. En él, a lo largo de más de una década, no han faltado las independencias de ocho minutos, los conflictos con los jueces, con el Estado y la Monarquía; tampoco las peleas entre letrados y funcionarios. Para colmo de males, y como traca final, la institución ha tenido que soportar un lío de jubilaciones extrañas y una presidenta lapa llamada Laura Borrás. Ante este panorama convendrán conmigo que el prestigio del Parlament no pasa por su mejor momento; muchos ciudadanos lo percibimos triste, devaluado y anodino. Eso sí, cuando procede, ejerce de plató de televisión para mostrar al mundo como, en un acto de onanismo político, sus actores se aplauden a sí mismos imbuidos de fervor patriótico. Luego nos preguntaremos porqué crece la abstención y el escepticismo. Y en eso aterriza en el Parque de la Ciudadela Anna Erra con su currículum ‘vigatà’ y titulín de vicepresidenta de Junts. No se si la sustituta de Laura Borràs habrá tenido tiempo de repasar cuales son las funciones para las que ha sido votada. Según el libro oficial del Parlament -versión del letrado Mayor Ismael E. Pitarch- con el que se obsequia a todos los visitantes ilustres, el Presidente/a del Parlament “tiene la representación de la cámara (se entiende que de toda ella, sin distinción de ideologías) establece y mantiene el orden de las discusiones y del debate de acuerdo con el reglamento”. Se le supone ecuanimidad y rigor. Una cosa son las legítimas convicciones ideológicas de cada cual y otra la conducta institucional exigible a todo alto cargo institucional del país. Anna Erra yerra de entrada cuando en su toma de posesión reproduce los mantras más trasnochados del procesismo, invoca a Carles Piugdemont e intenta actuar como altavoz de una quimera imposible. Alega en su defensa la gestión que la precede como alcaldesa en la ciudad de Vic, pero todos sabemos que su paso por la alcaldía estuvo jalonado de conflictos con otras fuerzas políticas a las que negó la libertad de expresión y manifestación. Los jueces sentenciaron en su contra afeándole una actitud intolerante y represiva. Su discurso inicial como nueva presidenta del Parlament debilita y deteriora, aun más si cabe, el prestigio de la institución. ¿Valoraciones? Hay quien habla, desde el ‘buenismo’, de una vuelta a la normalidad parlamentaria tras meses de interinidad. Craso error, esa supuesta normalidad cae hecha trizas cuando el primer acto institucional de Anna Erra ha sido viajar a Bélgica para postrarse a los pies de un espectro político. No seamos ingenuos, la maldición que envuelve lo que sucede en el hemiciclo del Palau del Parlament persiste, lo contamina todo con una música monocorde. El discurso de la señora Anna Erra es puro continuismo made in Waterloo, obvia la premisa constitucionalista según la cual no hay democracia verdadera al margen de las leyes.

11.6.23

                                                               ¿QUÉ NOS PASA?

 Estoy triste y aterrado. La historia se repite una y otra vez. La televisión muestra el lugar en el que una manada de adolescentes abusó, presuntamente, de una chica de trece años. Las imágenes de las cámaras nos transportan a un descampado junto a las vías del tren. Entre las piedras se aprecian las malas hierbas, se intuye el barro y la suciedad. Pocas semanas antes, no muy lejos de allí, en una gran área comercial de la misma ciudad, otra menor  fue violada en los lavabos. Son ya cuatro los casos que han tenido como escenario los retretes del centro comercial Màgic de Badalona. Todos ellos se hallan bajo investigación policial. Algo no va bien. Cuentan los Mossos d’Esquadra que en Cataluña, desde principios de año, se han contabilizado un total de cincuenta y ocho agresiones grupales. Las noticias sobre casos de violencia sexual ya son una constante en los medios de comunicación. ¿Qué Hacer? Algunos expertos afirman que la difusión de contenidos de pornografía dura genera en algunas personas, sobre todo entre los hombres, un efecto imitador que explicaría las agresiones tipo ‘manada’. Terrible y preocupante. No vale jugar al alarmismo pero tampoco bajar la guardia. Es importante confiar en la acción preventiva policial y judicial pero eso ya no es suficiente. Es obvio que la colaboración ciudadana ha sido determinante en algunos casos y debe seguir siéndolo; ahora bien, deviene imprescindible la implicación de la escuela y las familias en la trasmisión de valores.

ELECCIONES EN BAÑADOR

 

LAS CIGARRAS DE JULIO 

 El mes de julio es uno de los más bullangueros del año, está escrito y comprobado. Cuentan los historiadores que la bullanga más sonada, la del 25 de julio de 1835, se llevó por delante a un montón de frailes, monjas, iglesias y conventos. El rebullicio estalló tras una corrida de toros en la Barceloneta. Las reses no embestían y el respetable público la lío. Más allá de la supuesta espontaneidad de las masas, cabe reconocer que el conflicto explotó tras un largo periodo de sequía, una guerra y un cúmulo de conspiraciones. Había combustible y este ardió. Pues bien, casi doscientos años después y un montón de bullangas posteriores, tenemos sequía, guerra y conspiraciones en red; también líquidos inflamables en manos de desaprensivos. Pero, eso sí, hoy todo es mucho más sofisticado y prender la mecha puede tener un precio y un efecto bumerang. Aunque a algunos les duela, el juego democrático en España funciona y el presidente del gobierno tiene la potestad de convocar elecciones cuando lo considera oportuno. Pedro Sánchez lo ha hecho tras analizar los resultados del 28 M e interiorizar sus posibles consecuencias. El presidente cree que lo que está en juego es la orientación futura de la democracia española y de la europea. Ante esta tesitura poco importa el calor estival y la incomodidad de ajustar la agenda. Lo que se dirime en nuestro país el 23 J es algo más profundo que la pelea entre dos partidos alfa; es comprobar si el electorado está dispuesto, o no, a construir un espigón capaz de contener la marea reaccionaria que acecha a Europa. No crean que exagero; si hoy se celebraran elecciones federales en Alemania la segunda fuerza política, según las encuestas, sería Alternativa por Alemania (AfD). Ni que decir tiene que Giorgia Meloni, Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki siguen el tema expectantes, hostigando el Estado de derecho, suspirando por una España azul que desequilibre la balanza europea. Se oye tanto ruido y tantas banalidades alrededor del 23 J que viene como anillo al dedo el viejo refrán castellano que reza: “En julio es gran tabarra el canto de la cigarra”. De cigarras metidas a comentarista político las hay de muchos tipos. Unas proceden del ámbito más casposo del famoseo y la televisión. Como paradigma del asunto tenemos el caso del cantante Pitingo. Desde el corazón de Miami esta cigarra de la derechona nos da la lata via tuit. Afirma que vendrá desde Punta Cana para votar y ‘abolir el sanchismo’. Mientras tanto Feijóo plantea a los ciudadanos la falsa disyuntiva ‘España o Sánchez’. Los comicios del mes próximo también han activado a las cigarras de Junts y de ERC. Marta Rovira y Jordi Turull se citan en Ginebra para aprender cómo se cocina una fondue independentista pero discrepan en el maridaje. Para el independentismo un gobierno PP-VOX sería agua de mayo, motivo de una nueva bullanga como la del 2017. Mientras tanto, el cri -cri de Alejandro Fernández nos dice que ‘debemos estar preparados para otro conflicto independentista’. Observen el detalle, todas las cigarras políticas de julio tocan a rebato.Todas tiene su lobo particular y a todas les va de perlas un enemigo a batir. Se disponen pues a vestir el discurso y a convocar a los fieles para librar la gran batalla. Un fantasma recorre Europa y no es precisamente el que citaba el abuelo Carlos; tampoco el de los primeros versos que escribió Rafael Alberti, allá por el año 1933, antes de que eclosionará el huevo de la serpiente. Ese fantasma no es de aquí ni de allá , mora en todas partes. Existe. A veces se manifiesta con discreción y cuidado para no alarmar al personal, otras veces muestra sus fauces sin complejos. Incluso aflora en Ripoll, bressol de Catalunya, enfundado en una bandera estelada. Insisto, el 23 J no es solo un combate entre dos opciones partidarias, es algo más profundo que puede determinar nuestro futuro como sociedad. Al igual que en la fábula de Esopo, las cigarras seguirán con su cri-cri y ya veremos que ocurre este invierno.

UN CARRILERO PARA EL PSC

 



Permítanme que eche mano de la terminología futbolera. Las palabras y los conceptos que se usan en relación con el deporte rey suelen poseer una enorme capacidad didáctica. Casi todo el mundo entiende lo que es un autogol, un cerrojazo o quedar fuera de juego. Así, cuando les diga que el PSC necesita fichar a un buen carrilero será más fácil entendernos. Salvador Illa capitanea un buen equipo que articula un juego político que agrada a muchos ciudadanos por su sobriedad y limpieza. Jaume Collboni lleva a término una campaña ejemplar en el tono y en las propuestas. Nada que objetar al respecto. Es a partir del respeto, el diálogo constructivo y la mano tendida, que va a ser posible recuperar lo mejor de la política española y catalana. Pero esta confianza roussoniana en la bondad del prójimo no obliga a poner siempre la otra mejilla dado que, los adversarios, si son crueles y marrulleros, pueden noquearte en un plis plas. Las campañas electorales despiertan en los acomplejados que temen perder su estatus los más bajos instintos. Se vocean barbaridades, se ofende gratis y se insinúan perversiones y maldades indemostrables. Repasen ustedes una de las últimas sesiones del Senado y comprobarán lo que es capaz de verbalizar un energúmeno trajeado. Terrible y obsceno el comportamiento de algunos electos sin escrúpulos. Dicen que en Cataluña la campaña va de otro palo y es cierto, aunque también abunda (perdonen) la mala leche y el rencor. Aquí ERC y Junts pelean por el copyright del independentismo; el junquerismo beato intenta laminar el poder metropolitano de los socialistas y las derechas procuran revitalizarse matando a VOX. Legítimo todo. No obstante no deja de ser lamentable que, en este contexto supuestamente diferenciado, Pere Aragonès use demagógicamente los percances de Rodalies, Ernest Maragall destile resentimiento anti socialista y Gabriel Rufían, desbocado, acose en el Congreso a la ministra Raquel Sánchez blandiendo la foto de un tren incendiado. Ante esta situación rebosante de mezquindad -que se va a repetir hasta la saciedad los próximos meses- lo lógico hubiera sido una salida en tromba de toda la artillería socialista para contrarestar las andanadas republicanas. No ha sido así. Muchos ciudadanos piensan que hay un exceso de estoicismo y ‘jogo bonito’ en el equipo del PSC. Se echa en falta un carrilero defensivo capaz de marcar territorio y cometer, si es preciso y sin violencia, una falta técnica en caso de peligro de gol. Insisto, el socialismo catalán necesita un buen carrilero y ese no ha de ser, ni puede ser Salvador Illa, porque está llamado a mayores designios. En la plantilla se echa en falta la existencia de un jugador defensivo, habilidoso y con gran capacidad física (política). Una persona capaz de correr la banda, atacar, centrar, cortar balones del adversario en el medio campo y regresar a la defensa cuando sea necesario. En política quien calla otorga, quien no replica se desdibuja y pierde. Quien no impone su ritmo de juego baila con el de los otros. La función del carrilero político tiene un algo de airbag, de cojín de aire, de dispositivo de seguridad contra los zafios que buscan chocar de frente. El carrilero que precisa el socialismo catalán no es un broncas provocador sino un político que neutralice hostilidades y las vea venir. Los equipos consiguen la excelencia cuando el reparto de tareas de sus integrantes funciona como un engranaje bien engrasado. En liderazgo de Salvador Illa está fuera de toda duda y su objetivo estratégico también. El dirigente socialista catalán cumple bien con su rol, tiene discurso y perfil propio, imagen y recorrido; cierto, pero tras las elecciones municipales vienen otros retos y no estaría de más fichar, o fabricar, un buen par de carrileros/eras. Hay partido para rato y a los socialistas les conviene muscular el banquillo y afinar la puntería.

10.5.23

MALAS ARTES SIN SANGRE...PERO MALAS ARTES

 




  UN 9 DE MAYO 


 No teman, no les voy a hablar a ustedes del fin de la Segunda Guerra mundial ni de los fastos que se celebran hoy en Moscú. Tampoco del aniversario del nacimiento de José Ortega y Gasset. Mi 9 de mayo es el del 1976, el de los asesinatos perpetrados en las laderas de la montaña de Montejurra, Navarra. Durante la celebración de un acto en memoria de los requetés muertos en la Guerra Civil, partidarios de Sixto de Borbón Parma segaron la vida de dos militantes del Partido Carlista. Han pasado cuarenta y siete años de aquellos trágicos sucesos sin que se hayan disipado totalmente las dudas sobre lo sucedido. Aun hay quien sostiene que aquello fue un ajuste de cuentas entre dos ramas del carlismo, sin embargo todo apunta a que lo acontecido fue la resultante de una trama cocinada en los fogones del estado. Liquidar la corriente democrática de los partidarios de Carlos Hugo devino el objetivo de una operación denominada ‘Reconquista’ de la que tenía conocimiento el ministro Manuel Fraga. Estas cosas, por desgracia, pasaban. Algunos columnistas juegan últimamente a poner en duda las virtudes de la Transición Española, acusan a sus actores principales -líderes y partidos- de falta de contundencia democrática. Les cuesta comprender que durante el periodo comprendido entre diciembre de 1975 y 1982, la violencia fue un factor estresante y determinante del proceso de cambio político. La matanza de Atocha fue un ejemplo terrible de cómo se llegó a usar la violencia política para intimidar. Los sectores más reaccionarios del régimen intentaron impedir con métodos diversos -bulos, conspiraciones y 23F- la consolidación de la democracia. Han pasado casi cincuenta años de los sucesos de Montejurra. Afortunadamente hoy la violencia en España, como método coactivo, no va más allá de una desatada agresividad verbal, cuatro escraches con pitos y un par de caceroladas. Pero no nos engañemos, hay en activo otros métodos y artimañas destructivas que introducen ponzoña en nuestra sociedad. Se prodigan malas prácticas políticas e informativas para liquidar al adversario. La degradación de la vida institucional ha llegado a límites insoportables y la ciudadanía lo percibe tanto en la forma como en el fondo. Aumenta la polarización; el Parlament de Catalunya es una caricatura de lo que intentó ser; el Congreso de los Diputados pierde glamour, sobre todo cuando sus señorías vocean arengando a sus respectivos púgiles. Episodios pintorescos y kafkianos, como la moción de censura de Ramón Tamames, las excusas de Laura Borràs o las batallas del protocolo madrileño contribuyen a enrarecer la atmósfera. En esta España del siglo XXI vivimos sin pronunciamientos militares arcaicos y sin pistoleros a sueldo; cierto, pero desde los cenáculos de la reacción se lanzan mil dardos envenenados; se intentan obstaculizar reformas legislativas y derechos sociales adquiridos. Y lo más triste del tema es que esto ocurre en una coyuntura económica y una proyección internacional de España que invita al optimismo. Un artículo de Luis Arroyo (‘Anatomia del antisanchismo’, El País) nos contaba hace pocos días las características de lo que, en ciencia política, se ha dado en llamar ‘personalización negativa’. Una táctica de acoso y derribo destinada a destruir la imagen y la credibilidad de los líderes políticos. Un método que suele contar en nuestro país con la ayuda interesada de influyentes poderes económicos y mediáticos. En ella se dan cita el ataque personal, las injurias y la incitación al odio. Mentiras y falsas noticias difundidas sin descanso en las redes sociales, gota a gota, actúan como complemento de esa ‘personalización negativa’. La estratagema no es novedosa, su objetivo es liquidar políticamente al adversario sin sangre. La padecieron con anterioridad presidentes de gobierno como Felipe González, Rodríguez Zapatero, Manuel Azaña y Largo Caballero. La reacción y sus voceros no toleran que otros gestionen el poder, e interviene sin demasiados miramientos. Conviene refrescar la memoria de lo que pasó para comprender mejor el presente. Los sucesos de Montejurra del 9 de mayo de 1976, como es obvio, no impidieron que la Transición española cuajara; en efecto, pero aquella emboscada en la cima del monte consiguió uno de sus objetivos: provocar el principio del fin de un Partido Carlista que, entonces sí, apostaba claramente por la democracia, la libertad y el socialismo autogestionario.

¿QUIEN MANDA AL OTRO LADO?

 

SOBRE DIARQUÍAS Y TUTELAS 

 Las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo van a generar muchas noticias y titulares en los medios de comunicación de nuestro país. Se van a generar, obviamente, para narrar qué partidos crecen, cuales decrecen y quien desaparece del mapa institucional; pero también para especular sobre cómo van a influir las victorias y las derrotas en las elecciones generales previstas para finales de año. Ya saben ustedes que el principio de los vasos comunicantes suele funcionar en el ámbito político. Todo está a punto para el 28 M. Candidatos, líderes y partidos han colocado sus cartas sobre la mesa y engrasado la maquinaria electoral. Comentarios, promesas y golpes de efecto no van a faltar. Hay tantos puntos calientes en el aire -Valencia, Sevilla, Madrid, Aragón... - como lecturas interesadas habrá a posteriori. Pero es en la ciudad de Barcelona el lugar donde se libran varias batallas singulares en una sola. El resultado de esas batallas va más allá del devenir personal de Xavier Trias, Ada Colau o Jaume Collboni. A nadie se le escapa que lo que ocurra en la ciudad condal, tras las elecciones municipales, marcará los análisis y discursos de todos los partidos aquí y en Madrid. Están las cosas tan ajustadas que la naturaleza del gobierno de la ciudad va a depender tanto de correlacion de fuerzas que surja de las urnas, como de los acuerdos postelectorales. Además, no olvidemos que ERC y Junts pugnan por la hegemonía en el espacio independentista, mientras los Comunes intentan librarse de los daños colaterales del asunto Sumar. Es probable que a medio plazo el PSC de Salvador Illa, para garantizar la normalidad institucional, se vea obligado a pactar y a negociar. Nada que objetar al respecto. Me atrevería en esas circunstancias tan solo a insinuar una advertencia fruto de la experiencia: los ayuntamientos y diputaciones constituidos a partir del diálogo pueden ser un instrumento de gestión eficaz al servicio de la ciudadanía. Pero para que ello sea posible, para que los acuerdos sean serios, conviene que los interlocutores de las partes estén dotados de autoridad y capacidad de acordar. Esta reflexion preventiva viene a cuento dado que, por ejemplo, en el caso de la diarquía de Junts cuesta averiguar quien es el interlocutor que manda en esa formación. No se sabe si es Jordi Turull o Laura Borràs el dirigente que toma las decisiones estratégicas; desconocemos si Carles Puigdemont tutela y cual es el papel de Xavier Trias. Lo que planteo no es cosa baladí. A las mesas de negociación han de acudir interlocutores solventes con poderes delegados y no mensajeros de terceros. De su buen hacer pueden depender temas como la configuración de la Diputación de Barcelona y el pacto en unas cuantas alcaldías. Algo parecido ocurre con y en ERC. Allí la diarquía ha sido siempre marca de la casa. La hubo entre Carod Rovira y Joan Puigcercós hasta la nausea. La actual está constituida por Oriol Junqueras y Pere Aragonès; entre un tipo temperamental y un president que es el arquetipo del quiero y no puedo. Aun recordamos los vetos de quita y pon que los republicanos aplicaron a los socialistas en el tema de los presupuestos de la Generalitat. Ese fenómeno no debe ni puede repetirse. Vienen tiempos difíciles en lo que respecta a la toma de decisiones tanto en el ámbito parlamentario como en el institucional. La necesidad de cerrar acuerdos va a estar a la orden del día y conviene ajustar los protocolos de relacion entre partidos. Evitaríamos equívocos exigiendo a las partes interlocutores fiables y el cumplimiento estricto de los compromisos adquiridos. Cuentan los historiadores que la autoridad dividida y ejercida simultáneamente entre dos personas funcionó en el Imperio Inca, Esparta, Cartago e incluso en Roma. Diarquía la hay en el Principado de Andorra gobernada por Coprincipes y en la República de San Marino regida por dos Capitanes Regentes. Perfecto, pero con la que está cayendo en este país necesitamos dialogar con nomenclaturas menos sofisticadas.

25.4.23

Joan Ferran: “Rahola tiene un modus vivendi montado”

18.4.23

TRIAS ES SUMISION A PUIGDEMONT Y CAOS

 

                               
                                                         ROPA VIEJA Y LIO                                                                 

                                           Permítanme que les diga ‘con el debido respeto’ -como si estuviéramos en un episodio de Los Soprano- que la candidatura que acompaña a Xavier Trias para competir por la alcaldía de Barcelona es ‘ropa vieja’. Una oferta política que, al igual que múltiples recetas de la cocina tradicional latinoamericana, española o sefardita, se basa en el aprovechamiento de recursos y sobras de guisos anteriores. Atrás queda la pretensión del candidato de Junts de aparecer como un político libre de tutelas puigdemontistas. Atrás queda también su supuesta transversalidad superadora de los avatares y despropósitos del 2017. Conozco bien a Xavier Trias y es probable que haya asumido en su fuero interno que la sociedad catalana ha cambiado, que las preocupaciones de los ciudadanos de hoy no són el viaje a Ítaca de Mas sino la cesta de la compra, la seguridad o el cambio climático. Quizás el candidato de Junts sea consciente de todo eso y muchas cosas más; no lo dudo, pero sigue atrapado en la tela de araña que se teje desde Waterloo. De poco sirve acudir al desván convergente para desempolvar a Joana Ortega. La presencia de la ex vicepresidenta de la Generalitat en la lista no solo no consigue moderar el contenido de la misma sino que evidencia sus debilidades. El otro miembro del PDeCAT en la lista es un elemento meramente testimonial. Todo el mundo sabe cual va a ser la resultante de colocar una paloma democratacristiana junto a un halcón, como Josep Rius, alimentado con resentimiento desde tierras de Brabante. Ropa vieja son también la ex consellera Neus Munté o el sempiterno y belicoso concejal Jordi Martí Galbis. Por no mencionar a Ramon Tremosa, reconocido fabricante de bulos y fake news que llevó sin rubor a las instituciones europeas el pisotón del futbolista Pepe a Messi, repartió informes falsos para perjudicar a otros diputados comunitarios y publicó en las redes sociales una portada falsa de la revista Time. Sin olvidar a Francina Vila, la concejal que, antes de aprobar en el ayuntamiento unas oposiciones bajo sospecha, calificó a un diputado de la CUP de ‘perroflauta’. Por mucho que Xavier Trias oculte el nombre de Junts en la papeleta de su candidatura, o cambie el diseño gráfico de su campaña, la ‘ropa vieja’ que cocina sigue siendo rancho cuartelero made in Waterloo. El aditivo Ortega deviene insípido, inodoro e incoloro: agua. Por cierto, lista la de Trias que fue aprobada por su partido con casi un 25% de votos en contra. A lo largo de los últimos meses hemos observado en algunos sectores de Junts el deseo explícito de volver a recuperar la política útil que aplicaba la vieja Convergencia y Unió. Entre otras muchas iniciativas y eventos se han prodigado los intentos de  rehabilitación de la figura de Jordi Pujol, al mismo tiempo que se han insinuado posibles pactos post electorales sin vetos patrióticos. Ya saben, las maldiciones de momento solo afectan a VOX. Hay que reconocer que Trias, tras la bravuconada de considerar que las elecciones se dirimen entre él y Ada Colau, lanzó mensajes conciliadores y apuntó un cambio de actitudes. Pero todo ese discurso se difumina y se va al garete cuando su guiso de ropa vieja desprende efluvios procedentes de Waterloo, cuando Jordi Turull es incapaz de jubilar a Laura Borràs y los talibanes pululan en envalentonados por su candidatura. Desgraciadamente para Barcelona y Cataluña Xavier Trias y Junts, con y sin disfraz, son sinónimo de inestabilidad política. Lo serán hasta que no sienten la cabeza. Los que peinamos canas recordamos una pegatina que apareció en la campaña electoral de las elecciones municipales de mayo de 1983 en la ciudad de Barcelona, que decía: “Si tries Trias traga Fraga” (el candidato de CiU era Trias Fargas). En la actualidad la cosa iría de: 
“Si tries Trias tries enrenou”.

9.4.23

                                                        PROPAGANDA POR EL HECHO

 

El mando no suele arriesgarse gratuitamente, antes prueba. En plena carrera espacial los soviéticos, previo al envío de un ser humano al espacio exterior, introdujeron a la perrita Laika en el Sputnik 2. El pobre animal murió en acto de servicio tras poner en evidencia los problemas técnicos del ingenio espacial. Descanse en paz la perrita. Los mandamases políticos, con y sin fuste, son temerosos, no arriesgan. Ya en tiempos de la antigua Roma era habitual que los praegustator, esclavos catadores de alimentos, ingirieran las viandas antes que sus amos. Eficaz medida preventiva anti envenenamientos que, sin embargo, no le sirvió de nada al emperador Claudio.  

En la política actual el rol de conejillo de indias, de eunuco catador, sigue vigente. Sin ir más lejos, también en Cataluña. Algunos dirigentes de Junts, sobre todo los que pululan por tierras de Brabante, se toman la política catalana como si fuera un western. Para ellos la cosa va de conflicto entre buenos y malos, patriotas y autonomistas. El teatralizado/televisado paseo por Ciutat Vella de la señora Clara Ponsatí, del brazo del inefable picapleitos Gonzalo Boye, olía a catalán western, a exploración del terreno a lo Daniel Boone. La semana pasada un inquieto Carles Puigdemont lanzó a los leones a la señora Ponsatí -la abuelita Paz del Procés, la que menta los muertos- para tantear qué pasaba con los jueces, con el Parlamento Europeo y cuál era la reacción popular ante la performance. Se trataba de explorar reacciones como paso previo para luego obrar. No en vano la obsesión de los prófugos de Waterloo es cómo y cuando regresar a Cataluña antes de que crezca el olvido. No quieren pagar peaje.

Hace pocos días Jaume Collboni definió a Junts como un partido anti sistema y a su candidato a la alcaldía por Barcelona, Xavier Trias, como a un servidor de causas periclitadas. Creo que acertó en el análisis. Los políticos de Junts actúan y se mueven como activistas antisistema pero, a diferencia de la CUP, son profundamente conservadores. Algunos incluso no ocultan sus tics trumpistas. Alguien los catalogó, con ingenio y acierto, como anarcos de derechas. Observen sinó los movimientos, el léxico, los discursos y el modus operandi de los correligionarios de Puigdemont y Laura Borràs. Echen una ojeada a las hemerotecas y comprobarán que practican ‘la propaganda por el hecho’. Sí, aquella forma de intervención  política, teorizada por el anarquista ruso Kropotkin, basada en la creencia de que el impacto de una acción osada es el instrumento más eficaz para conseguir agitar y despertar las energías de los pueblos oprimidos. El príncipe Piotr Kropotkin afirmaba: ”un acto puede en pocos días hacer más propaganda que mil panfletos”. Los de Waterloo creen en el ruso, son grandes aficionados a la sobre actuación patriótica y la practican. Clasificar a Junts como una peña de anarcos de derechas suena a oxímoron, pero lo cierto es que transitan por la política como activistas antisistema de derechas.

Los intentos de Xavier Trias por recuperar a los sectores más moderados del viejo pujolismo se van al traste con desembarcos como el protagonizado por la ex consellera de Educación de la Generalitat. El alcaldable de Junts ha de contemplar con resignación, como desde su propio partido se torpedea su giro hacia la moderación. Cuando Clara Ponsatí, en rueda de prensa, reedita el mantra de la lucha contra la ‘represión del estado’, cuando califica a Cataluña como un país ocupado o critica a las instituciones europeas Trias enmudece. Cuando el sector anarco de derechas de Junts coloca al Govern de Pere Aragonès en el ojo del huracán la campaña de las municipales se complica. Prepárense, los fieles a Carles Puigdemont, los anarcos de derecha, van a seguir empleando la táctica de la propaganda por el hecho. Sorpresas y estridencias no nos van a faltar. Conejillos de indias y praegustators tampoco. Por cierto, Laika en  español es ‘ladradora’. ¿Lo pillan?

2.4.23

ESPAÑA CAMISA LIMPIA...

 

ME CUESTA NADA

España es el país de la peineta vergonzosa y la moción de censura deshidratada. Se asienta en una península maravillosa -y en un par de archipiélagos- donde las izquierdas riñen sin cesar, las derechas hacen negocios y algunos magnates del mundillo audiovisual ensucian la política. Es una plurinación de honda tradición católica con la Semana Santa menos santa de todas las semanas santas. Es un pedacito de la vieja Europa en el que abundan héroes y villanos, líderes de la oposición mete patas empedernidos, presidentas viperinas vestidas de chulapas y jueces enojados. A este país no le falta de nada. En su periferia habitan patrioteros calimeros, damas de anchas enaguas aficionadas a los ‘trapis’ y buscones de tres al cuarto. Por la cloacas del estado circulan siluros con boina y fonoteca a disposición del mejor postor. Allende sus fronteras reside una tribu de irredentos independentistas fatigados de tanto devorar chocolate belga, eméritos camuflados entre ardientes dunas y princesas en modo Erasmus. Aquí el cincel y la maza intentan darle caña al Yunque, los árbitros del deporte rey cobran arbitrios, y afloran los abusos sexuales cometidos en un pasado no muy lejano. Pocos hombres de negro y púrpura piden, arrepentidos, perdón por sus perversiones. Aprendemos de niños las cuatro reglas de la aritmética pero practicamos con mayor asiduidad las de restar y dividir. Sumar y multiplicar -quizás por aquello de la memoria histórica- no se nos dan demasiado bien. El género de ida y vuelta provoca una batalla entre feministas mientras las manadas vuelven a pastar libremente por las dehesas. En nuestra madrileña Carrera de San Jerónimo escasean los políticos reflexivos, abundan los portadores de un ego desatado y no faltan chamarileros rufianes (algunos de estos se creen ocurrentes y graciosos) buscando un golpe de efecto. El Senado ha devenido, con el paso del tiempo, la apoteosis barroca de un ritornelo sin sopranos y tenores de prestigio. En la plaza de Colón se citan banderas al viento en busca del imperio perdido. Y así vamos tirando, ocultando vergüenzas propias y ajenas, relativizando puerilidades políticas y recitando el mantra ‘y tú más’. Blas de Otero -poeta intimista de la poesía social, de la resistencia- dice en sus versos ’España camisa limpia de mi esperanza y palabra viva’ y Victor Manuel, en su archiconocida canción, sustituye limpieza por blancura. Poco importa ahora eso cuando en este país urge zurcir la camisa pristina e izar una bandera blanca. Conviene recuperar ese himno de la Transición y tararearlo de nuevo contra la mirada pesimista -pero real- que se pueda desprender de lo apuntado unas líneas más arriba. Un país que ha sido capaz de vencer como nadie la pandemia, que se recupera económicamente a una velocidad de crucero superior a la de sus vecinos y que articula mecanismos de protección social sin precedentes, no puede permitirse el lujo de dar un espectáculo tan bananero como el de los últimos meses. Lo de Ramón Tamames, con benevolencia extrema, puede ser considerado una anécdota puntual de pésimo gusto estético y político. Cierto, pero la persistencia de un clima marrullero, descortés y cainita, tanto en los foros políticos como en los mediáticos, nos devalua como sociedad. El ciudadano, en el mejor de los casos, se desentiende de la cosa pública; en el peor, abraza un radicalismo nihilista derrotista y nada constructivo. Quizás por todo ello, un poco harto de tanto despropósito, uno tiene la necesidad de refugiarse en los versos de Victor Manuel y Blas de Otero. Sobre todo en aquellos que nos hablan de España para decirle: ‘Aquí me tienes, nadie me manda. Quererte tanto me cuesta nada’.

31.3.23

Joan Ferran llama a "rebelarse" contra el proceso

23.3.23

BARCELONA MÉS QUE MAI

 

BARCELONA EN CLAVE MANRIQUEÑA 




 No sería ningún despropósito aseverar que a Santiago Abascal le va la moda retro. A fin de cuentas ha sacado del baul de los recuerdos a Ramón Tamames para darle voz, tribuna y lustre.Tampoco es pecado mortal afirmar que la vicepresidenta, Yolanda Díaz, no le hace asquitos al estilo vintage, al diseño gallego de Inditex y a las camisas blancas vaporosas. En política los ritornelos son habituales, consentidos y muchas veces deseados. Para muestra basta un botón. A los candidatos a la alcaldía de Barcelona les agradan las elegías de Jorge Manrique. Parecen haberse confabulado para recitar al unísono el verso ‘como a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor’. El candidato del Partido Popular, Daniel Sirera, no tiene inconveniente en reivindicar la Barcelona de Pasqual Maragall, la cosmopolita y dinámica ciudad de 1992. Lo hace con un tono discursivo que se me antoja homologable al empleado por el centro derecha europeo mas moderado. Dice aspirar a lograr una polis abierta y tolerante capaz de atraer inversiones y talento. El candidato popular ha transitado por la misma senda que unos años antes pisó Ada Colau. En más de una ocasión la alcaldesa actual se ha presentado como la más genuina continuadora del espíritu olímpico maragalliano. Esto es así desde la clausura de la segunda conferencia anual sobre el legado de Pasqual Maragall, celebrada en la fundación RBA. Allí fue donde Ada Colau afirmó sin tapujos que “a Pasqual se le recordará como el mejor alcalde que ha tenido Barcelona”. Las elecciones municipales de mayo están a la vuelta de la esquina y todos medran. Algunos candidatos juegan a situar a Pasqual Maragall como referente político sin pagar un peaje por afinidad ideológica o política. Colau obvia, por ejemplo, que el ex alcalde en lugar de romper relaciones con Tel Aviv, seguramente hubiera optado por convocar una reunión de las autoridades de esa ciudad con las de Gaza buscando el entendimiento. Ambas urbes estaban hermanadas con Barcelona. La alcaldesa obvia también que Pasqual Maragall nunca hubiera consentido marranear el trazado del Pla Cerdà. Y así cien cosas más. Se da la paradoja de que algunos de los que ahora lo reivindican, o alaban, desplegaron en su día campañas de desprestigio no exentas de difamaciones. Se da la circunstancia también de que ERC, ademas de presentarse como continuadora de un pasado que le es ajeno, echa mano de la saga familiar para vender un producto que en nada se asemeja al del primigenio y autentico Maragall. El nombre no hace la cosa y la consanguinidad no es garantía de nada. Por cierto, estoy convencido de que Pasqual nunca hubiera aceptado utilizar un exitoso eslogan institucional -Barcelona més que mai- para convertirlo en lema de una campaña partidaria. Además, a él jamás le hizo falta utilizar la firma y el soporte -sin permiso- de terceros para avalar sus propuestas políticas. El factor “cualquier tiempo pasado fue mejor” sobrevuela la política catalana. Unos, como Jaume Collboni y el PSC, se consideran los herederos naturales del legado maragallista. Lógico, no en vano Pasqual Maragall, cuando conquistó la alcaldía y la presidencia de la Generalitat, era la máxima autoridad de la nomenclatura socialista catalana. Otros, ajenos a la reivindicación de la obra del ex alcalde olímpico, andan inmersos en la tarea de recomponer el maltrecho jarrón chino convergente. Mientras unos leen ‘Camino’ otros repasan ‘Des dels turons a l’altre banda del riu’. Los acólitos de Xavier Trias, la vieja guardia pujolista y algunos restos de Unió también meditan en clave manriqueña. Piensan, como el poeta palentino, que “si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado”.