El blog d'en Joan Ferran

14.3.23

EL BRAZO FRIKI DEL PROCÉS





El día 30 de marzo, 19 h en el centro cultural Casa Elizalde presentación del libro
 'El brazo friki del procés'
 a cargo de Ramón de España, Albert Solé y Xavier Rius. 
 C/ Valencia 302 Barcelona. 
Estaís invitados
Duracion del acto una hora

SALVADORES

 


¿MAÑANA QUÉ HAREMOS? 





Permítanme, con el debido respeto y salvando distancias e idiosincrasias, que trace un paralelismo entre dos personajes que se llaman Salvador. Se cumplen cien años del vil asesinato en pleno corazón de Ciutat Vella de Salvador Seguí Rubinat, el ‘Noi del Sucre’. Cuentan los historiadores que pistoleros de los ‘sindicatos libres’, pagados por la patronal, con la ayuda y connivencia del gobernador Martines Anido, segaron la vida del dirigente cenetista y de su compañero Francesc Comas i Pagés, ‘Paronas’. Pocos meses después el general Miguel Primo de Rivera impondría la dictadura militar con el beneplácito y el soporte político de los inductores de los asesinatos. Seguí y Comas habían liderado con éxito la huelga de la Canadiense hasta conseguir la libertad de los presos, la readmisión de los despedidos, el aumento de los salarios y la anhelada jornada de ocho horas. Logros, todos ellos, duramente denostados por Francesc Cambó y sus correligionarios de la Lliga. Algunos estudiosos dicen del dirigente libertario que fue el hombre que hizo madurar al sindicalismo tanto en el ámbito organizativo como en el ideológico. Con anterioridad a su muerte, el 19 de marzo de 1919, tras la huelga de la Canadiense, tuvo lugar un gran mitin en la plaza de toros de las Arenas de Barcelona. Fue allí donde Salvador Seguí, el Noi del Sucre, ante más de veinte mil asistentes pronunció la frase "Lo tenemos todo ganado, somos los amos de la calle, pero mañana, ¿Mañana qué haremos?". Gran pregunta ésta en boca de un luchador sensato. Esta semana el Parlamento de Cataluña ha aprobado los presupuestos de la Generalitat. La votación afirmativa de los mismos ha tenido lugar tras un par de meses de intensas negociaciones protagonizadas sin desmayo por las diferentes fuerzas políticas catalanas. El silencio interesado de Oriol Junqueras ha contribuido al uso del sentido común y a minimizar la batalla de los vetos cruzados. A lo largo del debate presupuestario ha quedado patente que el PSC de Salvador Illa no estaba dispuesto a facilitar la tramitación de los números sin una negociación de manual, con resultados palpables y compromisos explicables ante la ciudadanía. Salvador Illa ha logrado colocar sobre el papel, los medios de comunicación y la opinión pública sus objetivos irrenunciables: el apoyo al proyecto de  ocio tarraconense del Hard Rock, el Cuarto Cinturón del Vallès y la modernización y ampliación del aeropuerto Josep Tarradellas. Eso sí, todo ello sazonado con garantías medioambientales para  atenuar las suspicacias de los ecologistas, y también con el beneplácito de muchos municipios y sectores económicos. El gobierno de ERC, falto de suficientes votos parlamentarios, no ha tenido más remedio que aceptar las condiciones planteadas por Illa. La negociación ha sido dura y ha estado a punto de zozobrar en varias ocasiones, argumentan los relativistas; cierto, pero Pere Aragonès no podía permitirse el lujo de acudir a las elecciones municipales sin las cuentas aprobadas. ERC ha constatado en la práctica que el discurso de mano tendida, y el perfil negociador de Salvador Illa, no están exentos de firmeza. Sí, la estabilidad política está, al menos momentáneamente, garantizada en Cataluña. Los republicanos gobernarán y el presidente de la Generalitat podrá viajar plácidamente hasta América Latina para saludar, como es obvio, a Xavier Vendrell, pero a la vuelta deberá lidiar con la agresividad manifiesta de Junts, el desprecio de la CUP y la críticas de la oposición más irredenta. Para un independentista en minoría gestionar la autonomía con rigor y sin soflamas secesionistas no ha de ser cosa facil. Llegados a este punto de mini pax catalana, la pregunta que lanzó al viento el ‘Noi del sucre’ en el mitin de Las Arenas cristaliza y cobra vigencia. Es el interrogante que el PSC, con alguna variante actualizadora, puede plantearse en breve: “Lo tenemos todo ganado, somos los amos de los votos parlamentarios, pero mañana, ¿Mañana qué haremos?” Gran pregunta con enjundia y de difícil respuesta.

TAMAMES

 




TAMAMES, FÓSIL O CRISÁLIDA 


 Pertenezco a una generación que leyó con avidez el libro de Ramón Tamames que llevaba por título ’Estructuras Económicas de España’. Un libro que, en plena dictadura franquista, fue un referente para todas aquellas personas interesadas en comprender los entresijos de la economía de nuestro país. Sus páginas tenían algo de proceso iniciático, de ventana abierta a una realidad que nos era sistemáticamente ocultada. Quizás por ello siempre sentí curiosidad por la trayectoria política e intelectual de aquel catedrático catalogado como ‘rojo’. Con la Transición no le perdí la pista. Observé como pasaba de la dirección del PCE a fundar la Federación Progresista, y de ahí a participar en la creación de Izquierda Unida. Luego recaló en el CDS que lideraba Adolfo Suarez. Mi interés por la trayectoria intelectual de Tamames se mantuvo hasta que, hace aproximadamente una década, leí ‘Más que unas memorias’. Una crónica personal autobiográfica de la que extraje un par de conclusiones: Ramón Tamames atesora vivencias, conocimientos, cultura e infinita sabiduría pero le puede el ego. Santiago Abascal ha convencido al casi nonagenario Tamames para que acuda al Congreso de los diputados y le cante a Pedro Sánchez las verdades del barquero. Este ha aceptado, a pesar de los mohínes de un Núñez Feijóo que se desespera viendo como Vox le roba el protagonismo y la agenda opositora. Al ex comunista, protagonista de la moción de censura, le han llovido críticas por su adaptabilidad a los deseos de la extrema derecha hispana. Enojado ha reaccionado alegando: ‘no soy un fósil que permanece del nacimiento a la muerte pensando lo mismo’. Y es cierto, con el paso del tiempo los humanos evolucionamos física y mentalmente, pero no está de más hacerlo con elegancia, coherencia y un punto de dignidad. Sospecho que hay un momento en la vida de determinadas personas en el que han de optar entre ser un fósil admirado o convertirse en una crisálida capaz de alumbrar pensamientos distintos a los primigenios. De determinados procesos metamórficos -pregunten a Gregorio Sansa- puede salir cualquier cosa. El caso de Ramón Tamames, su trasiego intelectual y político, no es una rara avis. En la política catalana y española se han prodigado, y se prodigan aún, inexplicables cambios de chaqueta. Con benevolencia podemos llegar a pensar que algunos son fruto de una madurada evolución ideológica, pero otros no tanto. Las conversiones exprés son difíciles de justificar y explicar. Ejemplos de transhumancia partidaria los tenemos en personajes como Ferran Mascarell, Toni Comin, Celestino Corbacho, Jorge Verstrynge, Toni Cantó o Rosa Díez... Acomodados a las circunstancias, con etiqueta de independiente como patente de corso, los hayamos incluso en el actual Govern de Cataluña con Joaquim Nadal o Gemma Ubasart. Independentistas de ida y vuelta, como cuenta María Jesús Cañizares, los hay como Jordi Pujol o Andreu Mas-Colell. Siempre he pensado que tres son las causas de tanto ‘nomadismo’ intelectual, partidario o político. Una de ellas puede ser el mantenimiento de un estatus económico-laboral bien remunerado. Poderoso caballero es don dinero. Otra, eso que hemos llamado la erótica del poder, el afán de protagonismo, el narcisismo o el ego desatado. La tercera, quizás la causa más enfermiza, el resentimiento hacia los viejos camaradas, la envidia o la frustración de lo que pudo ser y no fue. No me cabe la menor duda. Desde la tribuna del Congreso de los diputados Ramón Tamames es capaz de dar una conferencia magistral acerca de los males que aquejan a España y a la civilización occidental en su conjunto. Lecturas, experiencia y sabiduría no le faltan al ponente, pero su talón de Aquiles es la escudería que le arropa. Vox hace caso omiso a las encuestas que le dicen que un 56% de los ciudadanos, frente a un 16%, consideran improcedente la moción de censura que va a protagonizar su elegido. El PP no se apunta a lo que ha calificado de ‘show parlamentario’ mientras el PSOE vela armas convencido de que la jugada de Santiago Abascal a quien perjudica es a Núñez Feijóo (cuestión de vasos comunicantes en el ámbito de las derechas). Y así van pasando los días ante la mirada atónita de miles de ciudadanos, cada vez más descreídos y escépticos, al comprobar que quien fue rojo es capaz de resucitar pardi-negro, y el que fue ‘indepe’ deviene autonomista en un plis plas. Milagros de la metamorfosis y la paleontología.

27.2.23








LOS FRIKIS DEL PROCÉS 

Un libro irónico y divertido que retrata palabras y acciones de los personajes más esperpenticos del mundillo independentista. Ya está a la venta. Puedes pedirlo via internet. También a edicioneshildy@gmail.com

24.2.23

LOS MISTERIOS DE MACARENA OLONA


 

El periodista-mensajero siempre corre peligro de ser escarnecido. Estos últimos días se han prodigado los ataques contra Jordi Évole acusándolo de dar voz al fascismo. Su entrevista a la que fuera secretaria general del Grupo Parlamentario de Vox en el Congreso, Macarena Olona, ha levantado tantas críticas como expectación. A los quejosos -de derecha y de izquierdas- les trae sin cuidado que las confesiones de la entrevistada sean relevantes, que aflore el malestar latente en el seno del partido e insinue poderes ocultos. A mi, al igual que a muchos ciudadanos, el tema me atrae. El ex presidente del Senado, Manuel Cruz, no se cansa de repetir que en este país hay más gente dispuesta a proclamar lo que rechaza que en mostrar lo que propone.

¿Voz al fascismo? No me gustan los debates nominalistas rebozados de apriorismos y pasión. Quizás por deformación académica me niego a etiquetar a Vox como un partido fascista. No vean en ello benevolencia ni justificación alguna. Todo lo contrario. Tan solo expreso el deseo de recuperar el nombre especifico de las cosas. Santiago Abascal no es un Ramiro Ledesma Ramos ni un Onésimo Redondo,  es tan solo un político ultra reaccionario y conservador. Vox no es el típico colectivo de nostálgicos que desfila con camisas negras, pardas o azules y banderas rojigualdas estampadas con una ave rapaz. Nada de eso. Vox es la versión carpetovetónica de los Donald Trump y Bolsonaro. Lo de Vox es una amalgama de pensamiento anti-feminista sazonado con negacionismo histórico y laissez faire climático. Es también una puesta al día del integrismo reaccionario del viejo carlismo, de la verborrea parlamentaria del Partido Nacionalista Español de José Albiñana y de los escritos de Vázquez de Mella. Eso sí, con guiños y referencias constantes a personajes de la extrema derecha global como Aleksandr Dugin, -amigo de Putin- y envidia manifiesta a Marine Le Pen y Giorgia Meloni. Es también un regreso al Gabriele D’Annunzio que creó para sí, y para los suyos, una burbuja irreal y un discurso que la lógica política se encargó de doblegar. Por cierto, el mismo D’Annunzio que Jordi Pujol cita en sus primeros escritos recién reeditados. Guste o no, Vox está ahí, en las instituciones, con un nutrido grupo de concejales y diputados cogobernando en Castilla León. Y todos sabemos que su ascenso no obedece a unas elaboradas y atractivas propuestas programáticas, si no a la explotación –sin duda demagógica- de las asignaturas pendientes que los gobiernos de turno no han logrado aprobar. A saber: la inseguridad ciudadana, la inmigración, el conflicto territorial y las políticas de género. Ahí está el combustible que ha llevado a los reaccionarios a las instituciones y no la exaltación del fascismo.

Se lo dijo en cierta ocasion Giulio Andreotti a Alfonso Guerra: ‘Es verdad que el gobierno desgasta al que lo ejerce pero mucho más desgasta la oposicion’. Y en Vox se aprecia ya la fatiga de los materiales. En este sentido el caso de Macarena Olona deviene paradigmático. Los pésimos resultados obtenidos en las elecciones andaluzas actuaron como detonante. Su salida de la dirección dejó al descubierto la falta de unidad del partido y el descontento de las bases. Las ruedas de prensa de la alicantina denunciando la ausencia de democracia interna, el amago de creación de un nuevo partido, la retirada de Ortega Smith y el caos alrededor de Ramon Tamames han desestabilizado a Vox. Las insinuaciones de Macarena Olona en el programa de Jordi Évole de la Sexta proyectan sobre el partido que capitanea Santiago Abascal numerosos interrogantes. Macarena Olona lanza preguntas interesantes sobre la naturaleza de Vox tales como: ¿Quién manda desde la nube? ¿Es Vox, por ventura, un partido oscuro? Tiempo al tiempo para obtener respuestas. Los cordones sanitarios de los radicales, autodenominados antifascistas, suelen fallar. El abecé de la política recomienda escuchar y estudiar al adversario para, posteriormente, opinar y actuar con conocimiento de causa. 

7.2.23

TRIAS & COLAU.....O LA RETROALIMENTACIÓN

 





NO HAY DOS SIN TRES, O CUATRO 


 Los últimos sondeos demoscópicos nos sugieren que, en estimación de voto, en Barcelona hay cuatro candidaturas con opciones a conquistar la alcaldía. Tras la aprobación de los presupuestos, y la languidez del procesismo, a nadie se le escapa la importancia política de lo que ocurra en la capital de Cataluña. Consciente del empate que reflejan las encuestas, Ada Colau, compinchada con Xavier Trias, publicitó un desayuno con un mensaje malévolo, preñado de pensamiento binario. Ustedes lo podrán comprobar cotejando las declaraciones de ambos. Los dos aspirantes andan empeñados en reducir la batalla electoral a tan solo dos ecuaciones posibles, las suyas, negando la complejidad del asunto y orillando otras opciones en liza. Este modo de proceder es la resultante de estructurar razonamientos a partir de conceptos precarios, simples y esquemáticos. El maniqueismo vuelve al debate político de la mano de los Comuns y de Junts. Nos insinúan que el futuro de la ciudad es solo cosa de dos modelos irremisiblemente condenados a luchar el uno contra el otro. Los demás ni existen ni se les espera. No le faltan a la actual alcaldesa apologetas y escribas para airear su tesis. Pienso por ejemplo en Paola Lo Cascio, la politóloga que en artículos de prensa reduce lo que se cuece en estas elecciones a dos propuestas antagónicas de ciudad. Para ella Jaume Collboni y el sempiterno Ernest Maragall solo pueden ‘aspirar a modificar, orientar o complementar uno de los modelos’. Me resisto a aceptar esta polarización simplista aunque me la vistan de programa o de supuesto proyecto de ciudad. Mas allá de los discursos y la publicidad institucional, el ciudadano ya ha interiorizado quien es quien. Sabe cuales son los males que aquejan a la metrópoli y qué recetas han aplicado sus gobernantes. También saben quien ha actuado desde el consistorio -o la Diputación- como bálsamo, cuando el postureo o el ideologismo se ha salido de madre, y quien no. Movilidad, vivienda, sostenibilidad y servicios públicos han sido a lo largo de todo el mandato motivo de controversia. Limpieza, fiscalidad, seguridad ciudadana, okupaciones y relaciones institucionales o con el tejido empresarial, fuente de discordia entre los socios. Cuando alguien en plena campaña electoral, o en artículos de prensa, nos sugiera el combate a muerte entre dos mundos antagónicos habrá que sacar a escena al viejo Aristóteles. El filósofo de Estagira solía explicar que la virtud se halla en el justo medio, entre los extremos. Para él, quizás también para miles de nuestros conciudadanos, lo idóneo era y es buscar el equilibrio. Considero que, en estos tiempos de zozobra, el personal es lo suficientemente inteligente para no caer en el interesado y excluyente maniqueismo político que promueven Trias & Colau. El punto medio entre dos extremos no puede ser un complemento ni un retoque cosmético sino una mixtura entre prudencia y racionalidad. No se trata de maquillar los excesos sino de poner en valor el equilibrio y la experiencia de gestión. Tanto Jaume Collboni como Ernest Maragall representan opciones políticas solidas dispuestas a demostrar que no hay dos sin tres, incluso sin cuatro. Y, en el caso del candidato socialista, se da además una circunstancia añadida: es el personaje mejor posicionado y versátil a la hora de relacionarse o establecer pactos con otros partidos. A mi modesto entender, nuestras ciudades y pueblos necesitan aparcar tanto los esquemas ideologistas de algunos, como las supeditaciones a intereses de terceros de otros. El municipalismo precisa de una buena dosis de sincretismo político, prudencia y sentido común. Tras una década de Procés paralizante conviene devolver protagonismo a pueblos y ciudades, y hacerlo sin planteamientos maniqueos o polarizantes. Lo dicho: ‘No hay dos sin tres...’.

¿CAERAN LOS BLOQUES?

 

MARTILLOS NEUMÁTICOS 



 Hace pocos días, en el marco de un seminario sobre el papel geopolítico de Europa, Javier Solana, ex ‘Mr PESC’, mostró su preocupación por la polarización política y social que se observa en algunos países del mundo occidental. Aludió en concreto a los EE UU de América donde, según su criterio, la ciudadanía se halla dividida social y políticamente en dos bloques antagónicos en continuo conflicto y cada vez más encerrados en sí mismos. En el debate subsiguiente, y al hilo de lo expuesto, Salvador Illa reflexionó acerca de la polarización política y social que también se ha podido observar en Cataluña. El dirigente socialista habló de la necesidad de superar esa situación y pasar de pantalla mediante el diálogo. Hay quien piensa que en España, con la entrada en la escena parlamentaria de partidos políticos situados en los extremos del espectro ideológico, se ha propiciado la consolidación de bloques opuestos e irreconciliables. Lo cierto es que el radicalismo de algunos de estos nuevos actores ha contribuido a complicar la agenda política, la elaboración legislativa y la buena la gestión en las instituciones. Es evidente que la introducción de planteamientos maximalistas genera un arrastre hacia los extremos, un atrincheramiento, que impide acuerdos puntuales y pactos transversales. Esto ocurre, por ejemplo, en la política española, donde Ione Belarra y Santiago Abascal intentan respectivamente marcar la linea de PSOE y PP. Lo procuran sobre el eje derecha-izquierda, con aderezos de contenido territorial o patriótico. Ambos contribuyen con sus declaraciones en los medios de comunicación, a la polarización de la sociedad española y la consolidación de bloques antagónicos. Otro tanto se observa en Cataluña, pero aquí la contradicción principal se da entre el constitucionalismo y el independentismo con un toque, si me apuran y para despistar, de aditivo social. En Barcelona son los Jordi Turull, Laura Borras y compañía -hasta hace poco también Oriol Junqueras- los partidarios de los bloques irreconciliables, la polarización de la sociedad y el todo o nada. Hasta hace pocas semanas el PSC era un apestado cómplice del 155 con el que no se debía hablar ni pactar. Terrible. Se ha contaminado tanto al ciudadano con el mensaje que se desprende de los bloques ideológicos enfrentados que va a ser complicado recuperar la normalidad. Reconstruir puentes no va a ser fácil y tampoco vencer apriorismos. ¿Cómo intentar hacerlo? Muy sencillo. Exigiendo a nuestros representantes políticos un sobre esfuerzo para articular acuerdos sobre los grandes temas de país. En Cataluña, por ejemplo, una aprobación pactada de los presupuestos puede ser el comienzo de un nuevo periodo, de una amistad sin derecho a roce. En España no estaría nada mal abandonar la guerra de declaraciones cruzadas y la bronca, para intentar converger en temas de Justicia y Defensa. Urge romper los bloques estancos en los que se encasillan los políticos que no se atreven a tomar decisiones. Para avanzar y salir del atolladero conviene arriesgar. Solo al dirigente que arriesga se le reconoce la capacidad y el don del liderazgo. Pedro Sánchez suele hacerlo y, de momento, la suerte le acompaña. En Cataluña necesitamos políticos armados con martillos neumáticos, capaces de cincelar los bloques y cordones sanitarios que a lo largo de diez años de Procés han paralizado este país. Salvador Illa, Pere Aragonès y sus respectivos partidos arriesgan y eso es loable. Las decisiones que están adoptando estos últimos días no son baladís ni están exentas de efectos colaterales, ventajas e inconvenientes. Seguro que sí, pero todo parece indicar que en Cataluña la marmota despertará de su hibernación, como marca la tradición, en febrero. Eso es bueno. Si los martillos neumáticos abren ventanas en los bloques de la cerrazón respiraremos mejor.

29.1.23

MANIFESTACIONES.....

 






DE MONTJUIC A LA CIBELES 


 Hay concentraciones que las carga de veneno el diablo para escupirlo luego sobre los ingenuos. Ya saben, el Maligno está en todas partes, no conoce fronteras y no tarda en manifestarse. A veces se demora pero siempre acude. La ponzoña le llegó a Oriol Junqueras, bajo las cuatro columnas de Puig i Cadafalch, para deleite de sus competidores y espanto de correligionarios en puertas de elecciones. Hace unos años esa toxicidad salpicó también al presidente José Montilla en plena Gran Vía barcelonesa. Este fin de semana la Fuente de la Cibeles ha contemplado cómo la multitud se divertía maldiciendo la estampa de Pedro Sánchez, exigiendo su dimisión. En esos eventos multitudinarios el maniqueismo ideológico lleva a etiquetar a personas y partidos de un modo dicotómico. Unos son declarados buenos, otros son clasificados como malos o traidores sin que medie una pizca de bondad o sentido común. Esas circunstancias suelen darse cuando los convocantes sienten la necesidad de atrincherarse negando la legitimidad del adversario político. A los radicales les va eso. No obstante, no hay que ser demasiado avispado para detectar las similitudes y coincidencias que se dan, por ejemplo, entre las performances de algunos independentistas catalanes y las de la derecha española enfurismada. En unas y otras son agitadas al viento y enarboladas banderas cargadas de simbolismo; se cantan himnos y canciones patrióticas cuyo objetivo es activar sentimientos de pertenencia; se anatemiza al adversario llegando, incluso, hasta el insulto; se predica que la nación está en peligro o la lengua ninguneada. Para redondear las coincidencias, los organizadores de las manifestaciones nunca dan por buenas las cifras de asistentes que notifican las autoridades competentes. Donde unos ven mil otros cuentan diez mil. Pero más allá de estos apuntes, que pueden ser considerados como anecdóticos, concentraciones como las de plaza Colón, Palau Nacional, Cibeles o Sant Jaume suelen tener a medio plazo perniciosos efectos secundarios. Albert Rivera estigmatizó y perjudicó como alcaldable a Manuel Valls a partir del momento en que le forzó a acudir a la Plaza de Colón. En olor de multitudes, el entonces líder de Ciudadanos se vino arriba y creyó poder llegar a la Moncloa avanzando por la derecha. Erró el calculo y precipitó a su partido por la pendiente de la irrelevancia. Que lo de la plaza de Colón también fue gafe para el PP de Pablo Casado, Cayetana Álvarez de Toledo o García Egea es una evidencia. Allí se inicio la decadencia de una Inés Arrimadas sujeta a los caprichos políticos del macho alfa de su partido. Insisto, estas manifestaciones las carga el diablo, atrapan a amigos y enemigos. A los de VOX y Santiago Abascal les conmina, por coherencia, a presentar una moción de censura. A los de Núñez Feijóo les obliga a mojarse sin salir demasiado en la foto, no sea que el efecto Borja Sémper para pescar en el centro se diluya. A quien incluso opina que en las concentraciones de estas semanas se oculta el huevo de la serpiente del bolsonarismo hispano y del neo trumpismo independentista a lo Quim Torra y Laura Borras. Lo acontecido en Madrid alrededor de la Fuente de la Cibeles, y en Barcelona ante el Palau Nacional, son fenómenos de enfrentamiento político que se retroalimentan. Por cierto, puestos a pedir, sería deseable que nadie confundiera la libertad de expresión y manifestación con la retórica tautológica que gastan los extremistas de uno y otro bando. Bajo la columnas barcelonesas y junto a la fuente madrileña se aprecia el mismo modus operandi: veneno.

17.1.23

Gina Lollobrigida Salomone e la regina di Saba

ENCUESTAS Y ENCUESTAS

 




EN MAYO EL ROCÍN SE HACE CABALLO.




 Aquellos que consideran las elecciones municipales como unos comicios de segunda categoría se equivocan. A lo largo de la historia hemos podido comprobar como los resultados de ese tipo de elecciones ha condicionado significativamente tanto la política catalana como la española. Las celebradas el 12 de abril de 1931 abrieron las puertas a la Segunda República y las de la Transición permitieron la llegada de savia nueva a los consistorios. Las del 28 de mayo prometen ser reñidas. Las encuestas vaticinan un resultado fragmentado, ideal para dar vidilla a los operadores de apuestas y a analistas de tres al cuarto como un servidor. Quizás por ello ningún candidato está dispuesto a perder el tiempo ni la oportunidad de mostrarse como elixir cura todo de los males que aquejan a nuestras ciudades. La batalla por Barcelona y su región metropolitana ya se ha iniciado. Ada Colau, consciente de que no está en su mejor momento de popularidad ha movido ficha y, de la mano de Yolanda Díaz, ha marcado diferencias respecto temas como el aeropuerto y las infraestructuras. Segundo movimiento el de la alcaldesa, tras intentar polarizar las elecciones con un almuerzo de conveniencia con Xavier Trias. Ambos anhelan sacarse de encima el marcaje de Jaume Collboni. El candidato socialista molesta porque, más allá de su transversalidad, su discurso es capaz de compatibilizar la lucha por la sostenibilidad ambiental con la actividad económica. Collboni es un político que, a pesar de formar parte del gobierno de coalición, no ha bendecido el ‘urbanismo táctico’ que desdibuja el núcleo urbano más emblemático de Barcelona. Tampoco ha comulgado con el laissez faire de los Comunes respecto a temas como la seguridad o las okupaciones. Lo cierto es que el pecado mortal de algunos aspirantes a la alcaldía es no asimilar que la ciudad no sólo pertenece a los censados que votan en ella, es no comprender lo que significa ejercer la capitalidad. Ese ha sido y es, junto al postureo, el problema principal de Ada Colau y los suyos. Este pasado fin de semana La Vanguardia ha publicado una encuesta que da como vencedor a la alcaldía de Barcelona a Xavier Trias. También augura un empate técnico entre Colau y Collboni. La lectura de la misma ha disparado la hiperactividad de los aspirantes. El de Junts ha usado el twitter y las redes sociales para dar rienda suelta a un optimismo desenfrenado. El sempiterno Ernest Maragall, viéndose apeado del pódium de los vencedores, se ha prodigado ejerciendo funciones de portavoz de ERC opinando sobre el debate presupuestario. Ojo al dato antes de que llegue el drama: Algunos cuadros republicanos ya advirtieron a la dirección del partido que convenía cambiar de candidato, pero Junqueras prefirió estrujar el apellido Maragall hasta la última gota. Es pronto para dar por consolidados estos pronósticos tan contradictorios con otros sondeos aparecidos recientemente. Recuerdo que La Vanguardia ya erró el tiro cuando, pocos meses antes de las elecciones municipales de 2019, anunció que Ciudadanos se colocaba a solo dos puntos de Ada Colau. El sondeo publicado por el rotativo tampoco contempla variables como la irrupción de Daniel Sirera como candidato. Que nadie lo dude, el veterano político va a ser arropado sin fisuras por un PP dispuesto a resucitar en Barcelona y Cataluña. Y es probable que lo haga en detrimento de plataformas y colectivos de reciente constitución o en período de re fundación o crisis interna. Hay partido por jugar y tanto es prematuro lanzar las campanas al vuelo como especular sobre el día después. Ya lo dice el refrán: En mayo el rocín se hace caballo. ¿Quién seguirá de rocín?

6.1.23

LOS BANCOAS HAN DE APECHUGAR

 




¡MÁS CAJEROS! 


 No se si ustedes se acordarán de Carlos San Juan. Sí, aquel pensionista valenciano de setenta y ocho años que, harto de sentirse ninguneado por los bancos, usó la plataforma ‘change.org’ para impulsar una recogida de firmas. El objetivo era reclamar que las entidades financieras, lejos de clausurar oficinas y agencias, atendieran como es debido a las personas mayores víctimas de la llamada brecha digital. La campaña se saldó con un gran éxito. Bajo el slogan ‘No soy idiota, soy mayor’, el bueno de Carlos recogió miles de firmas y las muestras de apoyo le llegaron de todos los rincones de España. El tema trascendió tanto que el mundillo político no tuvo mas remedio que abordar el asunto al más alto nivel. Han transcurrido casi dos años de aquella iniciativa. Algunas instituciones, no todas, han movido ficha. El Ayuntamiento de Barcelona lo ha hecho. El primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, ha anunciado un conjunto de medidas para que, a finales del presente año, la ciudad cuente con un 11% más de cajeros automáticos. El Consistorio también asesorará a los mayores que lo precisen e intervendrá contra posibles casos de desatención bancaria. Un aplauso para esta iniciativa del municipio y una gran ovación para la chispa concienciadora que en su día provocó Carlos San Juan. Ni él ni nosotros somos idiotas. Sabemos cual es la esencia del negocio bancario; cierto, pero las entidades financieras han de interiorizar que hay miles de Carlos dispuestos a pelear por sus derechos.

HASTA LA EXTENUACIÓN

 




     SIN TREGUA Y EN CAMPAÑA 

       
 En este país vivimos en campaña electoral permanente. Los resultados de unas elecciones autonómicas, no importa cuales, pueden ser interpretados a gusto del consumidor. Todo sirve para vaticinar, sin rigor alguno, lo que va a acontecer en los otros ámbitos políticos. Con las elecciones municipales va a ocurrir lo mismo. Jugamos a establecer vasos comunicantes con lo que está por llegar, e incluso especulamos con la fecha de caducidad de determinados liderazgos políticos. Algunos ya ven a Isabel Díaz Ayuso, o a Moreno Bonilla, como seres predestinados a presidir el gobierno de España. Otros ya han enterrado a Ciudadanos y, con él, a Edmundo Bal e Inés Arrimadas. Este estado de constante y nerviosa duermevela, de campaña electoral permanente, impide a los partidos políticos la reflexión necesaria para no caer en el cortoplacismo estéril. Y lo cierto es que la actividad política y la dinámica institucional, como si fueran seres vivos, también precisan reposo. Pero en este país no hay espacio ni para una breve tregua navideña. Aunque todavía faltan cinco meses para el domingo 28 de mayo, la maquinaria para las elecciones municipales del 2023 ya está en marcha. La mayoría de los partidos políticos, si exceptuamos al PP, ya han notificado quienes van a ser sus cabezas de lista en los pueblos y ciudades de Catalunya. Todos declaran ver los comicios como algo lejano, pero a nadie se le escapa que lo que acontece en las Cortes es un episodio más de una interminable campaña electoral. Hace casi cincuenta años Patrick Caddell, asesor del presidente estadounidense Jimmy Carter, sostuvo con éxito la tesis de que gobernar, y seguir en el poder, requería llevar a termino una campaña explicativa permanente fuera de período electoral. La propuesta consistía en procurar difundir, desde el gabinete de prensa presidencial, contenidos y propuestas del día a día como si se tratara de una carrera de fondo contra los competidores. La tesis fundamental de Caddell era que todo lo que no se comunica no existe a efectos de la opinión pública. En nuestro país muchos partidos han hecho suya  la tesis de fortalecer su capacidad de comunicación política. Perfecto, pero una cosa es explicarse y otra muy distinta es dilatar en el tiempo la confrontación a cara de perro entre partidos y candidatos. Para muestra, un botón: cuando Anna Grau, la aspirante de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, se estrena diciendo que su prioridad política es ‘echar’ a Ada Colau creo que se equivoca. Como también lo hace Xavier Trias cuando se presenta en sociedad como única alternativa ‘contra’ la alcaldesa. Si hoy ya van de ese palo ¿Qué nos dirán en el tramo final de campaña? A más de uno nos gustaría que los candidatos dejaran de anatemizar permanentemente al adversario y nos explicaran alguna cosa de su programa político, de su proyecto de ciudad. Las candidaturas que se vertebran tan solo sobre la negación carecen de solvencia, no son de fiar. Por cierto, de estas últimas, aspirando a la alcaldía de Barcelona y de otras ciudades del Área Metropolitana, hay unas cuantas. Las encuestas nos dicen que en el pódium de la ciudad condal hay sitio para tres y que solo uno de ellos ocupará el espacio elevado del mismo. Nos dicen también, depende del día, que el resultado electoral va a ser muy ajustado. Quizás sí, pero un servidor de ustedes confía en que el vencedor sea un candidato con voluntad de permanencia en el cargo, capaz de tender puentes y dispuesto, sin excluir a nadie, a pactar proyectos de ciudad. Ganar en votos no significa automáticamente gobernar si no se es capaz de acordar. Para otra ocasión dejaremos los comentarios acerca de los que se presentan, como Ernest Maragall, para luego dejar correr la lista, o las que buscan su acomodo en futuras candidaturas para las elecciones generales. Sí, vivimos en campaña electoral permanente, sin tregua.

UN POQUITO DE REALIDAD, POR FAVOR

 

             
                   TRISTES TIGRES 






 A los presidentes chinos les encanta echar mano de refranes y proverbios tradicionales. Cuentan que Felipe González aprendió de Deng Xiaoping aquel que dice: ‘gato blanco o gato negro, da igual, lo importante es que cace ratones’. En el día a día de la política se puede aprender mucho de la vieja sabiduría china. Algunas expresiones o frases, como las referidas a los ‘tigres de papel’, son capaces de retratar cosas que aparentan ser una amenaza pero, en realidad, son inocuas o inofensivas. A Mao Zedong le gustaba emplear la frase de los felinos para describir al imperialismo americano. Consideraba que todos los reaccionarios eran tigres de papel, aparentemente fuertes y poderosos, pero en realidad asustadizos y carentes de garras. En el mundo de la política abunda esa especie de tigres. Seguí con suma atención el mensaje navideño que el president, Pere Aragonès, nos leyó desde la Biblioteca de Cataluña. He reflexionado mucho sobre ello. Me pareció inoportuno tanto por su contenido, como por el momento político en que ha sido verbalizado. El país no está para bromas. Llegué a la conclusión de que los republicanos no aguantan como es debido la presión de la CUP y Junts, les falta entereza. En jornada de canelones Aragonès volvió a la carga con el tema del referéndum y nos emplazó de nuevo a recorrer la vía canadiense. En su monólogo- como si se tratara de la señora Maisel de la serie, pero sin gracia- exigió responsabilidad a todos los partidos para aprobar los presupuestos de la Generalitat gratis et amore. Lamentablemente, respecto a las cuentas, en la hoja de servicios del president solo constan un par de pactos con guiños a los Comuns y poca cosa más. Escaso mérito hay en ese acuerdo. Ustedes ya saben, el de Jéssica Albiach es un grupo parlamentario pequeño y siempre dispuesto a ocupar titulares a cambio de cuatro carantoñas. Les va en ello la supervivencia política. Pues bien, a pesar de que la gente más sensata del país, empresarios, sindicatos e incluso influyentes medios de comunicación, aconsejan a Esquerra pactar las propuestas de Salvador Illa, los republicanos se resisten. Pero la vida fluye y a ERC le ha llegado el momento de la verdad, la prueba del nueve a la que se ha de enfrentar un gestor político si quiere gobernar con solvencia. ¿Pragmatismo o postureo permanente? Esa es la cuestión. Y en esta tesitura también le llega el turno de deshojar la margarita al PSC. Los socialistas deberán decidir en última instancia qué hacer y cómo hacerlo. En el haber de Illa consta un método opositor respetuoso, constructivo, con infinidad de llamamientos a la concordia y el pacto. En materia presupuestaria son conocidas sus exigencias en el ámbito de la actividad económica y en el terreno de las grandes infraestructuras. Si los presupuestos fracasan por la escasa cintura del Govern, no va a ser creíble echar las culpas al principal partido de la oposición. De nada sirven las editoriales buenistas de algunos medios y los llamamientos a la sensatez de los subvencionados. Si el ejecutivo catalán se obsesiona y bloquea por el qué dirán sus competidores independentistas, la cosa se pondrá difícil. Pere Aragonès y su gobierno son una versión postmoderna del tigre de papel de los chinos. Cuando les conviene sacan el espantajo de la autodeterminación y el referéndum para atemorizar adversarios y alimentar a sus bases; despiertan la ira de la España profunda y sobre ella intentan reiniciar la espiral de los malos rollos. Ese proceder ya no cuela. Va tantas veces ese cántaro a la fuente que conviene romperlo. Salvador Illa puede hacerlo. Comparto la tesis de mi amigo Toni Bolaño cuando afirma ‘si Aragonès quiere presupuestos tendrá que arremangarse’. En Madrid ya han pasado la página de las cuentas, la legislatura española tiene su propia lógica y en periodo electoral no convienen las mezclas. Con solo treinta y tres diputados los republicanos ni son fuertes ni estan para rugidos. Si anuncian, como han hecho Junqueras y Aragonès, volver a la agitación y propaganda del pasado hay que reflexionar y obrar en consecuencia. Salvador Illa ganó las elecciones y en sus manos está apaciguar las pulsiones cainitas de los tigres de papel a la catalana.

15.12.22

NOSTÁLGICOS DEL 1 DE OCTUBRE





DE VICHY A L’EBRE 





 Apenas eran cinco mil los asistentes a la última manifestación de la ANC en Barcelona. Quizás por eso los convocantes del acto quisieron compensar su frustración retomando un lenguaje perverso y ofensivo que nos transporta a tiempos pasados. Jordi Pesarrodona, vicepresidente de la ANC, a las puertas del Palau de la Generalitat tildaba al Govern de ERC de ‘colaboracionista’. Palabras que convierten a Pere Aragonès en un pequeño mariscal Philippe Pétain, y al ejecutivo republicano en la versión catalana del Vichy francés. En la concentración estaban la plana mayor de Junts y de la CUP coreando y aplaudiendo las palabras de Dolors Feliu contra la reforma del delito de sedición. La alta funcionaria de la Generalitat, cabello cano al viento, mitineaba vaticinando un aumento de la represión del estado contra el independentismo. Los términos ‘botifler’, ‘nyordo’ o ‘colono’ ya no sirven a los radicales y nostálgicos del 1 O como calificativos peyorativos. Les es preciso un salto cualitativo en el insulto que contenga un mensaje subliminal equivalente a traidor y vende patrias. La palabra ‘colaboracionista’ es, para los discursos más irredentos, el gran comodín; el ejecutivo español, el enemigo secular a combatir. Como contrapeso, al otro lado de los extremos de la balanza, tenemos a las derechas hispanas presas de un ataque de nervios. Estos también hablan de traición, felonía y mil humillaciones a la dignidad de la patria. Reaccionarios, conservadores y pseudo liberales gastan energías proponiendo mociones de censura, hablando de golpe de estado, autoritarismo y pactos con los herederos del terrorismo. Se les va la fuerza por el verbo. Pero ni Inés Arrimadas está en su mejor momento de lucidez política y fortaleza partidaria, ni Núñez Feijóo tiene entre sus manos una carta de navegación para mantenerse a flote sin zozobrar. Es más, anunciar que el gobierno de coalición PSOE-UP es ilegítimo es un error conceptual, un despropósito de VOX que no conduce a ninguna parte. Unos y otros, independentistas y derecha hispana, centran a Pedro Sánchez y agrandan la percepción ciudadana de que es un político que arriesga y sabe lo que quiere. Y todo ello ocurre a un ritmo frenético porque el presidente español tiene prisa y ha puesto la directa. No es ningún secreto que aspira a que, antes de fin de año, estén cerrados los temas conflictivos que tensan la política española. Sabe que la memoria ciudadana alrededor de los conflictos es corta y cree que hay tiempo suficiente, si la economía va bien, para apagar las soflamas apocalípticas de sus adversarios.  Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina y le conviene rebajar la tensión. Últimamente, aunque algunos argumenten lo contrario, en Pedro Sánchez nada huele a improvisación. Visita con frecuencia Cataluña y expone sin complejos su política de ‘desjudialización’. Ha asumido la filosofía que encierra el refrán popular: ‘Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo’. Tiene en el PSC de Salvador Illa a un potente aliado y es consciente de la importancia del voto catalán de cara a las elecciones generales. Los García Page y Lamban hacen mohínes y refunfuñan desde sus respectivas baronías temiendo el castigo electoral de los ultra unitaristas. Es un temor lógico en un razonamiento que se ha vuelto arcaico. Sánchez, sin embargo, esta convencido de que la recuperación del sosiego en Cataluña es un elemento que juega a su favor dentro y fuera de España. Nada que objetar a las buenas intenciones políticas del presidente pero quizás al gobierno de España le convendría un toque de prudencia a la hora de legislar acerca del uso indebido de los fondos públicos. Otro refrán, este de les Terres de l’Ebre, dice así: ‘Una cosa es ser bo, un altre ser bobo’. Pues eso.

GROSEROS SIN FRONTERAS

 

CONTRA LO TABERNARIO 





 Ha llegado el momento en el que, para no descarrilar, sus señorías han de echar mano del freno de emergencia. O acabamos con la violencia verbal y gestual en el Congreso de los Diputados y el Senado, o nuestro futuro político como país será cada vez más sombrío. El ruido asfixia el debate parlamentario y polariza y asquea al hombre de la calle. Son tan persistentes e insistentes los alborotos en las cámaras españolas que uno sospecha que obedecen a una estrategia política premeditada. Demasiado tosca la señora Carla Toscano para ser licenciada en derecho, y exageradamente teatral e histriónico, el diputado de VOX, Sánchez del Real, especializado en técnicas de comunicación. ¿Acaso van a consentir sus señorías ir en sede parlamentaria al rebufo de una estrategia aniquiladora de la razón? Espero que no. Quizás convendría introducir en la cosa pública el bálsamo reparador que, en un tiempo pleno de turbulencias, ya recetaba don Manuel Azaña: Engastar la racionalidad y el diálogo en la vida política parlamentaria e institucional. Para que ello sea factible es imprescindible que los partidos, con cultura y vocación de gobierno, condenen el lenguaje tabernario que algunos emplean desde la tribuna de los oradores. No basta con que la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, llame al orden o retire la palabra a los transgresores de las normas. No basta con eliminar las frases malsonantes del Diario de Sesiones. Conviene echarle coraje y sensatez a la cosa. Un acuerdo Núnez Feijóo-Pedro Sánchez tendente a recuperar la harmonía procedimental en las instituciones públicas sería, para la sociedad española, un excelente regalo de Navidad y Año Nuevo. Hace apenas una semana el Parlamento del Senegal se convirtió en el escenario de una batalla campal sin precedentes. La discusión de los presupuestos culminó con una pelea multitudinaria protagonizada por un número considerable de diputados. Volaron sillas y se prodigaron los insultos y las agresiones. Pero no hace falta cambiar de continente para contemplar como puede degenerar la convivencia en cualquier ámbito o zoco de transacciones políticas. Hace un par de años, noviembre de 2019, el hemiciclo italiano también fue escenario de una pelea en la que se vieron implicados una treintena de diputados. Allí también volaron sillas mientras una diputada grababa, indignada, el triste espectáculo. Todo ello ocurrió ante la mirada asustada de los niños de un par de colegios que visitaban la cámara. Bochornoso. En los avatares del parlamentarismo hispano también hallamos incidentes dignos de mención. Cuentan los historiadores que Miguel Primo de Rivera zanjó sus diferencias con el diputado republicano, Rodrigo Soriano, en un duelo a espada en el que actuó como testigo el general Queipo de Llano. Con anterioridad el republicano ya se había retado, entre otros, con el general Weyler y con Blasco Ibáñez. Cuentan también que Indalecio Prieto se abalanzó, pistola en mano, sobre un diputado de la CEDA que previamente había propinado un puñetazo a uno de sus camaradas. Mal de muchos... ¿Queremos ser un ejemplo más de los males que aquejan al sistema o es nuestra obligación intentar subsanarlos? Soy consciente de que el nivel de deterioro de nuestra actividad parlamentaria está lejos de los casos que con anterioridad he reseñado. Cierto, pero convendrán conmigo en que a lo largo de los últimos años la crispación ha aumentado y el insulto, o la tergiversación deliberada de los hechos, se ha instalado en la política española. Si esta atmósfera viciada se enquista en nuestras instituciones habremos fracasado como demócratas. Y, lo más preocupante de todo ello, será haber dado argumentos de peso a los cercenadores de libertades.

UN POZO SIN FONDO LLAMADO TV3

 

¿CIEN MILLONES MÁS? 



 Hay refranes rebosantes de sabiduría popular. Entre ellos, el clásico ‘Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar, me parece insuperable. Este aforismo se ha convertido en un método infalible de autoprotección contra los abusos y el lloriqueo, un antídoto eficaz contra el ‘quien no llora no mama’ tan en uso en este país. El dicho que les comento viene a cuento porque Rosa Romà, la presidenta de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) ente gestor de Catalunya radio y TV3, pidió en sede parlamentaria al govern de Pere Aragonès una aportación extra de 100 millones de euros para su corporación. La peticionaria sostiene que la televisión y radio públicas catalanas necesita más recursos para poder funcionar correctamente. Ante la mirada displicente de unos cuantos diputados la señora Rosa Romà recitó un repertorio de viejas y conocidas consideraciones. No faltó la llamada patriótica a la consolidación, difusión y defensa de la lengua catalana, las críticas a una supuesta infrafinanciación crónica del ente, o la urgencia de blindarse ante la competencia feroz de otros medios de comunicación públicos y privados. En las palabras de Romà los parlamentarios no hallaron el menor atisbo de preocupación respecto a la delicada situación económica generada por la guerra de Ucrania, a la necesidad de ajustarse el cinturón o de limitar el gasto y los emolumentos de algunas de las ‘estrellas’ mediáticas. Todo parece indicar que a los mandamases de la CCMA les parece lógico y normal plantear un incremento de subvencion pública superior al 25%, sin pasar antes el corta césped por su jardín. Pero más allá de este aspecto, llamémosle financiero, cabe preguntarse si como servicio público a toda la ciudadanía merecen lo que piden. Sinceramente, creo que no. Hace unos meses algunas almas cándidas creyeron que era posible el cambio en la dinámica de la radio y la tele pública catalana. Lamentablemente no ha sido ni es así. Continua primando un determinado sesgo ideológico descaradamente independentista en los informativos, en la selección de los tertulianos y en la parrilla de titulares. Continua usándose un léxico y un humor ofensivo, impropio de una radio y televisión pagada por todos. Nadie se disculpa por nada, la impunidad de los groseros continua y se acuerdan negocios audiovisuales millonarios con magnates opacos. Rosa Romà, tras su carta a los Reyes Magos en la comisión de control parlamentario, concluyó diciendo:"Esperamos que el nuevo proyecto de la CCMA sea un proyecto que se haga suyo el Parlamento y que sea un proyecto de país". Mucho cuidado señor Salvador Illa, y señora Jéssica Albiach al negociar los presupuestos de la Generalitat con los contables de Pere Aragonès, el tema de los medios de comunicación contiene una trampa saducea. Las izquierdas han ejercido de ‘pagafantas’ ingenuos en más de una ocasión y sería deprimente que volviera a suceder lo mismo. No quiero parecer un aguafiestas, pero para que eso tan bonito que pide la presidenta de la ‘Corpo’ sea factible, es imprescindible visualizar un cambio en las formas y los contenidos de TV3 y Catalunya Radio. No basta con un reparto de sillones en el Consejo de Administración de la CCMA. O se avanza por un camino con mayores cuotas de objetividad y pluralidad política, o que pague la juerga el millonario trotskista. Jaume Roures.

22.11.22

Pablo Milanés - Yolanda (En Vivo Desde La Habana, Cuba)

15.11.22

TIEMPOS DIFICILES

 

EL EQUILIBRIO 





 Tenemos tema, por lo menos hasta fin de año. Diseccionar la sedición y sus consecuencias da para mucho. Además, se da la clásica paradoja de que polos opuestos de la política española coinciden en corear las supuestas maldades, traiciones o inconveniencias de los cambios legislativos apuntados por el gobierno de Pedro Sánchez. VOX, Junts, la CUP, el PP y sus habituales grupos mediáticos de soporte estan empeñados en vendernos futuros imperfectos. Viendo el cariz que toman las cosas, me reafirmo en la idea de que a este país le falta una buena dosis de sentido común y le sobra milenarismo. Le sobra el populismo antipolítico que destila Carles Puigdemont desde Waterloo; le sobra el ‘ayusismo’ en vena que se inyecta Núñez Feijóo cada vez que ha de tomar decisiones. ¿Y qué le falta a Cataluña, me preguntarán ustedes? Pues al govern de Pere Aragonès le falta tomar conciencia de que con treinta y tres diputados no se llega a Ítaca; a Oriol Junqueras, interiorizar que el verdadero patriotismo consiste en procurar lo mejor para tus conciudadanos. Y eso, a efectos prácticos, pasa por aprobar con diligencia los presupuestos de aquí y de allá. Ya no hay tiempo para más dilaciones. La zozobra del independentismo -sus peleas intestinas- ni puede ni debe llevarse por delante los intereses de todo un país. Los catalanes estamos escarmentados. Nos vendieron un eufemismo llamado ‘derecho a decidir’ y todo se complicó. Nos aseguraron un camino de rosas hacia la perfección, con el beneplácito y el reconocimiento de la comunidad internacional, y éste jamás llegó. Nos garantizaron que el Estado se arrugaría ante el tremolar de las banderas al viento y aterrizó el 155. Nos dijeron muchas cosas y se equivocaron. Y, a pesar de aquel conjunto de premisas falsas, aún hay políticos que miran hacia atrás con orgullo incapaces de pedir perdón por el desaguisado que organizaron. No son conscientes de que su tropa, su ‘sujeto histórico’ usando terminologia marxista, ya no está preparada para la unilateralitat; tampoco las ‘multitudes’ procesistas, parafraseando a Toni Negri y Michael Hardt, están dispuestas a una revolución de las sonrisas que hoy provocaría carcajadas. Urge regresar al sentido práctico de la acción política. Combatir la inflación, garantizar el poder adquisitivo de los ciudadanos, reforzar las políticas sociales y trabajar por el diálogo y la concordia deviene fundamental. Ante la actual situación ambiental, econòmica y social, algunos políticos han creído que echar mano de las emociones les es más rentable electoralmente que ofrecer un programa político riguroso y solvente. Craso error, confunden el ruido mediático con los niveles de aprobación, entre la ciudadanía, de su gestión. Lo cuentan las encuestas y lo ha certificado recientemente el CEO. El ciudadano, harto de tanta parafernalia simbólica y trifulca cainita, se decanta por actores políticos que hacen bandera del diálogo y el entendimiento. Prefieren un discurso ponderado y equilibrado a otro estridente o descalificador. Quizás por eso Salvador Illa y el PSC salen reforzados en los últimos sondeos, ERC resiste como pago a su pragmatismo, Yolanda Díaz cae bien, Junts se desliza hacia los márgenes y Ciudadanos se extingue. En el ámbito municipal barcelonés, ante el postureo exagerado de Ada Colau y la falta de frescura de Ernest Maragall, Jaume Collboni da muestras de un equilibrio vertebrado sobre principios sólidos pero ajeno al ideologismo de sus competidores. Cuando se adivinan tiempos difíciles y complicados el populismo gana terreno pero, por fortuna, el equilibrio también se cotiza al alza. Primer round, en mayo.

MOVIDAS Y MÁS MOVIDAS----

 

LA METAMORFOSIS DE LAS PLATAFORMAS

 Las plataformas políticas se constituyen , crecen y, si no implosionan, se transforman. Sirven de trampolín para ambiciones personales, de banderín de enganche para almas inquietas o de divertimiento para ociosos. Las hemerotecas pueden dar fe de ello. Corría el año 1999 cuando la plataforma cívico-política Ciutadans pel Canvi irrumpió en la escena electoral, para dar apoyo a la candidatura de Pasqual Maragall a la presidencia de la Generalitat. Poco tiempo después se presentaría en coalición con el PSC en unas listas electorales conjuntas y obtendría un buen numero de escaños. Tras una década y un montón de vicisitudes, se disolvió la plataforma y algunos de sus miembros anunciaron su adhesión a un grupúsculo denominado Nova Esquerra Catalana. Más fresco en la memoria tenemos el caso de Podemos. Un movimiento agregativo de distintas sensibilidades de izquierdas -con liderazgos singulares como Pablo Iglesias e Iñigo Errejón- que cumplidos más de ocho años desde su creación se ha convertido en un partido más. El ejercicio de responsabilidades institucionales obligó, en este caso a los activistas antisistema de antaño, a repensar los temas y obrar en consecuencia. Para ellos, quizás lo más importante, fue dilucidar sobre qué armazón organizativo sustentar y justificar la gestión gubernamental asumida tras el resultado de las urnas y los pactos con los socialistas. Dicen los politólogos que Unidas Podemos, y sus sucedáneos, se han convertido en partidos como los demás, con una militancia de corte clásico, con cuotas y reglamentos. Unas formaciones en las que dirigentes como Ada Colau y sus colegas, ya no estan sometidos a la limitación de mandatos ni a una disciplina salarial. Ya ven, la metamorfosis en el patio político de la izquierda también existe. La vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, nos propone una plataforma política de ámbito español de tendencia progresista: Sumar. Nos cuenta que este proyecto ciudadano, aún en fase embrionaria, tiene como objetivo organizar la esperanza. Pero, de momento, lo que ha conseguido es que la vieja guardia podemita, Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias, hayan tocado a rebato para impedir ser fagocitados como organización por la camarada Díaz. Por cierto, si las cosas se complican en la ‘esquinita’ de la izquierda, no les extrañe a ustedes que Sumar no llegue jamás a superar la fase larvaria. ¿Más plataformas? Sí. En la misma semana otoñal en que los restos del teniente general Gonzalo Queipo de Llano salían de la Basílica de la Macarena en Sevilla, Macarena Olona presentaba en Madrid una plataforma destinada a combatir “la ideología criminal de género’’. Al igual que la vicepresidenta Yolanda Díaz, la señora Olona piensa recorrer las tierras de España para difundir su credo. La ex diputada de VOX quiere recoger el medio millón de firmas necesario para que su Iniciativa Legislativa Popular (ILP) pueda ser sustanciada en el Congreso de los Diputados. Añora regresar al hemiciclo y soltar una arenga capaz de turbar a Santiago Abascal. Arguye que su objetivo es derogar la vigente ley de violencia de género y la futura ley Trans. Dicen que Macarena se ha inspirado en los métodos y las tesis que han llevado a Giorgia Meloni a vencer en la elecciones italianas con su ‘Dios, patria y familia’. Ahí se equivoca la alicantina, no tiene en cuenta que su idolatrada Giorgia ha entrado en fase crisálida, quiere ser mariposa vistosa, y ya se ha paseado por Bruselas para tranquilizar a las instituciones comunitarias. Lo comentamos todos hasta la saciedad, el quehacer de los políticos está cuestionado y es loable todo aquello que fomente la participación del ciudadano en la cosa pública; de acuerdo, pero con tiento, sin frivolidades y fuegos de artificio. Cuando Michel Rocard abandonó la dirección del Partido Socialista francés (1994) formuló esta reflexión acerca de la política y sus instrumentos: ”Las divisiones reales en pocos casos nacen de las ideas, sino de las ambiciones, nostalgias y segundas intenciones”. ¿Plataformas? Quizás sí, pero solo las justas y necesarias para no confundir al personal.

SIEMPRE IGUAL CON TV3

 

¿CIEN MILLONES MÁS? 



 Hay refranes rebosantes de sabiduría popular. Entre ellos, el clásico ‘Ante el vicio de pedir, la virtud de no dar, me parece insuperable. Este aforismo se ha convertido en un método infalible de autoprotección contra los abusos y el lloriqueo, un antídoto eficaz contra el ‘quien no llora no mama’ tan en uso en este país. El dicho que les comento viene a cuento porque Rosa Romà, la presidenta de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA) ente gestor de Catalunya radio y TV3, pidió en sede parlamentaria al govern de Pere Aragonès una aportación extra de 100 millones de euros para su corporación. La peticionaria sostiene que la televisión y radio públicas catalanas necesita más recursos para poder funcionar correctamente. Ante la mirada displicente de unos cuantos diputados la señora Rosa Romà recitó un repertorio de viejas y conocidas consideraciones. No faltó la llamada patriótica a la consolidación, difusión y defensa de la lengua catalana, las críticas a una supuesta infrafinanciación crónica del ente, o la urgencia de blindarse ante la competencia feroz de otros medios de comunicación públicos y privados. En las palabras de Romà los parlamentarios no hallaron el menor atisbo de preocupación respecto a la delicada situación económica generada por la guerra de Ucrania, a la necesidad de ajustarse el cinturón o de limitar el gasto y los emolumentos de algunas de las ‘estrellas’ mediáticas. Todo parece indicar que a los mandamases de la CCMA les parece lógico y normal plantear un incremento de subvencion pública superior al 25%, sin pasar antes el corta césped por su jardín. Pero más allá de este aspecto, llamémosle financiero, cabe preguntarse si como servicio público a toda la ciudadanía merecen lo que piden. Sinceramente, creo que no. Hace unos meses algunas almas cándidas creyeron que era posible el cambio en la dinámica de la radio y la tele pública catalana. Lamentablemente no ha sido ni es así. Continua primando un determinado sesgo ideológico descaradamente independentista en los informativos, en la selección de los tertulianos y en la parrilla de titulares. Continua usándose un léxico y un humor ofensivo, impropio de una radio y televisión pagada por todos. Nadie se disculpa por nada, la impunidad de los groseros continua y se acuerdan negocios audiovisuales millonarios con magnates opacos. Rosa Romà, tras su carta a los Reyes Magos en la comisión de control parlamentario, concluyó diciendo:"Esperamos que el nuevo proyecto de la CCMA sea un proyecto que se haga suyo el Parlamento y que sea un proyecto de país". Mucho cuidado señor Salvador Illa, y señora Jéssica Albiach al negociar los presupuestos de la Generalitat con los contables de Pere Aragonès, el tema de los medios de comunicación contiene una trampa saducea. Las izquierdas han ejercido de ‘pagafantas’ ingenuos en más de una ocasión y sería deprimente que volviera a suceder lo mismo. No quiero parecer un aguafiestas, pero para que eso tan bonito que pide la presidenta de la ‘Corpo’ sea factible, es imprescindible visualizar un cambio en las formas y los contenidos de TV3 y Catalunya Radio. No basta con un reparto de sillones en el Consejo de Administración de la CCMA. O se avanza por un camino con mayores cuotas de objetividad y pluralidad política, o que pague la juerga el millonario trotskista. Jaume Roures.

IBERIA

 

IBERISMO PRÁCTICO 

 Por mucho que les pese a Alberto Nuñez Feijóo, y a su vocera Cuca Gamarra, los Presupuestos Generales del Estado han cruzado su Rubicón particular. Lo de la ‘excepción ibérica’ funciona y la conexión energética de la península con el sur de Francia también promete. Aquellos que dicen que Pedro Sánchez es un político casado con la suerte, deberán reconsiderar ese criterio tan poco científico. Algo debe hacer bien el presidente del gobierno español cuando tantas cosas le lucen. Valga, como ejemplo puntual de lo que planteó: la coordinación y alianza en la Unión Europea de España y Portugal. A nadie se le escapa que la amistosa imagen fotográfica de Antonio Costa y Pedro Sánchez en las portadas de la prensa, recupera las esencias de un cierto sentimiento iberista subyacente en la historia de ambos países. El iberismo tuvo su prédica a finales del siglo XIX, en pleno apogeo de los movimientos de unificación nacional que se producían en otras partes de Europa. En nuestro país estuvo asociado principalmente a las ideas del republicanismo progresista y federalista. El proyecto de una Iberia unida pasó por infinidad de altibajos y vicisitudes. Sobre la mesa de discusión aparecieron propuestas de unión que iban desde la unificación monárquica del diplomático español Sinibal de Mas y Sanz, a la federación republicana ibérica del presidente de Francesc Pi i Margall, pasando por la integración de naciones del presidente portugués Teófilo Braga o, la Confederación de Repúblicas Ibéricas del presidente de la Generalitat Francesc Macià. Incluso el anarquismo militante, la FAI, incorporó a sus siglas la referencia ibérica. También algunos grupos de izquierdas como el POUM, predicaban la necesidad de avanzar hacia una Unión de Repúblicas Socialistas Ibéricas. Pero el iberismo también contó con la simpatía de una nutrida lista de notables en la que se encuentran, por ejemplo, el general reformista portugués Latino Cohelo, el primer ministro luso Costa Cabral o el escritor Fernando Pessoa. En España, con todas las prevenciones y matices que se quieran, tenemos al político liberal Juan Álvarez Mendizábal, al escritor Sixto Cámara, al general Juan Prim, al presidente Emilio Castelar, e incluso Miguel de Unamuno. Celebramos este año el centenario del nacimiento del gran pensador y humanista luso José Saramago. Un escritor empeñado en transmitir a sus lectores humanismo y conciencia solidaria, pero también un defensor convencido de un iberismo de nuevo cuño. Entendía el iberismo como la oportunidad de sustituir a los nacionalismos defensivos por la ciudadanía racional y responsable. A los gerifaltes del nacionalismo catalán más irredento, Laura Borràs y Oriol Junqueras, no les iría nada mal una lectura comentada del ‘Ensayo sobre la lucidez’ . Sobre lucidez e iberismo nos dejó una buena muestra en el prólogo, al libro de Cesar Antonio Molina :’Sobre el iberismo y otros escritos de literatura portuguesa’. En el que se pregunta y se responde a sí mismo: “¿El iberismo está muerto? Sí ¿Podremos vivir sin iberismo? No lo creo”. En el iberismo práctico de los presidentes de España y Portugal se encuentran, quizás sin pretenderlo, algunas de las claves para avanzar en una mayor integración e interrelacion de los pueblos de la península. Los proyectos comunes y las necesidades, unifican criterios y ablandan sectarismos. Pere Aragonès se apresuró en aplaudir la prometida conexión energética entre Barcelona y Marsella, el president de la Generalitat seguramente vió en ella mucho de iberismo práctico, poco de ‘táctico’.